Al principio de
la Segunda Guerra Mundial uno de los mayores terrores existentes era que alguno
de los bandos participantes volviera a usar gases venenosos durante la
contienda. El recuerdo de los horrores vividos durante la anterior Gran Guerra estaban
muy frescos, y aunque ya habían pasado unos cuantos años aún se podían ver en
algunas ciudades europeas a jóvenes desfigurados por aquellos gases o que se
habían quedado ciegos de por vida. Así que los gobiernos para apaciguar a la
población empezaron a repartir máscaras antigás tanto a personas como a
animales. Incluso en Estados Unidos, que estaba al otro lado del océano, hizo
lo mismo. Pero pronto el gobierno americano comenzó a percatarse de que muchos
niños sentían pavor y gritaban cuando sus padres o algún instructor militar les
acercaba esa máscara a la cara. Así que en 1942 T. W. Smith, propietario de la
Sun Rubber Company y el diseñador Dietrich Rempel encontraron la forma de que
los niños utilizaran esas máscara y no quedaran traumatizados de por vida. Para
ello utilizaron al personaje más querido por los niños, Mickey Mouse, y crearon
cientos de ellas con la cara de este simpático ratoncito. Claro está, con el
permiso y licencia de Walt Disney. En un principio se fabricaron un millar y
fueron repartidas a hijos de altos mando militares. Pero, gracias a Dios, no
hizo falta utilizarlas y con el paso del tiempo dejaron de hacerse estas
curiosas máscaras antigás convirtiéndose en meras reliquias de museo o juguetes
para niños.