Cuando vemos una
escena de baile ambientada en el siglo XVIII es corriente ver a las damas
portando en su rostro un leve lunar en la mejilla o cerca de la comisura de la
boca. Queda muy elegante, pero ¿sabías que el uso de estos lunares es un
verdadero lenguaje silencioso en el que las señoritas indicaban a su amantes en
qué estado sentimental se encontraban en ese momento? A principios del siglo
XVII la utilización de estos lunares servía exclusivamente a las damas para
disimular las cicatrices que dejaba la viruela en el rostro. Pero poco a poco
estos falsos nevus, también conocidos
como mouchés (moscas) o grains de beautè, se fueron alejando de su uso original y se pusieron de
moda entre las damas adineradas. Recordemos que en aquellos años era común que
se utilizara una abundante capa de cosmético blanco en el rostro y se empolvara
de forma gratuita las pelucas de los señoras y los caballeros, así que era de
lo más elegante incluir un pequeño toque en el rostro a base de lunares hechos
de pequeños trozos de tafetán o de terciopelo negro. Eran de distintas formas
(estrella, corazón, punto…), e incluso se podían poner varios en la cara, y
como ya he indicado antes era todo un mensaje visual en el que se decía a los jóvenes
pretendientes si la dama era apasionada, discreta, celosa, ardiente… Por
ejemplo si tapaba simplemente un grano se le llamaba la ladrona, o si estaba
cerca del escote era la generosa (el significado aquí es obvio). Como se puede
ver eran muy útiles en el campo del coqueteo y al terminar la velada o el baile
se guardaban en cajas de nácar u oro en el lugar más preciado del ajuar.
Estuvieron de moda desde el reinado de Luis XIII hasta los comienzos de la
Revolución Francesa ya que la aparición de la vacuna contra la viruela hizo que
esta costumbre decayera y desde entonces se utilizaran lunares cosméticos en
sustitución a los falsos.