En el Museo de
Historia de Madrid se encuentra un cuadro de lo más peculiar, un lienzo que
según los vaivenes de la Historia fue retocado una y otra vez a gusto de los
gobernantes que hubiera en ese momento. El cuadro en cuestión se llama Alegoría de la Villa de Madrid y fue
pintado por Francisco de Goya y Lucientes en 1809. Como se puede ver por la
fecha en que se realizó la obra las tropas francesas ocupaban ya Madrid, y es
por eso que las autoridades municipales encargaron un cuadro al artista aragonés
para agasajar al nuevo monarca. Para ello Goya dispuso la pintura de la
siguiente manera: en el centro podemos ver a una mujer vestida con una leve
túnica blanca, tocada con una corona de oro y rodeada por varios ángeles. A sus
pies aparece un escudo de la Villa de Madrid (con el oso y el madroño),
mientras señala con un dedo un óvalo que tiene a su izquierda. Y es
precisamente ese óvalo lo más interesante de la obra. En un principio, y como
ya he indicado antes, aparecía la efigie de José I, hermano de Napoleón, pero
cuando las tropas francesas abandonaron Madrid tras la Batalla de Arapiles
(1812), rápidamente fue borrado de escena y sustituido por la palabra Constitución. Aunque este cambio duró
poco ya que al volver el rey de nuevo a Madrid Goya tuvo que repintarlo
poniendo otra vez el retrato de José I.
Cuando terminó
la Guerra de la Independencia, las autoridades volvieron a encargar a Goya que
eliminase al anterior rey y pusiera a Fernando VII en el óvalo, y como el
pintor ya debía andar algo mosca con el encargo o tal vez porque no soportaba al
rey, hizo un retrato bastante horrible por lo que en 1826 se ordenó a otro
pintor que rehiciese el pobre trabajo Goya. Fueron pasando los años, y de la
misma manera las ideas políticas, ya que en 1843 se ordenó borrar la efigie de
Fernando VII y cambiarla por un dibujo en el que aparecía un libro homenajeando
a la Constitución de Cádiz. Y finalmente, 30 años después, en 1873, otro
alcalde de Madrid, el liberal Marqués de Sardoal, harto de los vaivenes que
sufría el cuadro de Goya, hizo que se eliminase lo anterior y se dejara un
letrero en el que figurara una fecha que enorgulleciera a todos los españoles
por igual: 2 de Mayo de 1808. Inscripción que todavía hoy figura en el cuadro…
de momento.