Hacer algo “a la
chita callando” indica que una acción se está realizando en secreto,
discretamente, en silencio. Como la gran mayoría de expresiones populares
existen distintas teorías acerca de su origen. Hay quienes la atribuyen a un
antiguo juego de tabas o huesos llamado chita mientras que otros, aludiendo al carácter
silencioso de la expresión, creen que la palabra “chita” deriva de la
interjección “chist” que sirve para silenciar a una persona de forma
imperativa. Estas teorías son bastante interesantes, aunque es más que probable
que su origen haya que buscarlo en la Edad Media, en España. En aquellos
tiempos de Reconquista, los almorávides introdujeron en la Península un tipo de
felino llamado saeta o chita con fines cinegéticos. En verdad era un animal
ideal para cazar ya que era rápido, fuerte y muy silencioso. Con el tiempo los
cazadores cristianos copiaron esta costumbre musulmana pero fue tal la demanda
de chitas y el peligro de encontrarse con alguno en el monte que el rey Alfonso
X prohibió cazar con este felino, aunque hubo algunos caballeros reticentes a
esta ordenanza que siguieron haciéndolo a escondidas. De ahí lo del secreto y
el disimulo.