En el siglo X
d.C existió un personaje de lo más peculiar llamado Abdul Kassem Ismael (936 –
995) el cual tenía una gran afición: la lectura. Este gran visir del Imperio
Persa tenía una biblioteca personal compuesta por unos 117.000 volúmenes
escritos en árabe y farsi y siempre se lo podía encontrar leyendo ya fuera en
su palacio, en un oasis, o en cualquier sitio que uno pudiera imaginar. Pero
este visir sufría una gran pena, y es que debido a su cargo tenía que viajar
continuamente. Así que para solucionar este contratiempo, y poder seguir
leyendo allá donde fuera, creó una biblioteca ambulante compuesta por 400
camellos amaestrados. La idea original era no desprenderse de sus amados
ejemplares, por lo que los enseñó a caminar en fila india, a un paso cadencioso,
asignándole a cada camello una letra del alfabeto. Cada animal portaba
alrededor de 300 ejemplares y estaban a cargo de un camellero-bibliotecario que
también era responsable de la mercancía que llevaba, por lo que si un camello
se salía de la fila o se extraviaba era severamente castigado. En cualquier momento
Abdul Kassem Ismael podía solicitar un volumen y por ello los bibliotecarios del
visir tenían que ser rápidos en su cometido para sí poder colmar las
inquietudes intelectuales que embargan al visir.
jueves, 30 de agosto de 2018
domingo, 26 de agosto de 2018
LA EXTRAÑA MUERTE DE ESQUILO
El dramaturgo
Esquilo (525 – 456 a.C) ha sido junto a Sófocles y Eurípides uno de los grandes
autores del teatro griego. No solo fue un hombre de letras sino también uno de
acción ya que como buen ciudadano ateniense (había nacido en Eleusis, cerca de
Atenas) combatió contra los persas en las batallas de Maratón (490), Salamina
(480), y lo más seguro que en la de Platea (479). Tras cosechar éxitos en el
campo teatral decidió, como solían hacer muchos griegos de entonces, conocer su
destino consultando el oráculo de Delfos. Al llegar allí y tras esperar su
turno para saber qué le depararía el futuro, la pitonisa le vaticinó lo
siguiente: “Morirás aplastado por una casa”.
Como la
predicción había sido tan tajante a Esquilo le entró miedo y queriendo evitar
su destino se marchó fuera de Atenas para vivir en el campo. No le gustaba
entrar en las casas a las que era invitado y debido a ello durante un tiempo
parece que consiguió esquivar el designio de los dioses. Pero un buen día (malo
para él) el destino lo alcanzó de una manera muy peculiar. Un ave, en este caso
un quebrantahuesos, estaba planeando cuando debajo de él vio una tortuga. Con
un vuelo rápido consiguió atrapar al quelonio entre sus garras y se elevó en el
aire con la idea de estrellarlo en una roca puntiaguda y de esta manera poder
romper su duro caparazón. El quebrantahuesos, pasado un rato, observó una roca
propicia y arrojó a la tortuga, con la mala suerte que no se trataba de una
roca sino de la calva del propio Esquilo que en esos momentos estaba paseando
por el campo. El peso del animal y la velocidad de caída propiciaron que el
poeta griego muriera en el acto. Resultado: una pequeña “casa” había cumplido
el vaticinio de la sacerdotisa de Delfos.
sábado, 25 de agosto de 2018
EL ORIGEN DEL MOTE CULÉ
En el futbol es
normal que los aficionados pongan motes o apelativos a los equipos para
reconocerlos o denigrarlos. Por ejemplo a los del Real Madrid se les moteja de
merengones o vikingos; a los del Atlético de Madrid de indios o colchoneros; y
a los del Futbol Club Barcelona se les llama culés. Pero ¿por qué a los de este último equipo se le conoce por
este apodo? Hemos de remontarnos a principios del siglo XX ya que en esos años
el F.C. Barcelona no jugaba en el Camp Nou (como hoy en día) sino en un pequeño
estadio llamado popularmente La
Escopidora, situado en la calle Industria. Esta situación se dio entre 1909 y 1922 y al ser un estadio en
el que solamente cabían seis mil personas, muchos de los espectadores tenían
que sentarse en un muro que rodeaba el campo de futbol. Parece ser que las
personas que optaban por estos “asientos” cuando se sentaban se les bajaba un
poco los pantalones dejando a la vista una parte del trasero, provocando que la
gente que paseaba por debajo del muro les hiciera mucha gracia el ver una
ristra de culos blancos. Así pues, estos viandantes comenzaron a llamar culones
(en catalán cul significa culo) a los
seguidores del F.C. Barcelona.
lunes, 20 de agosto de 2018
EL VERDADERO NOMBRE DE EGIPTO
Si cogiéramos
una máquina del tiempo y nos trasladáramos a la tierra de los antiguos faraones,
lo más seguro es que los habitantes del Nilo no nos entendieran si a su tierra
la llamáramos Egipto. Éstos la llamaban Kemet
que significa “tierra negra” debido a que este era el color del del limo que
dejaba el Nilo en sus crecidas anuales. Esta expresión era la que se utilizaba
en contraposición a Deheret o “tierra
roja”, que venía a ser el desierto que se extendían más allá de las zonas fértiles.
Pasado el tiempo los griegos pasaron a llamarla Aigyptos (en latín, Aegyptus)
que según el geógrafo e historiador Estrabón significaba “más allá del Egeo” (Aegaeon
uptiōs).
viernes, 17 de agosto de 2018
¿QUÉ ERA EL CIRCO VOLANTE?
El famoso Circo
Volante hace referencia a la Jasta 11
o escuadrilla de aviones que estaban a las órdenes del aviador alemán Manfred
von Richthofen, más conocido como el Barón Rojo, durante la Primera Guerra
Mundial. Se le llamaba Circo Volante debido a varias razones. Una era que cada
avión de la escuadrilla era de distinto color (el triplano Fokker Dr. I de
Richthofen era rojo pues él quería que fuera el más visible y que atrajera a
más enemigos). Y, dos, porque los aviones se trasladaban en tren allá donde los
necesitaran y cuando llegaban a su destino se instalaban en grandes tiendas de
campaña a modo de los circos ambulantes cuando hacían su aparición en las
ciudades.