sábado, 26 de enero de 2019

LA CONQUISTA DEL VOTO FEMENINO DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA


Hasta el siglo XIX el derecho al voto era exclusivamente masculino. No fue hasta la llegada de la Segunda República (1931-1939) cuando la mujer obtuvo por fin el derecho a dar su opinión en las urnas. La llegada del nuevo régimen trajo nuevas esperanzas a la sociedad pero aunque parezca increíble algo tan de justicia como es el derecho femenino no estuvo exento de polémica en las Cortes. Una gran mayoría de los diputados estaban de acuerdo en poner en práctica el sufragio femenino pero en lo que no se aclaraban era a que sector de las mujeres otorgarlo: ¿a las solteras y viudas, a las casadas aunque discutieran con su marido acerca de quién votar en las próximas elecciones, o a toda la población femenina en general? Y lo que es más curioso, eran las propias mujeres diputadas quienes estaban enfrentadas por este tema. Por ejemplo Margarita Nelken y Victoria Kent no estaban, en ese momento, dispuestas a otorgar el voto a las mujeres ya que pensaban que darles esa oportunidad era darles votos a los elementos más reaccionarios como eran la derecha y la iglesia y que incluso podían ser manipuladas por sus maridos. Aunque les doliera opinaban que no era el momento de otorgarlo sino más adelante cuando la República fuera más fuerte. En cambio, frente a ellas se encontraba Clara Campoamor que disentía al decir que era necesario el sufragio femenino por justicia y dignidad. Al final ganó esta segunda opción (161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones) y las mujeres, por fin,  alcanzaron el justo derecho a votar. Llama la atención que en las elecciones de 1933 fueran a votar seis millones de electoras y que la derecha ganase. Debido a ello las izquierdas les echaron la culpa a las mujeres de estos resultados, aunque actualmente se sabe que los votos femeninos fueron muy repartidos, al igual que el de los hombres, y que hubo también un buen número de abstenciones de ambos sexos.