No había tiempo
que perder… ¡al rey Alfonso se le había caído un diente y nadie sabía como
endulzarle la verdad! Es por ello que una fría noche de 1894 la reina Maria
Cristina hiciera llamar urgentemente al escritor jesuita Luis Coloma para que
acudiera a Palacio. Cuando el religioso se presentó ante ella le ordenó que le
escribiera un cuento al rey para que de una manera infantil le contara el
motivo de por qué se caen los dientes. Después de recuperarse de la sorpresa inicial el jesuita
regresó a su celda y tras estudiar el asunto dio con la solución: solo existía
un ser que pudiera llevarse todos los dientes del mundo sin ser visto ni oído,
un animalillo diminuto… un ratón. De esta manera nació la figura inmortal del
Ratoncito Pérez. Días después, se presentó de nuevo ante la reina y le tendió
unos folios en los el escritor había escrito la leyenda del roedor. Parece ser
que nuestro protagonista vivía dentro
una caja de galletas en la famosa pastelería Prast de Madrid y continuamente se
escapaba de allí y se dedicaba a ir por las casas de los niños pobres y del
niño rey Buby (apelativo cariñoso con el que en la realidad la reina llamaba a
su hijo) para recoger los dientes que se les había caído. De esta manera el
ratoncito Pérez también aprovechaba la ocasión para contarle al niño rey las
penurias que pasaban los niños pobres antes de depositar un maravilloso toisón
de oro bajo la regia almohada.
A Alfonso XIII
le gustó tanto el cuento que en poco tiempo no solo consiguió hacerle olvidar
la pena por la perdida del diente, sino que también alcanzó gran fama en toda
España, tanta que se ha convertido en un mito popular en el que muchos niños todavía
creen. En homenaje a este cuento tan curioso la ciudad de Madrid le puso una
placa conmemorativa en el numero 8 de la calle Arenal ya que parece que allí
era, según el cuento, donde vivía maese Pérez. La placa nos dice lo siguiente:
Aquí vivía, en una caja de galletas, Ratón
Pérez, según el cuento que el padre Coloma escribió para el niño Alfonso XIII.