A principios del
siglo XX, justamente en 1901, la doctora y presidenta del movimiento Women´s Christian Temperante Union Anna
Hatfield pronunció un discurso en Nueva York asegurando a todos los presentes
que besarse estaba mal pues era “una práctica bárbara y malsana que debía
abolirse”. Además alegaba que en los casos en que este acto no se pudiera
evitar, como por ejemplo entre padres o hijos, recomendaba un método de
profilaxis consistente en hacer “un previo e intenso lavado bucal con algún
vigoroso antiséptico”. Las medidas de la doctora, evidentemente, no fueron bien
acogidas por la sociedad civil, sobre todo entre los jóvenes que recibían
abucheos de esta organización cuando
eran sorprendidos dándose un besito detrás de un árbol o en el cine.
Pero en cambio, si entusiasmaron y mucho a los dueños de las farmacias ya que
ganaron un montón de dinero vendiendo a los excéntricos seguidores de la
doctora Anna Hatfield grandes cantidades de elixires bucales y pastas dentríficas.