De Abraham Lincoln se cuentan un
gran número de anécdotas, destacando sobre todas ellas las que hablan de su
humanidad. Se sabe que durante la Guerra de Secesión indultó a 800 soldados que
iban a acabar siendo fusilados y que habían sido acusados de haber desertado.
Entre todos aquellos indultos destaca uno en el que un muchacho no se había
presentado en su regimiento cuando se dirigía a la batalla ya que un día antes
se había casado y se negaba a abandonar a su reciente esposa. Abraham Lincoln
no solo lo indultó sino que en la misma sentencia escribió lo siguiente:
Espero que sea muy
feliz y que nunca me reproche que le haya salvado la vida.