domingo, 16 de febrero de 2014

ÉBOLI CONTRA TERESA DE JESÚS



Hacia mediados del siglo XVI la princesa de Éboli junto con su esposo se propusieron convertir la localidad de Pastrana (Guadalajara) en un pequeño reino culto, prospero y adelantado a su tiempo. Para ello no escatimaron dinero en construir talleres textiles regentados por reconocidos artesanos flamencos y con moriscos expulsados de las Alpujarras como mano de obra. Además enriquecieron la Colegiata a la vez que reurbanizaron la ciudad. La de Éboli quería que su ciudad se convirtiera en un faro de sabiduría por lo que en 1569 no dudó en llamar a Santa Teresa de Jesús para que fundara allí dos conventos.

Todo parecía ir tranquilo en aquellos centros carmelitas hasta que en 1573 murió Ruy Gómez de Silva, esposo de la princesa. Tan afectada quedó que en medio de su dolor no dudó en querer meterse a monja bajo el nombre de Sor Ana de la Madre de Dios. Cuando la priora del convento se enteró de la noticia horrorizada y de su inminente llegada al convento exclamó:

¡La Princesa monja, ya doy por deshecha la casa!

Sus temores no fueron infundados pues aunque la de Éboli sí ingresó en el convento no lo hizo como una monja más sino que se trajo consigo todo lo que quiso: sus ricas pertenencias, sirvientas, cocineros propios… todo, evidentemente, alejado de la sobriedad y pobreza que predicaba la orden. Pero pronto se le pasó la congoja pues a los dos meses ya se había aburrido de aquel mundo volviéndose a su palacio. Aun así, mientras estuvo entre aquellos muros siguió comportándose como una persona que estuviera por encima de las demás imponiendo una fuerte disciplina a sus hermanas en oración. Es por ello que cuando Teresa de Jesús se enteró de que la princesa se había ido no dudó en escribir:

He gran lastima a las de Pastrana. Aunque se ha ido a su casa la Princesa están como cautivas… no halló por qué se ha de sufrir aquella servidumbre.

Las pobres monjas que se quedaron en Pastrana, en cuanto pudieron, una noche se escaparon a tierras segovianas buscando acomodo en otros conventos carmelitas. Fue en ese momento cuando la princesa se convirtió en enemiga acérrima de Santa Teresa de Jesús. Tanto odió tuvo que en la corte no paraba de intrigar contra ella llegando incluso a acusarla de hereje ante el Santo Oficio por su obra Libro de la Vida a la Inquisición. Aquella aventura religiosa de la princesa por poco hizo que la Santa acabara en la hoguera.