Es común en
muchos hogares, al entrar en el llamado servicio o retrete, encontrarse una
revista o libro encima de la lavadora o algún mueble para esparcimiento del que
está obrando en la taza del water. Y
es que no hay, en opinión del que escribe estas líneas, mejor lugar para leer y
pensar que este habitáculo. Pues lo mismo pensaba el poeta del siglo XVI John
Harrington a quien le gustaba escribir sus poemas mientras hacía sus
necesidades en casa. Pero nuestro rapsoda tenía un problema y es que no se
sentía del todo a gusto buscando la inspiración de las musas sentado en un
incomodo orinal. Tenía que buscar el medio de construir un lugar donde sentarse
a vaciar los esfínteres no fuera molesto ni se tuviera que hacer en cuclillas.
Durante muchos
días en los que estuvo sentado en el orinal pensó y pensó en cual sería el
diseño. Tendría que ser un artilugio grande como una silla, para que aposentar
las nalgas fuera cómodo y sencillo, y que tuviera un agujero en el centro al
estilo de los antiguos inodoros públicos romanos. Así pues en 1595 logró
encontrar la forma de construirlo y mientras terminaba de escribir su última
obra The Metamorphosis of Ajax al no
tener papel a mano plasmó su diseño en las páginas finales del libro. Tiempo después
esta obra llegó a las manos de la reina Isabel I a la cual no le interesó mucho
la historia del guerrero griego, pero si en cambio los planos que había entre
sus páginas. Se cree que se hizo construir uno en palacio pero el resultado no
satisfizo al monarca ya que aunque aquel invento era cómodo a la vez también
era muy engorroso el vaciar el contenido ya que por aquel tiempo el sistema de
drenaje y alcantarillado de Londres era muy rudimentario.
Tuvieron que
pasar casi dos siglos hasta que alguien se interesó por el invento del poeta
John Harrington. En 1775 Alexander Cummings patentó la idea original del
inodoro y tres años después (1778) John Bramah inventó la válvula y el sistema
de sifón que es la forma en que todavía hoy en día siguen funcionando nuestros
retretes.