De la misma
manera que hoy en día existen series de televisión también en el siglo XIX había
series o culebrones que enganchaba a
los lectores a comprar un periódico a diario para poder seguir las vicisitudes
de sus protagonistas. En aquellos tiempos el escritor más famoso de este tipo
de género literario se llamaba Antonio Flores (1818 – 1865) y era el culpable de
tener a medio país pendiente de una novela por entregas que se publicaba en el
diario La Nación. Pero no solo la
gente del vulgo gustaba de ese culebrón ya que la mismísima reina Isabel II era
una verdadera devota de los escritos de Antonio Flores. Y como pensaba que dada
su alta condición podía conseguir todo lo que deseara, solicitó al escritor que
le mandara un manuscrito con el desenlace final de la serie. Y para sorpresa
suya, Antonio Flores no solo se negó sino que tuvo el valor de decirle lo
siguiente: “Majestad, lamento no poder complaceros, pero ni siquiera yo tengo
idea de cómo voy a salir del enredo que he tramado. Eso sí, en cuanto lo
averigüe os lo comunicaré de inmediato”.