¿Sabías que cuando
los españoles llegaron al Nuevo Mundo, es decir a América, no solo conquistaron
grandes territorios, sino que también consiguieron proezas deportivas que
perduraron a través de los siglos? Ocurrió en 1519 cuando uno de los
lugartenientes de Hernán Cortes, Diego de Ordaz (1480- 1532), propuso que un
grupo de soldados subiera con él al volcán Popocatepetl
(también llamado Nahuatl o Montaña
Humeante por los aztecas) para demostrar a los indígenas que no había reto
imposible que los españoles no pudieran hacer. En total ascendieron alrededor
de 5452 metros de altitud, y al llegar a la cima del quinto pico más alto de
América aquellos aguerridos guerreros no se dieron cuenta de que habían
conseguido una proeza escaladora que no sería superada por el hombre hasta
trescientos años después cuando los alpinistas y aventureros empezaran a
interesarse por otra montaña aún más alta: el Himalaya. Cuando llegaron al
campamento base fueron recibidos por sus compañeros como héroes pero en cambio
los indígenas se lo tomaron bastante mal ya que consideraban a aquel volcán durmiente como sagrado y que
por tanto la hazaña de los españoles había sido sacrílega.