Hace algún
tiempo, justamente en 1861, nació en África, en lo que actualmente sería Mali
un pequeño elefante que ya desde su más tierna infancia destacó por dos
cualidades: uno, su gran tamaño; y dos, que era extremadamente dócil y cariñoso
con los humanos. Todo el mundo, sobre todo los niños gustaban de jugar con él y
es por esa razón por lo que decidieron bautizarle con el nombre de Jambo, que en el idioma de aquella zona
significa “¡Hola!” Pero fueron pasando los años y muy pronto tuvo que abandonar
su África natal siendo llevado primero al zoológico de París y, después, en
1865, trasladado al zoológico de Londres en donde viviría un total de 16 años
haciendo las delicias de grandes y pequeños, pues todo aquel que se acercaba a
su lado le saludaba con la trompa. La dirección del zoo y los londinenses
estaban encantados con él, pero en 1881, debido a problemas económicos fue
vendido a un circo, en concreto al más famoso de todos los que había en
aquellos tiempos: el circo de Barnum & Bailey.
Los habitantes
de Londres lo despidieron con lágrimas en los ojos pues pronto este circo
abandonó Inglaterra rumbo al otro lado del Océano Atlántico para hacer una gira
por Estados Unidos y Canadá. Y al igual que los ingleses, los americanos
quedaron igualmente asombrados al ver sus casi cuatro metros de altura y la
facilidad con que aprendía los trucos más complicados del espectáculo. Jumbo
(como se llamaba ahora) se convirtió en la estrella y cuando el circo llegaba a
cualquier ciudad venían a verlo de todas partes, convirtiéndose su nombre en
sinónimo de grandeza. Pero cuando el 15 de Septiembre de 1885 llegaron a la
ciudad de St. Thomas, en la zona de Ontario (Canadá), mientras ayudaba a montar
la carpa central un tren sin control lo arrolló, provocándole una muerte instantánea.
Se necesitaron un total de 150 personas para mover el cuerpo y aunque pudiera
pensarse que aquella desgracia fue un golpe duro para el circo, éstos supieron
rentabilizar los restos de Jumbo. El esqueleto fue donado al Museo de Historia
Natural de Nueva York; el corazón fue vendido a la Universidad de Cornell; y el
cuerpo embalsamado se convirtió en la nueva atracción del espectáculo hasta
1889 en que fue cedido a la Universidad de Tufts (Massachusetts), aunque en
1975 el centro sufrió un incendio y el cuerpo
se perdió para siempre.
El recuerdo de
la bondad de Jumbo todavía perdura, pues en la misma ciudad de St. Thomas
existe una avenida, una plaza y una estatua dedicada a él. Aparece mencionado
en el Ulises de James Joyce e incluso
Disney se inspiro en su docilidad para llevar a la pantalla la película de
dibujos animados Dumbo (1941). Y actualmente
la empresa Boeing decidió bautizar al famoso Boeing 747 con el nombre de Jumbo
debido a su colosal figura.