domingo, 20 de marzo de 2016

EXPEDIENTE X EN EL ALCÁZAR DE MADRID



Aunque Felipe V había  recibido de pequeño en Versalles una educación muy estricta en lo que respecta a temas religiosos, una de las cosas que su tutor, el padre François Fenelón (autor de la primera novela juvenil: Las Aventuras de Telémaco), no le pudo quitar de la cabeza fue su obsesión por el sexo. Así que cuando años después murió su joven  esposa, la reina María Luisa Gabriela de Saboya, rápidamente sus allegados tuvieron que buscarle una nueva reina para que satisficiera sus apetitos sexuales. Y después de cribar en las cortes europeas, encontraron una dama algo llenita que seguramente iba a sofocar con creces las apetencias del monarca Borbón. La elegida fue Isabel de Farnesio, más conocida por el pueblo como la parmesana. Tras el casamiento el monarca volvió a cumplir en la cama pero tantas eran las ganas que tenía que un día se le ocurrió hacerlo en la misma habitación en la que había fallecido su anterior esposa. Mucha gente le recomendó al rey no hacerlo allí, en la misma cama en la que había yacido con María Luisa Gabriela de Saboya, pues seguramente atraería alguna maldición a la corona. El ardiente Felipe no les hizo caso y prosiguió con esa idea pero a la mañana siguiente los reyes se dieron cuenta que las sabanas donde habían hecho el amor brillaban con una misteriosa luz verdiblanca. Aquello dio mucho que hablar en la corte y rápidamente Isabel de Farnesio mandó quemar cualquier sabana, almohada, cortina o mantel  que hubiera estado en contacto con la anterior reina. Pero aunque esta especie de exorcismo se llevo a cabo en uno de los patios de palacio, la extraña fosforescencia volvió a repetirse en los ropajes nuevos del monarca y de la parmesana. Esto produjo terror en el Alcázar y un duro golpe a la débil salud mental de Felipe V. Hay que señalar que este misterio, el del brillo de las sabanas y las ropas reales, nunca se resolvió, quedando como uno de los enigmas más raros acaecidos en el antiguo Alcázar de Madrid.