Aunque nos
parezca raro, a ojos de un hombre del siglo XXI, ya en la antigüedad se viajaba
por todo el mundo conocido. Los viajes por placer, de un lado al otro lado del Mediterráneo,
las visitas obligatorias de carácter oficial a uno u otro monarca o las expediciones
militares eran algo habitual en aquellos tiempos. En la antigüedad, sobre todo
griegos y romanos, viajaban por toda la
tierra habitada, o ecúmene, y
describían todo el mundo conocido, todo lo que veían mediante tratados o mapas para,
por un lado incitar a que los demás viajaran, o por dejar reflejado como era
aquel universo donde se movían ya fuera en rápidos barcos mercantes, lentos carromatos,
o a pie en cuidadas vías que iban desde el misterioso Oriente hasta el funesto
Oeste, la Tierra de los Muertos. Normalmente
los libros de Historia nos muestra que tal ejército, o tal personaje relevante
se encontraba en cual sitio, como por arte de magia, sin en ningún momento
precisar cómo había llegado allí, y que medio de transporte había utilizado. Es
como si se tele transportaran de un lado a otro por el mundo. Así pues, para
completar esas lagunas históricas, el investigador y profesor de arqueología
Jorge García Sánchez nos ofrece el siguiente libro: Viajes por el antiguo Imperio Romano, editado por Nowtilus en 2016.
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A través de sus
páginas el autor nos enseña cómo fueron esas exploraciones, fueran de tipo
militar o científico, y los tours temáticos por las grandes maravillas de la
antigüedad, siguiendo en todo momento el caminar de grandes exploradores,
aguerridos soldados que conquistaban el mundo al ritmo de sus propias caligae, o peregrinos que buscaban con
ansia la sabiduría de punta a punta del Mediterráneo. Pero para que estos
viajes se produzcan de manera fructífera, los romanos sobre todo, supieron
construir toda una red de carreteras o vías que incluso hoy en día todavía son
utilizadas y reutilizadas en muchas partes de Europa y Asia. Jorge García
Sánchez nos muestran cuáles eran, como se construían en consonancia con las
necesidades comerciales o militares del momento, y cuáles eran los medios de
transporte que transitaban por encima de sus piedras pulimentadas. Así mismo
también nos explica el otro medio de viajar que existía, por mar. Gran número
de barcos se movían ya fuera por mar abierto o cerrado e igualmente diversas
eran las rutas que estos intrépidos capitanes seguían para hacer llegar la mercancía,
ya fuera material o humana, a tierra.
Pero los caminos
no eran simplemente líneas rectas en un horizonte sin vida. Los caminos
secundarios como las vías principales estaban atestadas de hoteles, bares, stabula o mansiones de placer que al
igual que hoy en día permitían al viajero descansar de un largo viaje. Nos
describe el libro cómo eran y que servicios prestaban cada una, en qué miliario
estaban puestas y como se anunciaban para, de esta manera, atraer clientes. Además
Jorge García Sánchez nos muestra cómo esta gente no se lanzaba a los caminos a
tontas y a locas sino que lo hacían utilizando mapas detallados y rutas fijadas
en guías de viajes hechas por otros insignes viajeros. Ya fuera en tela, pergamino,
papiro o incluso tabla éstos se dejaban aconsejar por gente como Pausanias,
Estrabón, Elio Galo, pues sabían que esas recomendaciones eran de fiar y les
mostraba no solo como llegar de un lado a otro del lugar deseado sino que
también les hablaba de las costumbres de la zona, qué comer y cómo comportarse
allá donde fueran. Es decir, como las guías Michelín
de hoy en día.
En verdad leer Viajes por el antiguo Imperio Romano es
todo un placer para los sentidos pues nos acerca a un mundo poco explorado en
la historiografía actual. Conozca cómo se movían en la antigüedad y pásmense al
descubrir que algunas veces no era tan distinto a como lo hacemos hoy en día.
De la mano de Jorge García Sánchez sepan como eran los medios de transporte, y
las curiosidades y supersticiones que había en los viajes. Un periplo por la
geografía de la Antigüedad que, se lo aseguro, les va a levantar ganas de
emprender algún que otro viaje en breve.
Ya lo verán.