lunes, 1 de mayo de 2017

OPERACIÓN FALL BLAU - Juan Pastrana Piñero



Uno de los elementos esenciales de un conflicto armado es sin duda la logística y el buen aprovisionamiento del ejército. Si se tiene en cuenta este factor, sin duda alguna ya se consigue una buena base para la victoria final. Los contingentes armados de la antigüedad muchas veces no tenían este problema ya que la mayoría de los soldados no eran profesionales sino meros campesinos que al terminar la batalla volvían a sus tierras a recoger la cosecha. Eran esencialmente guerras estacionales. Pero con el paso de los siglos y el aumento de los imperios en el planeta esta idea se fue quedando arcaica. Los ejércitos estaban más tiempo en el frente y por eso o bien conseguían aprovisionarse con lo que había en territorio enemigo o bien cuidando la línea de enlace con el centro neurálgico del ejercito. Eso sí, el problema era que cuanto más se avanzaba el cordón umbilical de los suministros era más delgado y estaba más expuesto al enemigo y es por eso que debía tenerse especial vigilancia  para que el ejército no se quedara sin pertrechos ante un posible ataque. Un caballo podía alimentarse de cualquier hierbajo, pero las maquinas de guerra del siglo XX necesitaban para vivir algo más que hierba: petróleo y carbón. Ese aceite de piedra era la savia con la que los tanques, aviones y otros medios de destrucción podían funcionar. Es por eso que el petróleo fue uno de los objetivos más codiciados durante la Segunda Guerra Mundial. El que amasara más aceite negro lograría sin duda la victoria final.

Este es uno (de muchos) de los principios básicos que trata el libro que tengo entre manos: Operación Fall Blau, de Juan Pastrana Piñero. El autor nos lleva al momento clave de la Segunda Guerra Mundial en el Frente Oriental, cuando los alemanes deciden atacar y conquistar la zona sur de Rusia, el Cáucaso y así poder controlar esa rica zona. Remontemos al 22 de Junio de 1941 cuando el ejército teutón emprende uno de los ataques más grandes de la Historia: la Operación Barbarroja. En un principio este ataque, al igual que los realizados en el Oeste, surte efecto y destroza a las fuerzas rusas, pero cuando los alemanes llegan a puertas Moscú se estrellan contra sus puertas. Los rusos, repuestos del shock inicial, y tirando de su enorme masa de soldados, consiguen repeler al enemigo y lo hacen batirse en retirada. La Wehrmacht está acostumbrada a la guerra relámpago (Blitzkrieg) y no a una guerra de desgaste. Es por ello que Hitler, viendo que su ejército está atascado, y no queriendo tener dos frentes abiertos por mucho tiempo fija su vista en el sector Sur de Rusia y más allá: los jugosos pozos petrolíferos del Cáucaso. Con ello quiere, por un lado el colapso económico de Rusia, y por otro los anhelados e inmensos recursos petrolíferos que le proporcionaría su conquista para poder así luchar hasta la victoria final.

Así pues el 9 de Julio de 1942 ordena que se abran dos líneas nuevas de ataque. Por un lado el Grupo B bajo el mando del mariscal Maximilian von Weichs junto al VI Ejercito bajo el mando de otro general, Friedrich Paulus; y por otro el Grupo A bajo el mando del mariscal Wilhem von List. Y es precisamente sobre este último grupo sobre el que centrara nuestro autor su trabajo, aunque tampoco se olvidara de sucesos colaterales a esta operación como es la mastodóntica Batalla de Stalingrado (1942 – 1943). Como ocurrió un año antes las fuerzas alemanas consiguen conquistar buena parte del Cáucaso en poco tiempo, a pesar de que algunas ciudades costeras todavía se resisten. Conquistan mucho territorio, pero a pesar de su dimensión no es de vital importancia ya que se quedan a las puertas de los pozos petrolíferos, como por ejemplo el de Bakú. Como consecuencia muchas unidades se quedan en mitad de tierra de nadie, a merced de las renacidas fuerzas soviéticas y sin combustible. Hitler, como es su costumbre, se impacienta con este revés y el 9 de Septiembre  se cansa  de la Fall Blau y fija su mirada en la ciudad de Stalingrado. Anhela conquistarla y así rebajar la moral de su archi enemigo Stalin.  La ciudad del Volga se convierte en algo más que un enclave estratégico, es ya una cuestión de honor. El 19 de Noviembre los rusos comienzan la cacería de las tropas alemanas que han quedado dispersas por el Cáucaso y las empuja de vuelta hasta Ucrania. La anhelada Operación Fall Blau había fracasado y como consecuencia de ello el ejército alemán sufrirá posteriormente su mayor derrota en Stalingrado. Los vientos de la guerra comenzaban a cambiar y muy pronto Hitler y sus gerifaltes sentirían en su rostro el huracán rojo.

El libro de Juan Pastrana Piñero, Operación Fall Blau, nos muestra todos los pormenores de esa arriesgada jugada con la que el Führer quiso conquistar el Cáucaso. Se apoya en un aparato crítico impresionante y lo narra de manera apasionante para que cualquier lector pueda vibrar con esa parte de la historia bélica que queda un poco arrinconada frente a la Batalla de Stalingrado. Analiza de manera brillante los antecedentes, desarrollo y consecuencias que tuvo esta operación y cuáles fueron sus momentos cruciales. Así pues les animo a acercarse a este ensayo y disfrutar de uno de los momentos claves de la Segunda Guerra Mundial y revivir el momento en que dos superpotencias armadas lucharon a brazo partido por conseguir el dominio de la sangre de la tierra, el petróleo.