“El atardecer se
ofrecía espléndido, se sentó sobre unas piedras a contemplarlo. Desde allí,
majestuoso, el Nilo fluía incontenible arrancándole a la tarde su luz más
íntima que, en forma de destellos, se reflejaba en sus aguas en una variedad de
colores sin fin, dando vida a un valle que parecía ser eterno.” Antonio
Cabanas (El ladrón de tumbas)
Sin duda alguna
la imagen que tenemos del antiguo Egipto esta moldeada por cientos de imágenes icónicas,
películas en cinemascope y libros que
nos han enseñado que aquel místico, misterioso y poderoso reino era un lugar
gobernado por faraones con perilla, momias encerradas en altas pirámides (aunque
alguna que otra se escapaba de vez en cuando con la misión de aterrorizar a arqueólogos
victorianos ), rituales mágicos para acceder al Más Allá, o poderosas reinas
como una tal Cleopatra que engaña a incautos romanos con sus artes de
hechicería. Y todo ello adobado de símbolos egipcios. Esta es la imagen clásica
del lector profano, mientras que la de los historiadores de pro nos presenta en
cambio la visión de un Egipto pétreo, de poderosos faraones que a veces parecen
que gobiernan en solitario rodeados de un mar de arena, de espaldas al pueblo.
Y es este último, la sociedad que vive y muere al lado del Nilo la que
verdaderamente hizo a Egipto uno de los reinos más fascinantes que han
existido. Así pues les presento un trabajo bastante interesante de la
historiadora Clara Ramos Bullón que nos adentra en la vida cotidiana del pueblo
egipcio, y en el devenir diario de una sociedad que no solo respiraba muerte
sino que también era alegre en su existencia al lado de su amado rio. Sin más preámbulo: Breve Historia de la Vida cotidiana del
Antiguo Egipto: costumbres, cultura y tradiciones (Nowtilus, 2018)
Actualmente
empieza a proliferar las obras que abandonan, o se despegan, de la visión
tradicional de la Historia que siempre hemos conocido para fijar la lupa en la
sociedad que había debajo de reyes y emperadores, batallas y conquistas. También
esta nueva focalización ha alcanzado a la editorial Nowtilus que poco a poco
está introduciendo esta novísima temática. Ya lo hizo con el libro Breve Historia de la Vida Cotidiana del
Imperio Romano, de Lucía Avial Chicarro (2018). Llama la atención que al
igual que este libro que divide la vida cotidiana a lo largo de los meses de un
año, el libro que tenemos entre manos lo hace de manera parecida pero esta vez dividió
en tres grandes apartados que corresponde igualmente al año egipcio. Como decía
Herodoto “Egipto es un don del Nilo” y en verdad no erraba ni un milímetro porque
para el egipcio medio, para el labrador que luchaba por sacar adelante las
cosechas y sobrevivir a los ataques de los hipopótamos, o para el comerciante
que tenía necesidad de vender los productor que venían directamente de la
huerta, el Nilo y sus crecidas eran la auténtica vida de aquella tierra
bendecida por los dioses. Así pues Clara Ramos Bullón trocea su trabajo en tres
grandes apartados: ajet, o la
inundación que manaba del dios Hapi y que dejaba el tierno limo negro para que
fuera trabajado por los agrimensores; el peret
o la subsiguiente siembra; y finalmente el shemu
o la cosecha. Y a su vez divide cada una de las fechas principales del
calendario egipcio en otros tres capítulos que hacen referencia cada uno a una
festividad religiosa.
Al hablar de
cada una de los grandes apartados, podríamos decir que centra la estación del ajet sobre todo en el ámbito urbano.
Aquí se nos habla de los grandes protagonistas que erigieron los templos y pirámides:
los mineros, canteros, pintores, escultores y albañiles, y los pintores o
escribas que supieron inmortalizar cada trazo de inmortalidad. Nos cuenta el
día a día de su trabajo desde el alba hasta el ocaso, a la vez que se centra en
su salud y en cómo era el ritual mortuorio y su posterior enterramiento no solo
para ricos sino también para pobres. En cambio con la estación central del peret (la siembra) nos alejamos un
momento de ese ambiente de roca tallada para acercarnos en un breve viaje al
campo, a como se cultivaba y como se vivía del Nilo. De la misma manera vemos
como se vestían los egipcios, cual era o eran las modas imperantes a lo largo
de los siglos y como se cuidaban y aderezaban sus vestimentas. Finalmente en la estación terminal, la de shemu, la autora nos trae todo un festín
de comida, pues los egipcios no solo vivían de rezos sino que también les
gustaba una buena comida acompañada de una buena cerveza. ¿Qué comían y cómo lo
cocinaban? Clara Ramos Bullón nos lo especifica de manera tan gráfica que en
algunos momentos se nos hace agua la boca. En este capítulo también se adentra
en cómo era la vida de un egipcio desde que se casaba hasta que se moría, y
como pueblo que deseaba y pensaba en el Más allá continuamente termina
escribiendo sobre los dioses y en cómo estaba configurada toda la eternidad.
Nos encontramos
con un libro bastante didáctico, ameno y muy bien documentado que descorre el
velo de la seriedad palaciega, y nos hace vivir como auténticos egipcios,
sabiendo apreciar sus mil y un detalles de la existencia de una las culturas
más ricas de la Historia.