Una de las
características del fútbol español de los años 70 es la masiva incorporación de
jugadores sudamericanos a La Liga. La mayoría de ellos llegaban aquí portando
pasaporte español alegando que eran descendientes de emigrantes españoles. Muchos
de ellos eran verdaderamente hijos de españoles que vivían en Sudamérica, pero
junto a ellos también se dieron casos de fraude, como por ejemplo casos de emigrantes
que por cuatro duros alegaban tener hijos futbolistas. Uno de estos últimos
casos de estafa tuvo como protagonista a un jugador argentino llamado Ramón Aguirre
Suárez que terminó fichando por el Granada Club de Futbol en 1971. El por
entonces entrenador del club, Bernardino Pérez, fue a recogerlo al aeropuerto y
durante todo el trayecto en coche al estadio para la rueda de prensa no paró de
decirle una y otra vez: “Tu padre es de Pamplona”. Pero cuando estuvo delante
de los periodistas uno le preguntó: “¿Así que tu padre es navarro, no?” A lo
que él contestó con cierto enfado: “De navarro, nada; de Pamplona”. Vamos, que
terminó de arreglarlo.
lunes, 26 de septiembre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2016
UNA PERRUNA CORTINA DE HUMO
El controvertido
político ateniense Alcibíades, sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates, tenía un perro del cual estaba muy orgulloso.
Cuando lo había comprado por 70 minas (un precio exorbitante en su tiempo) sus
amigos le comentaron asombrados el buen porte que tenía el can y lo obediente
que era. Un día, precisamente cuando el propio Alcibíades estaba pasando una
serie de dificultades políticas, tanto sus amigos más íntimos amigos como sus
más acérrimos enemigos vieron asombrados como éste se paseaba por el ágora llevando
tras de sí al animal con el rabo cortado. Aquello causó un gran revuelo y
durante los días siguientes no se habló más en Atenas que de ese tema. Cuando
le preguntaron indignados el motivo por el que había hecho aquella salvajada,
Alcibiades, con una leve sonrisa, les respondió: “Era precisamente lo que
buscaba. Mientras vosotros no parabais de hablar del rabo de mi perro, sin
daros cuenta os habéis olvidado de los verdaderos problemas que hay en la
ciudad”.
miércoles, 21 de septiembre de 2016
BUSCANDO LA INMORTALIDAD
El primer
emperador de China Qin Shihuang Di (260 – 210 a- C) era una persona obsesionada
con la inmortalidad. Su mayor miedo era dejar esta vida, y por eso no dudaba en
seguir los consejos de cualquier astrologo, alquimista o mago que hubiera cerca
de él. Tan crédulo era que si alguno de ellos le decía que la corte al completo
debía vestir de negro porque las constelaciones lo dictaban así, decretada que
todas las personas se pusieran ropas oscuras pues este color se correspondía
con el agua, que era el elemento protector de la dinastía Qin. ¡Hasta la ropa
interior debía ser negra! Como se puede ver este gran emperador hacía caso a
cualquier charlatán que hubiera en China. Pero según cuenta las crónicas su
miedo fue más allá pues en su obsesión por ser eterno mandaba regularmente al
mar una gran cantidad de barcos llenos de jóvenes chinos con la esperanza de
que alguno arribara a las famosas Islas de la Inmortalidad y traerle la pócima que
eludiera la muerte. Obviamente ninguno de ellos se la trajo y por eso
desesperado sustituyó esa añorada pócima por bebedizos hechos de mercurio, que
según los magos de la corte le iban hacer vivir muchos años. Y claro está este
hábito lo llevó directamente a la tumba.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
LAS HORMIGAS CODICIOSAS
Algunas veces el
gran historiador Herodoto (484- 425 a.C) contaba a sus coetáneos leyendas que les
dejaban atónitos. Una de ellas nos habla de una especie muy curiosa de hormigas
que se pirraban por el oro y que no paraban de abrir agujeros en el suelo
buscando este metal tan codiciado. Según él estos insectos eran:
“… una especie de hormigas gigantes, mayores
que un zorro pero más pequeñas que un perro. Estas curiosas criaturas tienen
sus madrigueras bajo el suelo. Para hacer sus nidos excavan en la tierra y
luego la amontonan fuera al igual que las hormigas que nosotros conocemos. Como
las tierras en las que habitan poseen un rico contenido en oro, estas hormigas
se encargan de sacarlo de las profundidades. Los indios asentados en las cercanías
roban esta arena cargada de oro y comercian con ella. (…)Incluso nos dice
dónde vivían estos ladrones de oro: En la
zona fronteriza a la ciudad de Caspatiro y a la provincia Pactica, y situada
hacia el Bóreas al Norte, con un modo de vivir parecido al de los Bactrianos,
estos indios y sobre todo los guerreros más valientes, son los encargados de la
conducción y extracción del oro citado. Esta es una zona donde el oro se
encuentra en gran cantidad, bien en las minas, arrastrado por los ríos o robado
a las hormigas”.
Ahí es nada. Y
es que en aquellos años, debido sobre todo a que la gente de a pie no hacía
mucho turismo, y que muchas veces se mezclaba la realidad y la fantasía en los
relatos de viaje, la palabra de Herodoto iba a misa. Tanto que se decía que los
reyes persas utilizaban a estas hormigas como esclavas para que les buscaran
riquezas sin límites. Hasta el sabio San Isidoro de Sevilla, en sus Etimologías habla sobre esta especie tan
curiosa. Pero pasado los siglos se descubrió que toda esta historia de las
hormigas buscadora de oro era una mera equivocación. En 1980 un antropólogo
francés llamado Michel Peissel decidió
buscar algún resto de verdad en esta leyenda y viajó a la zona que Herodoto nos
dice. Lo primero que hizo fue localizar la comarca donde deberían estar estas áureas
hormigas. Se trata de la llanura de Dansar, en la frontera indopaquistaní, un
sitio abrupto y seco difícil de llegar. Pero cuando investigó sobre el terreno
se dio cuenta de que dichas hormigas gigantes no eran otra cosa que una
variedad de marmota asiática conocida como marmota bobak. A este animal le gusta hacer agujeros en el suelo y al igual
que las supuestas hormigas amontonar la arena al lado de la madriguera.
lunes, 5 de septiembre de 2016
LOS JARDINES DE LA VICTORIA
Durante la
Segunda Guerra Mundial no solo se luchó en el frente o tras las trincheras en
una auténtica guerra de espías y sabotaje, sino que también en muchos países en
conflicto apareció lo que se llamó el “frente doméstico”. Se instaba a los
ciudadanos a colaborar en cualquier cosa que ayudara a sus soldados, ya fuera
comprando bonos de guerra, no derrochando recursos naturales o incluso asociándose
con sus vecinos para crear lo que se llamó Los
Jardines de la Victoria. Estos comenzaron a proliferar en países como
Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá o incluso en Alemania, y tenían como
misión, además de cultivar comida, hacer que la gente se sintiera participe
aumentando con ello el orgullo personal y nacional. En Estados Unidos, por
ejemplo, se llegaron a plantar entre 1939 y 1945 alrededor de 20 millones de
ellos. La población se reunía en estos lugares y compartían información y
experiencia para conseguir una cosecha excelente. Se cultivaba en cualquier
sitio productivo, ya fuera en el jardín de casa, algún descampado o en campos
de golf. En Gran Bretaña además reutilizaban los cráteres dejados por las
bombas alemanas. Estos nuevos granjeros trabajaban incasablemente en sus
pequeños huertos comunales pues sabían que todo esfuerzo era poco con tal de
que sus alimentos alimentaran a los jóvenes que luchaban por la victoria.