miércoles, 30 de noviembre de 2011

ROCROI NO FUE EL FINAL


Por José Antonio

Durante el reinado de los Austrias España tenía uno de las unidades de ejército más eficaz, dura y temida de la historia de la Humanidad: los Tercios. Éstos fueron el primer ejército moderno de la historia, si entendemos como moderno que estaba conformado por voluntarios pagados en lugar de las tradicionales levas o la contratación de mercenarios para una campaña determinada. Los tercios tenían buen cuidado de mantener en sus filas a “soldados viejos”, además de anteponer el honor de hidalgos y cristianos viejos a otros aspectos. Esto hizo que se convirtieran en el mejor ejército de infantería durante un siglo y medio. Por otro lado, fueron la primera unidad de ejército que mezcló la tradicional pica con el armamento de fuego.

Tradicionalmente se ha dicho que los Tercios fueron aniquilados en la batalla de Rocroi y que a partir de ahí perdieron su esplendor. Sin embargo no fue así. En Rocroi se enfrentaban los ejércitos de España y los de Francia. Se luchó en inferioridad numérica, cosa que era habitual pero que estos bravos contendientes suplían con su valor. Sin embargo, subestimaron el potencial del ejército galo y los que allí luchaban fueron aniquilados. La propaganda francesa hizo de esta victoria un hito en su historia y dando a entender que los Tercios habían sido eliminados y que a partir de esta derrota la hegemonía de la infantería española dejó de existir.
Esto es falso. Después de Rocroi los Tercios españoles lucharon y vencieron en multitud de batallas manteniendo el pabellón español en todo lo alto y siguieron siendo temidos por sus enemigos. Por ejemplo, tras Rocroi los Tercios aniquilaron al ejército francés en Valenciennes.

Lo que sí es cierto es que fue una derrota moral y que, tal vez, fue el comienzo del fin del poderío militar español en Europa, pero los Tercios no fueron aniquilados en Rocroi como pregonan nuestros vecinos.


 

martes, 29 de noviembre de 2011

FELIPE V, EL REY MELANCÓLICO



Es curioso ver como aquel rey, que en pleno apogeo de la Guerra de Sucesión era apodado “el Animoso” por su valentía al ponerse al frente de sus tropas, llegó a caer posteriormente en una honda depresión, en una envolvente melancolía, que trajo de cabeza a todo el reino y a sus más allegados.

Ya desde pequeño, el futuro roi d’ Espagne demostró que era un joven de carácter abúlico e inseguro y que caía continuamente en breves periodos melancólicos. Aunque en las batallas contra los austracistas del pretendiente Carlos, impresionara a sus allegados con sus hazañas, en cuanto llegó a reinar y se vio enclaustrado en un viejo y oscuro Alcazar, tan distinto al fastuoso Versalles que había conocido en su juventud, su mente empezó a descender a los abismos de la demencia con una rapidez inusitada. Eran continuas las apariciones de estos “vapores melancólicos” que le obligaba a encerrarse y a confesarse de continuo.

A pesar de haberse quedado viudo de su primera esposa, María Luisa Gabriela de Saboya, y posteriormente haber encontrado de nuevo el amor en la figura de la brava donna, Isabel de Farnesio, la salud del rey siguió en declive. La inestabilidad emocional iba en aumento. En 1717 tuvo un gran brote depresivo en el que Felipe V sufría continuas pesadillas en las cuales trataba de ensartar a un fantasma con una espada. Además quería arrancarse la cabeza, pues padecía grandes cefaleas, astenias, trastornos gástricos y del sueño. Empezó a convertirse en un gran hipocondríaco sentándole cualquier cosa mal, desde una leve brisa hasta que saliera el sol por las mañanas. Poco quedaba de aquel bravo guerrero, pues muchos le veían envejecido y sucio.

Su esposa, la reina Isabel de Farnesio, era una mujer de carácter fuerte que en todo momento aguanto de manera directa la enfermedad mental de su esposo, sin caer nunca en el desanimo. Esto hizo que pasado un tiempo el rey volviera a la normalidad y volviera a dirigir el reino con fuerza y vigor. Pero en 1728 volvió a recaer, esta vez de manera grave. Recibía a los embajadores en camisa, sin pantalones y descalzo. Gritaba por los corredores mientras corría y se autolesionaba todo el rato a base de mordiscos. No dormía, comía en exceso e incluso cambió el orden habitual de vida, pues dormía durante el día y trabajaba con sus ministros de noche, a la luz de las velas. Su locura llegó a tal extremo que empezó a creer que todo el mundo quería envenenarlo a través de las ropas que se ponía, por lo que comenzó a llevar solo una muda puesta hasta que se le caía a pedazos y bebía continuamente triaca para evitar los fingidos envenenamientos


La reina, para distraerlo, decidió hacer continuamente “jornadas reales” es decir visitas a diferentes sitios de la Península, cacerías y fiestas. Pero todo ello fue en vano, pues la enfermedad ya era irreversible. Se negaba a afeitarse y a cortarse las uñas llevándolas larguísimas por lo que no podía llevar zapatos. Esta demencia degeneró incluso en alucinaciones creyéndose algunas veces que era un sapo o rana (se lo encontraron más de una noche de rodillas en los jardines de La Granja de San Ildefonso con la boca abierta esperando a una mosca) o que estaba muerto en vida. Incluso llegó a intentar montar a los caballos de los tapices reales.

En este punto es cuando, por sugerencia de los ministros, los nobles e Isabel de Farnesio, llega a España el gran castrato Carlo Broschi, llamado por todos Farinelli, para que con su increíble voz mitigara un poco  la melancolía del rey. ¡Y lo consiguió! Su Majestad se sintió más aliviado obligándole a cantar en cualquier lugar que estuviera para que esa música lo alejara de su temida enfermedad.



lunes, 28 de noviembre de 2011

MURIÓ LA SONRISA

Por: José Antonio

Durante muchos años la imagen de la Iglesia Católica en el mundo fue la de Karol Wojtyla, un papa ultraconservador que, como dijo un cardenal de la Curia, llenaba estadios y vaciaba iglesias. Sin embargo, hubo un antecesor que en la historia de la Iglesia apenas se le menciona: Albino Luciani, más conocido como Juan Pablo I. Tal vez su ausencia de la historia eclesiástica se deba al corto periodo de tiempo que sostuvo el báculo de Pedro: un mes; tal vez sea porque fue un incordio para la Curia ultraconservadora, como lo fue en su tiempo Juan XXIII. Juan Pablo I murió en extrañas circunstancias un mes después de calzarse las sandalias del pescador. ¿Fue muerte natural, como asegura la Iglesia? ¿Fue asesinado? Estas son las incógnitas que rodean a su muerte y flotan sobre la conciencia de la Curia.

El Vaticano afirma que Juan Pablo I murió de muerte natural provocada por un infarto en su cama. Sin embargo, no se hizo autopsia alguna porque, según la versión oficial vaticana, la familia se opuso. No obstante no fue así. El cuerpo del pontífice fue encontrado por una de las religiosas que cuidaban de él y no por el sacerdote irlandés John Magee (por cierto, éste fue elevado al obispado por Juan Pablo II) y no fue en la cama, sino en su escritorio.
Juan Pablo I pretendía ahondar en la crisis de la Iglesia y, tal y como hiciera Juan XXIII, realizar las reformas necesarias para adecuar la Institución a los nuevos tiempos y al correr de la sociedad. Es decir, acercar de nuevo la Iglesia al pueblo y no al contrario como pretenden los ultraconservadores.  Una de sus prioridades era la clarificación de las cuentas vaticanas. Siendo Patriarca de Venecia la Banca Vaticana vendió a la Banca Ambrosiana la Banca Catolica del Veneto sin consultarle a él como jerarca de dicha diócesis. Quien lo hizo fue el famoso cardenal Marcinkus. Este hecho hizo que el entonces cardenal Luciani se enfrentara a la Curia y a Marcinkus, ya que veía una administración de las cuentas vaticanas muy oscura. La Banca Catolica del Veneto estaba especializada en la concesión de préstamos a bajo interés a personas necesitadas. Una vez ascendido a Papa, Luciani toma cartas en el asunto y comienza a investigar, descubriendo un movimiento a tres bandas entre el Banco Ambrosiano, Michele Sindona (el banquero de la Mafia) y Marcinkus para aprovechar el amplio margen de maniobra económico del Vaticano para evadir impuestos y blanquear dinero. Juan Pablo I sufre una gran decepción. Hay que purificar el templo y echar de él a los mercaderes, dijo Luciani.

Días después Juan Pablo I muere en extrañas circunstancias. El Vaticano cerró el caso con la versión oficial comentada anteriormente. Había que quitarse al muerto de encima cuanto antes. Investigaciones posteriores han demostrado que el Papa de la Sonrisa fue asesinado. Pero…, ¿quién lo hizo?
La versión oficial afirma que Juan Pablo I estaba gravemente enfermo. No obstante, esto es totalmente falso. Su propio médico personal afirma que Luciani tenía un estado de salud excelente. Ni siquiera tenía dolores de cabeza. También se ha determinado que no murió de infarto, ya que no existió lucha con la muerte. Según la hermana Vincenza el Papa estaba sentado, con las gafas puestas y unas hojas de papel en las manos. Tenía la cabeza ladeada y en su rostro se dibujaba una sonrisa. ¿Qué tenía en las manos? Según el Vaticano tenía el Kempis, pero este volumen es demasiado grueso para sostenerlo entre los dedos. En esas hojas de papel se encontraba el plan de profundos cambios en el Vaticano que pensaba introducir y que fueron expuestos ese mismo día al Secretario de Estado, cardenal Villot. Ése fue el detonante de su muerte.

Juan Pablo I murió asesinado, envenenado por la ingestión masiva de un vasodilatador. Se trata de una medicación contraindicada para personas con la tensión baja, y Luciani tenía la tensión baja. Por eso estaba sonriendo. Si hubiera muerto de infarto, como afirma el Vaticano, su rostro estaría crispado puesto que habría ocurrido la lucha con la muerte de la que se habló anteriormente. El efecto del vasodilatador en Luciani lo que le provocó fue un profundo sueño, ningún tipo de dolor. Al Papa le fue aplicado el veneno por inyección y, según el embajador francés en el Vaticano en aquellos días, fue un mafioso llamado Brucciato acompañado de dos cardenales de la Curia, el cardenal Marcinkus y el Secretario de Estado Vaticano cardenal Villot.
Fue una muerte provocada en el momento oportuno. Los folios que sostenía en la mano Luciani contenían el nuevo organigrama de la Curia y de la Iglesia italiana: dimisión de Villot y de monseñor Colombo, obispo de Milán. En la conversación con Villot, éste le dijo al Papa: Usted es libre de decidir y yo obedeceré, pero sepa que estos cambios supondrían una traición a la memoria de Pablo VI. Luciani respondió que ningún Papa gobierna eternamente.

A Juan Pablo I lo matan porque quiere reformar la Iglesia desde arriba, darle más importancia a la mujer en la Iglesia, enfrentarse a la Mafia que campa por sus respetos entre la Curia y un largo etc. El detonante final fue el tema de la Banca Vaticana y la quiebra del banco Ambrosiano, que con su predecesor, el Papa polaco, se produjo. La diferencia fue que Juan Pablo II echó a algunos de esos mercaderes de los que hablaba Luciani, pero se echó en brazos de instituciones integristas, cosa que no molestaba a la Curia.
Juan Pablo I fue un Papa que no quería ser Jefe de Estado, que no quería ni escoltas ni soldados, que quería en la renovación profunda de la Iglesia para adaptarla a los nuevos tiempos y no enfrentarla al progreso. Fue un Papa para los necesitados que quería promover en el Vaticano un gran instituto de la caridad. Fue un Papa para la gente que no creía en el poder del dinero si no era para darlo a los demás. Por eso le mataron, por eso murió el Papa de la Sonrisa.

domingo, 27 de noviembre de 2011

EL BUZÓN DE ANTONIO MACHADO



Es bien sabido por todos que Antonio Machado, naufrago de la Guerra Civil española, murió exiliado el 22 de Febrero de 1939 en un  pueblecito francés llamado Colliure. Que mucha gente afecta al poeta, que también había sido expulsada de España, acudió a su entierro y que incluso, días después, el sepulturero del cementerio oyó música cerca de la lápida del escritor descubriendo con asombro que era un violonchelista llamado Pau Casals,  que con gran emoción le tributaba homenaje rasgando la melodía del Cant dels ocells.



Pero pocas personas saben que nuestro insigne poeta, después de muerto ha seguido recibiendo correspondencia de todas partes del mundo. Parece ser que todo empezó justamente cuando Antonio Machado y su madre Ana Ruiz, en 1958 ya pudieron gozar de tumba propia, abandonando la provisional que le habían cedido al morir. Poco a poco empezaron a aparecer encima de la lápida algunos escritos sobre la tumba pidiéndole favores y preces laicas. Como el descanso eterno del poeta se estaba llenando de estos escritos, en 1983, la localidad de Colliure decidió alojar un buzón al lado de la tumba para evitar que las cartas se perdieran, ya que son cientos las que llegan todos los años.

Año tras año el buzón de Machado ha funcionado gracias a la acción voluntaria de  personas buenas y desinteresadas, hallándose en él, cuando vacían las sacas, todo tipo de escritos en diferentes formatos, desde las típicas cartas hasta los  soportes más variopintos como por ejemplo piedras, libros, servilletas, recibos, kleenex, partituras, folletos, facturas, entradas, papel higiénico, hojas secas o papel de fumar... demostrando que pocas personas pueden vanagloriarse de recibir tanto amor impreso en los tiempos informáticos que vivimos .



viernes, 25 de noviembre de 2011

EL PAÑO: EL REFLEJO DE UNA ESPAÑA QUE SE NOS FUE

Por: José Antonio

En los institutos y colegios españoles se habla del ejemplo de la industria textil catalana como paradigma del crecimiento industrial de España en la Revolución Industrial. Sin embargo, ¿sabían ustedes que la industria de manufacturación de la lana durante el siglo XVIII estuvo centralizada en un pequeño pueblo de Cáceres llamado Torrejoncillo?

Durante este siglo la producción de paño basto y bayeta en Torrejoncillo era llevada por 118 fabricantes que atendían al 40% de la demanda de paño de toda España y Portugal. Este porcentaje se podría comparar con un 80% en términos actuales, dado que aún en España se tejía el paño en los hogares que no tenían más recursos que comprar el vellón. Había más demanda que producción, lo que hizo que se aumentaran los niveles productivos creando en la zona una prosperidad nunca recuperada.

Esta producción venía dada por la calidad de ese paño ya que, según documentos de la época, el paño de Torrejoncillo duraba cuatro veces más que el mejor paño de Tarrasa y podía ser utilizado tanto para el pueblo como para confecciones de mayor calidad. El propio rey Carlos III compraba varas de este paño todos los años para uso en Palacio.

Los cambios en los modelos industriales, la pujanza de otros lugares donde se utilizaron modelos de producción importados de Europa (Béjar, Cataluña), además de la Guerra de Independencia provocaron que el comercio de paño de Torrejoncillo cayera a niveles del siglo XVII. Esto también provocó una bajada en la calidad del género que el canto popular refleja:

Aunque en Béjar le pongan más brillo
Para paños en Torrejoncillo

Siempre en España se ha hablado de la importancia de la industria de la lana, de la Mesta, pero hay un periodo en el tiempo que ocupa el siglo XVIII que apenas es tratado por historiadores. El tiempo de una España que se fue; el tiempo en que los pequeños manufactureros tenían un poder dentro de la economía que daba esplendor a pequeñas regiones hoy olvidadas.

jueves, 24 de noviembre de 2011

LOS "ECHADORES"



No hay duda de que el ser humano es oportunista y, a parte de algunas personas integras, normalmente solemos utilizar la expresión “un dulce no amarga a nadie” para exculpanos a nosotros mismos de nuestros instintos más primarios de gorron. Que alguien se aproveche de algo que ha sido hecho para otras personas, se ha dado durante toda la historia, llegando incluso al mismo terreno intimo de la religión, dándose por ejemplos casos en el mismisimo Camino de Santiago.

Los galloferos y bordoneros, eran unos pícaros que vivian de comer y beber de gorra por todos los hospitales que habia en el Camino. A partir del siglo XVI se instaura y fija la figura del “echador”, persona que sirve como guarda en cada hospital y cuyo objetivo era reconocer y memorizar el rostro de cualquier pícaro que quisiera comer y beber “de gorra” y posteriormente echarlo de allí. Estos vigilantes estaban pagados por los hospitales de las villas y pronto supieron cortar de raíz el problema de los gorrones que quitaban la comida a los verdaderos peregrinos del Camino de Santiago.

martes, 22 de noviembre de 2011

UN EXTRAÑO ASESINATO


Por: José Antonio

Que el asesinato del presidente Kennedy es un misterio y que ha dado argumento necesario para escribir libros y rodar películas es un hecho, dado el carácter del personaje muerto. Todos hemos visto las imágenes de JFK en el coche descapotable dejándose la vida en Elm Street con su esposa Jacqueline abrazando el cuerpo. Aquella mañana en Dallas el mundo se sobrecogió: habían asesinado a un presidente de EE.UU. ¿Quiénes fueron los inductores del magnicidio? Esta pregunta ha dado lugar a teorías conspirativas en las que las instituciones del Estado eran las responsables de urdir un plan para eliminar a un personaje que les resultaba incómodo. Ahí está la gran película de Oliver Stone en la que a través de la investigación del fiscal Jim Garrison vamos viendo cómo se utilizó a Lee Harvey Oswald como cabeza de turco y fueron instancias superiores quienes crearon un plan para eliminar a Kennedy.

Pero hoy no vamos a hablar de John F. Kennedy, sino del asesinato de don Juan de Tassis en las calles de Madrid en el año 1622, una muerte similar puesto que se produjo en una calle mientras el muerto iba en un coche de caballos. Juan de Tassis, conde de Villamediana, era un personaje en la corte de Felipe IV. Soldado, poeta, amante de la buena vida, muy amante de las mujeres fue amado y odiado y llegó a ser un estorbo para los dirigentes de la época. Galante hasta lo máximo con las mujeres, mordaz en sus versos, se fue generando multitud de enemigos que incluso llegaron a denunciarlo ante el Tribunal del Santo Oficio por delito de sodomía. Corrían por Madrid historias constantes sobre sus amores, entre los que se hallaban la propia esposa del rey, la hermosa Isabel de Borbón. De ahí la expresión del propio Felipe IV cuando alguien le hizo ver la pericia del conde en el arte de picar toros: Pica muy bien, pero pica muy alto.

El 21 de agosto de 1622 regresaba don Juan de Tassis del Alcázar en un coche de caballos descubierto por la calle Mayor. Ahí fue asaltado por dos ballesteros reales, Alonso Mateo e Ignacio Méndez, quienes le dieron muerte. La extrema protección que se les dio posteriormente comenzó a despertar los rumores sobre los inductores del crimen. Villamediana tenía multitud de enemigos. ¿Quién mató al conde? Todo parece indicar que los autores intelectuales del asesinato fueron el propio Felipe IV, aquejado de un ataque de cuernos, y su valido, don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, éste por razones de Estado.

Sin embargo los motivos amorosos podrían ser sólo producto de teorías conspirativas o de quienes le quieren dar una pátina de heroísmo y gallardía al propio Villamediana. Es cierto que Juan de Tassis había puesto su objetivo amoroso en la propia reina. Recordemos sus versos son mis amores reales, o el episodio en el que en una representación teatral en Aranjuez se produjo un incendio y Villamediana sacó a la propia reina en brazos a un lugar más seguros. Sin embargo, lo más probable es que el verdadero móvil fuera político. Tras la muerte de Felipe III se produjo una lucha feroz en la corte por conseguir la privanza del nuevo rey y el conde era un verdadero estorbo para las aspiraciones de Olivares. Su carácter mujeriego y su cargo de Correo Mayor le hacían tener acceso a muchos secretos de la Corte. Si a esto unimos el ingenio de sus versos en los que no dejaba títere con cabeza y en los que aparecieron todos los personajes importantes de ese Madrid de principios del siglo XVII:

Vine a Madrid y no conozco el Prado,
Y no lo desconozco por olvido
Sino porque me consta que es pisado
Por muchos que debiera ser pacido

Era un personaje incómodo y a Olivares no le fue difícil convencer a Felipe IV de que había que prescindir de él. Su asesinato fue una ejecución. Nadie habló de ello, pero todo el mundo lo sabía, tal y como reflejó don Luis de Góngora en sus versos:

Mentidero de Madrid,
Decidnos, ¿quién mató al conde?
Ni se sabe ni se esconde
Sin discurso, discurrid.
Dicen que lo mató el Cid,
Por ser el conde Lozano,
¡disparate chabacano!
La verdad del caso ha sido
Que el matador fue Bellido
Y el impulso soberano

lunes, 21 de noviembre de 2011

PACO, UN PERRO MUY TERTULIANO



Un cuatro de Octubre de 1879, día de San Francisco de Asís, un paseante habitual de las calles madrileñas, como no tenía otra cosa que hacer, decidió entrar en el Café Fornos situado en una esquina de la calle Alcalá con la de Peligros. Aunque hacía un poquito de frío, nuestro amigo iba desnudo, pero a él no le importaba, pues es normal que entre la raza canina no se lleven pantalones ni camisas. Un poco tímido se quedó en la puerta viendo las grandes lámparas, pero como el hambre pudo más decidió entrar y probar suerte. Pasó por debajo de algunas mesas, sin que nadie reparara en él, hasta que llegó a una que le gustó y quedándose muy quietecito para ver a su dueño. Éste era, nada más ni nada menos, que Don Gonzalo de Saavedra y Fajardo, Marqués de Bogaraya y Grande de España (futuro alcalde de Madrid), al que le hizo mucha gracia el can y que para asombro de sus amigos lo sentó a la mesa dándole de comer además de un hueso una copiosa comida. Después, este bonachón marqués pidió una botella de champán con la que regó la cabeza de nuestro perro y con voz solemne lo bautizó de la siguiente manera:

Yo te bautizo en el nombre de mi nobiliaria gana con el nombre de Paco. Y te encomiendo, desde ahora, al serafín de Asís, reconociéndome yo como tu padrino para cuando tu santo patrono te descuide en el socorrerte y defenderte. Amén.

Desde aquel día Paco no se perdía ninguna tertulia en el Café Fornos, convirtiéndose en la mascota de todos los habituales llegando a ser en de las más curiosas atracciones de aquel Madrid costumbrista. Era puntual a su cita diaria y se paseaba entre las mesas como si el establecimiento fuera suyo, unas veces solicitando algún alimento con ojillos dulces y otras dando su opinión a tal o cual tertuliano con un rotundo ladrido que ponía las cosas en su sitio. Aun así, cuando el Café Fornos cerraba o no le atendían debidamente se trasladaba al de enfrente, El Café Suizo, o a cualquier otro de la capital en donde le hicieran algo de caso. Era tanta su popularidad que incluso se llegó a escribir valses y polkas en su honor con que los jóvenes madrileños bailaban en honor de tan increíble cán.

También le gustaban los toros y era muy común, los días en que toreaba Frascuelo, verlo en el número 22 de la calle Arenal esperando al diestro para acompañarlo hasta la plaza y desde allí desearle suerte con un alegre movimiento de su cola. Pero el gusto por los toros fue su perdición y un día en que un novillero estaba haciendo una faena horrible en la plaza, Paco saltó a la arena y comenzó a ladrar al torero por lo mal que lo estaba haciendo. Entre ladrido y ladrido, el diestro perdió tanto la paciencia que atravesó con el estoque a Paco. La ira del público fue tan grande que las autoridades tuvieron que escoltar al torero pues estuvieron a punto de lincharlo y matarlo allí mismo. Rápidamente los veterinarios se llevaron al perro pero aunque pusieron toda su ciencia para salvarlo murió allí mismo.

Fue enterrado en los jardines del Buen Retiro, y fue muy llorado por todo Madrid. Los hombres iban de negro, al igual que las mujeres, y muchas cafés cerraron ese día por la memoria de un perro, de nombre Paco, que pasó de ser historia a leyenda auténtica de Madrid.

sábado, 19 de noviembre de 2011

RESEÑA: TODO LO QUE DEBE SABER SOBRE EL ANTIGUO EGIPTO, de Luis González González



Loor a ti, oh, Nilo, que brotas de la tierra y vienes a alimentar a Egipto...

Cuando una persona que no es especialista en el mundo egipcio le preguntan sobre la historia del fértil Nilo, solamente se imagina arena, montones de arena incrustadas en prístinas dunas; pirámides derruidas y carcomidas por el paso de los siglos; o temibles momias cinematográficas que atemorizan al explorador a ritmo de maldición milenaria. Esta visión, para un neófito, es harto disculpable por su incultura pero no debería ser así para el común de las personas que están interesadas en el mundo antiguo y sobre todo en el Egipto faraónico. Por ello, el joven investigador gallego Luís González González se ha propuesto ilustrarnos mediante la confección del ensayo Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto para que enseñe a cualquier tipo de persona la vibrante aventura de un pueblo trabajador y enigmático a la vez a lo largo de tres mil años de existencia.

Como les he indicado antes, el culpable de que tengamos entre nuestras manos este excelente volumen sobre la historia del reino de las Dos Coronas, es Luís González González. Durante toda su vida ha sido un gran apasionado de la historia egipcia, lo que le ha llevado en muchos casos a difundir y compartir su afición mediante libros, conferencias e incluso entrevistas en televisión con programas como Un viaje iniciático por el Antiguo Egipto, La estirpe de Isis o Tutankhamon y la KV 62. Debido a esta predilección por el mundo egipcio y por los misterios en general, también ha participado en La Rosa de los Vientos donde a través de las ondas ha mostrado las maravillas faraónicas a todos los radioyentes.

Pero como parece que el autor no ha tenido suficiente ha querido seguir enseñándonos y deleitándonos con la siguiente obra: Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto publicado por Nowtilus en la colección Historia Incógnita (2011). Mediante una prosa clara y rigurosa, a la vez que amena y didáctica, Luis González González hace que sobrevolemos toda la historia de Egipto a través de sus XXXI dinastías haciendo que nuestro cerebro se deleite con las grandes hazañas de míticos faraones y su corte y como la tierra del Nilo se expansionó no solo geográficamente sino también en riquezas tanto culturales como terrenales, haciendo que los demás imperios que florecieron a su alrededor la coronaran como reina de la sabiduría ancestral. Pero si el libro solo hablara de una sucesión continua de nombres y fechas, se habría convertido en un ejemplar más de vacía historia egipcia, no siendo este el caso ya que junto a las narraciones de palacio el autor ha querido hablarnos de un elemento esencial en el Nilo, el pueblo egipcio. Al revés que otras civilizaciones, Faraón no es solamente un dirigente aislado sino que ha de establecer una especie de simbiosis para que la fuerza, el orden y el trabajo, venzan al caos y la desidia.

Nos muestra un pueblo laborioso que no deja nada al azar sino que todo lo fían a una fuerza superior a ellos, los eternos dioses. Luís González González habla sobre la importancia que tuvo la religión y la magia entre aquellas gentes y como ésta se convirtió en la columna vertebral de todo hecho ocurrido en el antiguo egipcio. Junto al culto a los poderosos y enigmáticos dioses mitad hombres mitad animales, los egipcios también fueron pioneros y punta de lanza en otras ciencias como la arquitectura (pues todavía podemos deslumbrarnos con aquellas pirámides y templos que tanta impresión causaron en Napoleón), la escritura, la farmacopea, matemáticas, astronomía... y así un gran numero de actividades que dejaron asombrados a sus contemporáneos. El autor nos habla de todo ello, sin dejarse nada atrás y, sobre todo, sin hacerse aburrido, al contrario, de una manera que hará que el lector tenga dificultad para alejar el libro de sus manos.

Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto es una apuesta segura para todo el que quiera comenzar a comprender aquel antiguo imperio o para la persona que desee afianzar conocimientos ya pretéritos y dejarse engatusar por una cultura milenaria que todavía hoy en día esta en vigencia, por muchos siglos que hayan pasado. Luis González González les invita a dejarse llevar a través de las páginas de su ensayo y volver a pisar las arenosas pistas de una historia que les cautivará desde principio a fin.

viernes, 18 de noviembre de 2011

CON UN PAR



A veces las palabras pueden jugar una mala pasada a los periodistas, y por ende si son extranjeros más aun. A los reporteros que vinieron de fuera de nuestras fronteras en la Guerra Civil les pasó en alguna ocasión, produciendo no solo confusión sino además alguna nota humorística.

Un periodista norteamericano que estaba en medio del Madrid asediado por las tropas nacionales acudió un día a ver a Régulo Martínez, presidente en la capital de Izquierda Republicana, pues había oído que los milicianos habían encontrado una nueva forma de neutralizar a los tanques enemigos. A Régulo no le importó acompañarle al lugar donde se habían producido los últimos ataques y se encaminaron a ver esa novedad que tanto intrigaba al corresponsal americano.

Cerca de la Cuesta de San Vicente vieron que había sentado un miliciano fumándose un pitillo de manera pausada. Se acercaron a él y le preguntaron cual había sido la forma de neutralizar a los acorazados con tan pocas armas. El soldado les explicó que no había sido nada, que ellos llenaban latas con dinamita, corrían contra el tanque echándole cojones, y luego lanzaban la lata debajo de la barriga del tanque para que volara. El presidente de Izquierda Republicana le fue traduciendo al americano todo lo que había dicho el miliciano y con un apretón de manos cada uno se fue por su lado.

Días después Régulo casi se quema con el café caliente pues cuando desayunaba había leído la prensa y se había encontrado el artículo del amigo americano diciendo que los españoles habían encontrado una manera fulminante de acabar con los tanques y que esa técnica tan sofisticada debería ser copiada por los demás ejércitos del mundo.

La técnica se llamaba… ECHANDOLE COJONES AL ASUNTO

jueves, 17 de noviembre de 2011

EL FALSO MITO DE EL ALAMO


Por: José Antonio

Durante toda nuestra vida se nos han puesto ejemplos de resistencia en la batalla míticos tales como Numancia, Massadá o El Álamo. Se nos ha hablado de la valentía de sus combatientes que prefirieron morir a rendirse ante tropas mejor preparadas y con un mayor número de efectivos. Sin embargo, todo fueron derrotas que después no tuvieron un efecto positivo para los bandos vencidos.

Respecto a El Álamo tenemos la referencia cinematográfica de la gran película dirigida por John Wayne e interpretada por él mismo y por Richard Widmark en la que se nos presenta a los defensores de la Misión como unos valientes idealistas que prefieren morir antes de dejar la posición en manos de las tropas mexicanas del general Santa Anna y dejando entrever que esa defensa numantina permitió la posterior independencia del territorio de Texas. Cinematográficamente es un buen ardid esta presentación pero históricamente no se ajusta a la realidad de lo que ocurrió en San Antonio de Béjar en la primavera de 1836.

Para empezar hay que saber que en enero de ese año 1836 el general Houston, jefe militar de la rebelión de Texas contra Santa Anna envió al coronel James Bowie a El Álamo para destruir la posición porque no tenía hombres suficientes para la defensa de San Antonio de Béjar. No pudo llevar a buen puerto dicha orden puesto que no pudo transportar la artillería necesaria para la destrucción dado que no disponía de animales de tiro suficientes. Entonces, en una carta Bowie declaró que la salvación de Texas dependía del mantenimiento de El Álamo fuera de las manos de Santa Anna. En febrero llegó el coronel Travis con 30 hombres para la defensa.


Los combates comenzaron el 23 de febrero. El asedio se realizó siguiendo las tácticas militares de la época, avanzando poco a poco hasta quedar a las puertas de la Misión. Dos ataques fueron rechazados por los defensores, pero el tercero fue el definitivo y Santa Anna tomó el Álamo y San Antonio de Béjar, no dejando ningún superviviente, ya que en este tercer ataque había dado la orden de “a degüello”, lo que impedía que se diera cuartel a prisioneros y heridos.

No hay que negar la valentía de los texanos, pero se ha creado una serie de mitos falsos que van en contra de la realidad histórica de lo que ocurrió allí. Se ha afirmado que esta defensa de El Álamo debilitó las fuerzas de Santa Anna y permitió que Houston reuniera suficientes efectivos para garantizar la victoria final y la independencia de Texas. La realidad fue que Santa Anna nunca tuvo problemas con el número de efectivos e, incluso, las dividió en varias columnas para avanzar con mayor rapidez. También se ha afirmado que gracias a la valentía de Travis y Bowie se sembró el germen patriótico que permitió a las tropas texanas derrotar a las mexicanas en la batalla de San Jacinto, donde se firmó la independencia del territorio. Esto tampoco es totalmente cierto y es más mito que realidad, ya que la derrota de Santa Anna en San Jacinto fue debida a una falta de previsión a la hora de vigilar los movimientos de las tropas de Houston.

También se creó el mito de las muertes de los coroneles Travis y Bowie, uno realizando una acción suicida al inmolarse en el polvorín y otro cosido a bayonetazos cuando las tropas entraron en la Misión. El primero murió de un disparo lejano, mientras que el segundo a causa de una enfermedad contraída en los días del asedio. Respecto al personaje que interpreta John Wayne, David Crockett también hay controversia entre el mito y la realidad, dado que se le tiene por un héroe al morir combatiendo cuerpo a cuerpo con varios soldados mexicanos. Sin embargo fuentes históricas dan fe de que Crockett fue ajusticiado tras el asedio y ejecutado como con el resto de supervivientes.
Mito y realidad, esa es la cuestión. Evidentemente para la historia de los pueblos siempre es beneficioso dar una pátina de heroísmo romántico a la historia oficial para ensalzar el espíritu de los héroes patrios. Lo que no es de recibo es que el mito supere a la realidad.



miércoles, 16 de noviembre de 2011

RESEÑA: EL PUENTE DE LOS ASESINOS, de Arturo Pérez-Reverte


Dos hombres se batían a la luz indecisa del amanecer, silueteados en la claridad gris que llegaba despacio por levante.

De nuevo las espadas, bien engrasadas en sus fundas, vuelven a relucir para una nueva aventura. El cazador afina su instinto pues ve acechar en torno suyo nuevos peligros. Alatriste ha vuelto, y esta vez no tendrá piedad con sus enemigos, pues la consigna es sobrevivir a cualquier precio ya que la nueva intriga a la que se enfrenta promete ser la más difícil y ardua en la que ha arriesgado su piel y la de su querido amigo Íñigo Balboa. Y es que para una misión suicida se requiere a una persona especial, un experimentado espadachín a sueldo que, únicamente, con su mirada glauca asuste al mismísimo Diablo.


Ha pasado algún tiempo desde que dejamos a nuestro protagonista y a todos sus amigos, a saber, el inseparable Íñigo, ya hecho un mocetón matasiete, al correoso Copons o al enigmático moro Gurriat, batiéndose el cobre en las propias narices del turco en las Bocas del Escanderlu en un trís de dejarse la vida frente a la cimitarra otomana. El tiempo pasa y parece que nada nuevo en la tierra sorprenderá a nuestros infatigables aventureros cuando ante Alatriste surge una nueva correría que promete quedar pequeña con las realizadas en Levante. Don Arturo Pérez-Reverte vuelve a despertar al héroe y a toda la caterva del propio Ares trasladando el foco de atención desde las costas de Turquía hasta el norte de Italia, más en concreto a la peligrosa y fascinante a la vez Venecia. Después del mal trago en las costas del Levante Alatriste y los suyos parecen tener algún descanso en el remanso de los tercios, en Nápoles. Allí se encuentran con un antiguo amigo venido de la mismísima capital del Imperio y les encomienda una misión altamente suicida… matar al dogo de la Serenísima en la Misa del Gallo, es decir en el preciso día de Navidad de 1627. Por un lado esta empresa parece ser un golpe de mano a la española para asegurar el reino de Venecia a las armas españolas, y por otro promete vengar un antigua conjuración, la de Osuna, que acabó en desastre y traición… pero, y pronto lo descubrirá Diego Alatriste, no es oro todo lo que reluce y aquella donna veneciana, aquella rica dama de oro y joyas se convertirá pronto en una ratonera donde incluso amigos y antiguos enemigos han de colaborar espada con espada.



El puente de los asesinos, como hemos indicado antes, es la nueva entrega de esta peculiar saga, pero al adentrarse en ella vemos que «algo» ha cambiado dentro de cada personaje y escena. En verdad podemos ver a un Alatriste más cansado y negro, espeso y sobre todo fatalista. Esta nueva tendencia ya la empezamos a vislumbrar en la anterior entrega, pero aquí, entre las oscuras callejuelas de Venecia, con su cielo plateado de panza de burra y sus tejados cuajados de nieve, se acentúa todavía más. Y eso lo ve Íñigo que con dieciocho años bien cumplidos empieza a comprender muchas cosas de su antiguo amo que antes no apreciaba. Esa negra fatalidad empieza a impregnarse en él y a tomarse en incruenta compañía. Los personajes ya se hacen mayores, viejos, adquiriendo una fuerza psicológica insospechada haciéndolos todavía más interesantes. Los protagonistas asumen el lema principal de Diego Alatriste, es decir son soldados, en este caso un auténtico comando de la época, que solo se rigen por dos leyes: uno, cumplir las órdenes recibidas sin cuestionar y, dos, en caso de que la misión sea abortada luchar por sobrevivir. No pensar, actuar: Tu rey es tu rey. Es por ello que la historia tenga una carga profunda muy grande que engancha al lector desde el primer momento.

Aquí, llegados a este punto, hay que destacar  que durante toda la novela una presencia se yergue sobre todas las demás. No es una persona, es la misma ciudad de Venecia que si en un principio al mismo Íñigo le parece una auténtica cueva de Alí Baba pronto se dará cuenta que es la ciudad más peligrosa que ha conocido. Rica, endogámica, anguila que se aprovecha de las desventuras y venturas de los demás reinos, y que no tiene reparo ni vergüenza en aliarse con cristianos o infieles para conseguir todas las riquezas posibles, Venecia es un ente vivo que acaba entre sus estrechas calles con cualquiera que se atreva a levantar la mano contra el mismísimo León de San Marcos, engulléndolo a base de escurridizos cuchillos, sicarios enviados por el Consejo de Los Diez, y arrastrándolo a los tristes destinos de sus cárceles como la del Plomo en donde a uno lo estiran como guitarra jerezana y lo ahogan con más ansia que a Cristo en la cruz. Viendo esta situación sorprende de nuevo cómo Pérez-Reverte despliega ante nuestras narices toda una clase de historia cumpliendo a la perfección el lema de cada libro: enseñar nuestro Siglo de Oro deleitando a los lectores. Como les he indicado antes nos hemos trasladado de Oriente hasta Italia y en más concreto al norte. El autor nos habla de la presencia española en la bota itálica (Italia mi ventura … ) centrándose sobre todo en la zona de Milán, plaza española esencial y fragua de Vulcano en donde se forja la gran ferretería bélica en donde once tercios están siempre dispuestos a la lucha manteniendo fuerte cerrojo a los franceses en el norte; y también otras más pequeñas como son la imprescindible Valtelina, esencial para el Camino Español o las luchas políticas con los territorios de Mantua o con la zona del Véneto representada por la escurridiza Venecia. Toda una lección de historia militar y diplomatica difícil de encontrar en los textos de enseñanza actuales.

Cinco años, desde 2006, en que se editó Corsarios de Levante, los amantes de la historia y la novela histórica hemos estado esperando a que saliera una nueva entrega. Pero la espera ha acabado, y El puente de los asesinos por fin ha llegado a nuestras librerías para deleitarnos con una aventura de nuestros héroes, representantes de un siglo inolvidable y espectacular a la vez. Son alrededor de 350 hojas de puro deleite histórico que vale la pena leer, se lo aseguro y en el que el lector no echará en falta nada de sus ingrediente favoritos: luchas a espada, intrigas, amores imposibles, pactos y traiciones a la luz de la luna… toda una nueva aventura que espera a que el lector se abalance y de esta manera saludar de nuevo a nuestro matarife preferido: Diego Alatriste. No pierdan tiempo en leerlo… les enganchará desde el principio. Palabra de cristiano viejo.

martes, 15 de noviembre de 2011

CARTAGENA, UN CANTÓN MUY PECULIAR.



Durante la I Republica, en tiempos de Pi y Margall, se produjo en España un hecho a la vez curioso y berlanguiano: la proclamación del Cantón de Murcia el 12 de Julio de 1873, con la capital fijada en la ciudad de Cartagena. Murcia decidió alejarse de la República Unitaria Centralista y declararse independiente intentando a la vez anexionarse territorios adyacentes hasta conseguir todas las tierras de la Murcia medieval. Y mientras lo consiguiera estaría presidido por Antón Gálvez Arce, Antoñete Gálvez para los amigos, que había sido diputado a Cortes por Murcia.

La aventura de este cantón independiente duró solamente seis meses, pero los suficientes para que en ellos se produjeran hechos increíbles. Como ya no pertenecían a España decidieron crear su propia moneda, el duro cantonal, en el que se leyera con toda rotundidad la decisión que habían tomado. Todavía quedan algunas de ellas pudiendo leerse en el anverso lo siguiente: Cartagena sitiada por los centralistas, septiembre de 1873; y en el reverso: Revolución Cantonal, cinco pesetas. Además, como Cartagena estaba muy bien defendida y tenía una buena armada, pensaron recaudar fondos para la causa a costa de las potencias extranjeras más cercanas, es decir Alicante y Almería. Como estos se negaron a darles nada, los cantonalistas los bombardearon y arrasaron solamente para coger el botín.

Pero el hecho más surrealista de todos fue cuando Cartagena se envalentonó y proclamó la guerra nada más ni nada menos que ¡a todo el Imperio austro-húngaro! Seguramente los imperialistas del norte no se enteraran de nada, pero lo más curioso de todo es que estuvo casi un siglo en guerra con Cartagena, pues aunque el 13 de Enero de 1874, las fuerzas del general López Domínguez vencieran a los cartagineses y acabaran con el sueño del cantón libre, el documento que abría las hostilidades con los prusianos estuvo inédito y sin anular hasta bien entrado el siglo XX.

Si a alguien ha sentido curiosidad al leer este relato sobre las hazañas del régimen cantonalista, disfrutará con el excelente libro de Ramón J. Sender, Mr. Witt en el Cantón, en el que se narran las peripecias de este singular hecho histórico.

lunes, 14 de noviembre de 2011

¡NO PASARÁN!



Es muy conocida la imagen de una gran pancarta puesta en la Calle Toledo de Madrid que con el lema No Pasaran, venía a simbolizar y sintetizar el tesón de las  fuerzas republicanas para resistir el asedio que estaba sufriendo por parte de las columnas del bando nacional. Se ha creído durante mucho tiempo que este lema había sido ideado por Dolores Ibarruri, La Pasionaria después de haberlo visto en un cartel realizado por el pintor algecireño Ramón Punyol. Pero esto no es cierto, pues esta frase ya se había utilizado unos veinte años atrás en otra sangrienta confrontación, la Primera Guerra Mundial.

En la batalla de Verdun un general a las ordenes de Petain, Robert Georges Nivelle, (algunos piensan que podría haber sido también el mismo Petain) la había pronunciado delante de su batallón ante las tropas alemanas. El lema Il ne passeron pas, fue toda una inspiración para las tropas galas, dándose cuenta de ello Maurice Neumont que durante la segunda batalla de Marne dibujó unos carteles en los que se podía leer On ne passe pas, que también se podía traducir como ningun paso atrás. Tiempo después en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial este lema también aparecerá impreso en los uniformes de los soldados de la Linea Maginot (la verdad que no les sirvió de mucho).

Cuando el 28 de Marzo 1939 las tropas nacionales entraron en Madrid, incluso Franco llegó a decir  Hemos Pasado. Tal era la importancia del mensaje de aquella pancarta que fue orgullo de republicanos. Incluso pasado un tiempo, el eco del No Pasaran seguía atronando en los oídos de muchas personas y por ello se llegó a humillarla de la mano de Celia Gámez con un chotis muy irónico titulado Ya hemos pasaó.



viernes, 11 de noviembre de 2011

LOS BORBONES EN PELOTAS



Curioso libro. Se trata de un álbum de láminas satíricas dibujadas a mediados del siglo XIX en el que se caricaturiza de manera pornográfica a la reina Isabel II y a todo su entorno sin que se salve ni lo divino ni lo humano. A través de 89 láminas pintadas en acuarela podemos ver a toda la camarilla real y a sus allegados en todo tipo de posturas sexuales acompañados siempre de un texto o frase alusiva y de carácter poético.

A pesar de que la obra fue descubierta en 1991, la autoria de la obra, firmada como SEM esta todavía en entre dicho. Por un lado se opina que este álbum fue ilustrado por un republicano radical llamado Francisco Ortego; en cambio otros estudiosos alegan que la autoria hay que dársela (y esto es lo más asombroso) ¡a los hermanos Becquer!, Valeriano Domínguez que se habría encargado de las ilustraciones a acuarela, y Gustavo Adolfo que las habría decorado con su estilo poético.

El debate esta servido, pero lo que nadie negará es que el visionado de este álbum sonrojaría al liberal más recalcitrante.

jueves, 10 de noviembre de 2011

CELA, EL INFORMANTE



Es sabido por todos que uno de los trabajos que tuvo Camilo José Cela durante el franquismo fue el de censor. Pero por si alguien todavía se asombra de este hecho gustosamente le pondré en antecedentes. Durante los años 1943 y 1944 Cela estuvo trabajando en el turno de mañana en el departamento de Censura de Revistas que estaba incluido dentro de la Sección de Información y Censura. Se encargaba de revisar y anular las galeradas “no apropiadas” y enviarlas a Asuntos Exteriores para decidir su futuro.

Pues si esta información les ha parecido chocante en la figura de tan excelso escritor, esto que les voy a contar ahora les va a sorprender aun más. Pasado un tiempo, después del trabajo de la censura, Cela volvió a trabajar activamente para el gobierno franquista, pero esta vez como informante o topo de sus compañeros escritores. En 1963 se dirigió al Ministerio de Información y Turismo, que en aquellos momentos regentaba Manuel Fraga Iribarne, para denunciar las actividades de un grupo de escritores críticos con la actuación que se había producido contra los mineros de Asturias.

Camilo José Cela da consejos a Fraga sobre cómo tratar a los 102 intelectuales que pensaban enviar una carta al Ministerio de Información exponiendo sus quejas. El escritor gallego indica a Fraga que la mayoría de los escritores “eran perfectamente recuperables, sea mediante estímulos consistentes en la publicación de sus obras, sea mediante sobornos”. Además “considera imprescindible montar un sistema para estimular a estos escritores montándoles una editorial privada o entendiéndose con una que ya exista”.

Camilo José Cela también da constancia de la afiliación de la mayoría de los compañeros escritores, pues según él, 42 estaban afiliados al Partido Comunista. E igualmente carga individualmente contra algunos, como por ejemplo Pedro Laín Entralgo de quien dice que “estaba muy preocupado e incluso asustado, por ser persona mucho más medrosa que Aranguren”

Pues ya ven, que a parte de tener en su curriculum el Nobel de Literatura, hay que añadirle el de censor y topo entre sus amigos intelectuales.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA ALMUDENA


Fuente: Curiosidades y anécdotas de Madrid, de María Isabel Gea Ortigas

En el día de hoy en que escribo este relato, aquí en Madrid, es el día de la Santa Patrona de la ciudad, La Virgen de la Almudena. Esta imagen esta rodeada de leyendas, siendo desconocidas en muchos casos por los mismos madrileños. Por eso es bueno que hoy las rescatemos del olvido.

Corría el año 722 y las fuerzas moras estaban a punto de acercarse a la villa, llamada en un futuro Magerit por la ciudadanía ismaelita. Antes de que aquellas huestes llegaran y tomara la fortaleza un herrero decidió esconder la imagen de una virgen dentro de los muros de la muralla. Pasó el tiempo y parecía que el testigo de esta imagen se iba a perder en la memoria de los cristianos pero no fue el caso llegando este relato a los oídos del  rey Alfonso VI (incluso hay quien opina que la historia de la virgen oculta se la contó el mismo Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, a su rey).

Así que una de las primeras cosas que hizo este monarca cuando ocupo la villa en 1085 fue comenzar la búsqueda de la imagen en los exteriores de la muralla. Durante nueves días se hicieron procesiones y plegarias alrededor de ésta, pero nada daba resultado. A punto estaba de abandonarse la búsqueda, cuando una de estas procesiones, a la altura de lo que es hoy la Cuesta de la Vega, observó como uno de los cubos de la muralla se resquebrajaba enseñando en todo su esplendor a la virgen flanqueada por dos cirios que fielmente la habían alumbrado durante los 363 años que había durado su exilio. Pasado un tiempo la imagen de la Virgen de la Almudena se trasladó a la desaparecida Iglesia de Santa María, que fue demolida en 1868 para ampliar la Calle de Bailén. Curiosa historia que mezcla historia y leyenda a la vez y que es bueno que los buenos madrileños de pro la conozcan.

Aunque se me olvida comentarles algo importante ¿por qué se la llamó Almudena? Existen, por lo menos, dos versiones importantes. La primera remite a la palabra almud (medida agraria), ya que la comitiva que descubrió la imagen de la virgen en la Cuesta de la Vega se dieron cuenta de que al lado del muro existía un deposito de grano (o almudit), por lo que pasado un tiempo los buenos cristianos empezaran a dejar un almud de grano para los gastos del culto. La segunda versión nos dice a la virgen se la empezó a llamar de la Almudena en recuerdo a la almudayna o ciudadela en la que fue encontrada. Cada uno que elija la que quiera pues ambas son de gran belleza.

martes, 8 de noviembre de 2011

LA CORRUPCIÓN RUSA DE FERNANDO VII


Fuente: Revista Clio Historia nº120

Y es que lo de sacar “tajada” no es de ahora sino una auténtica costumbre que se ha dado durante toda la historia, y España, como no, también ha querido su parte. Aquí nadie se salva. Les pongo un ejemplo: corría el año 1817 y en nuestro solar patrio reinaba Fernando VII, el Deseado. Pero, a la vez, también se estaba produciendo otro hecho que marcaría el rumbo de nuestra historia, el proceso de independencia de las colonias americanas. Ante esta situación se decidió llevar urgentemente tropas al otro lado del Océano para luchar contra los insurgentes, pero el estado calamitoso de nuestra armada era tal que era casi imposible el transporte de los milites. A eso hay que añadirle que el estado de las arcas era igual de lamentable pues la Guerra de la Independencia y la corrupción habían hecho estragos en el erario público.

Como medida de urgencia se llamó al embajador de Rusia en Madrid y se le ofreció el siguiente negocio: la compra de algunos navíos de la armada rusa a buen precio. Pero claro, desde el primer momento no se hablo de las condiciones marítimas que tenían que tener aquellos barcos sino del dinero que cada uno de las personas envueltas en el asunto se iba a llevar. Hubo tajada para todos e incluso para la misma Pepa “La Malagueña” amante del rey en ese momento, que se llevó unas buenas monedas para gastarlas en sus caprichos.

Los barcos deberían llegar a Cádiz lo más rápidamente posible y debían ser once buques bien artillados. Como los rusos ya habían cobrado tardaron casi un año en hacerlos llegar y cuando arribaron a las costas gaditanas los marineros y soldados se encontraron con que aquellas supuestas fortalezas flotantes eran auténticos cementerios marinos comidos por los gusanos y con las maderas totalmente podridas. Fue todo un auténtico milagro que llegaran flotando a Cádiz. Claro esta, se los declaro inútiles y fueron demolidos.

Un negocio ruinoso pero que engordó la cuenta de muchas personas incluida la de Fernando VII que nada le importó el número de vidas que se perdieron allende los mares.

lunes, 7 de noviembre de 2011

LA MUERTE DE ENRIQUE GRANADOS



La primera serie de su obra Goyescas se presentó en el Palau de la Música de Barcelona en 1911 y fue todo un éxito. Enrique la volvió a interpretar en 1914 en París cosechando un número mayor de aplausos, y debido a esta circunstancia el director de la Opera de la capital gala convenció a Granados de que podría convertir la suite en una obra operística. Pero al producirse el comienzo de la Primera Guerra Mundial el proyecto se cancela sin visos de que vea la luz en un futuro. Granados se impacienta y no ve solución, hasta que un amigo pianista suyo, Ernest Schelling, le comunica que ha hablado con el responsable del Metropolitan Opera House de Nueva York y que ha aceptado continuar con el proyecto.

En 1915, Granados y su esposa parten a América en el vapor Montevideo, y el 28 de Enero de 1916 estrena Goyescas con gran éxito. Tanto que incluso el presidente Wilson y una cámara de políticos le ofrecen un concierto presidir un concierto privado. Después de cosechar alabanzas allá por donde iba, decide volver a Europa y recala en Londres, en donde vuelve a serle ofrecido un nuevo concierto. Pero esta vez no accede ya que junto a su esposa, Amparo, tienen ganas de volver a Barcelona y ver a toda su familia.

Y llega la cita fatal. El 24 de Marzo de ese mismo año la pareja se embarca en el Sussex, buque correo que navega por las aguas del Atlántico haciendo el trayecto entre Folkestone y Boulogne sur Mere. En el buque hay 380 pasajeros y 50 tripulantes. Cuando están a la altura de Dieppe es torpedeado por un submarino alemán que creía haber visto un barco minador, y aunque el impacto es fuerte y aparatoso la nave no se hunde. Aun así, Granados ve como su esposa se cae al agua y llevado por el pánico se arroja a las gélidas olas atlánticas. Ambos murieron

Lo curioso del asunto es que en esta muerte confluyen varias desgracias, que podrían rayar con el humor negro. Uno, que Enrique Granados no sabía nadar; dos, que su mujer se llamara Amparo; y tres, que en ese momento el compositor estuviera pensando en introducir elementos de la música germánica en su repertorio. Los funerales, presididos por sus hijos, se hicieron en Barcelona en la Casa Provincial de Caridad y como acompañamiento de los difuntos se interpretaron músicas de Pallestrina, Victoria, Cesar Franck, Mozart, Haendel... Todo muy emotivo para los dos únicos fallecidos del torpedeado Sussex.

domingo, 6 de noviembre de 2011

EL DIABÓLICO GIOTTO



Fuente: Reuters

Increíble hallazgo el que ha hecho un grupo de restauradores en la Basílica de San Francisco de Asís, en la ciudad de Asís, al norte de Italia. Este monasterio de tanta importancia religiosa (es la sede oficial de la Orden Franciscana) sufrió un fuerte terremoto en 1997 que llegó a perjudicar a numerosas obras de arte de valor incalculable.

Uno de estas obras artísticas más importantes es el impresionante fresco llamado La vida de San Francisco pintado por Giotto, según nos dice Giorgio Vasari (aunque otros lo atribuyen a un discípulo suyo conocido como el Maestro de Santa Cecilia). Se compone de 28 escenas que reflejan la vida de San Francisco desde su juventud hasta su glorificación e incluso enseña algunos de sus milagros tras su muerte. El artista se inspiró en la Leyenda Menor de San Buenaventura, escrita en el siglo XIII en la que describe los grandes hitos en la vida del Pavorello de Asís.

Pero el mundo del arte se ha quedado maravillado con lo que es un hallazgo único. Parece ser que un grupo de restauradores que trabajan en la basílica han sacado a la luz en el fresco numero 20 (La Muerte de San Francisco) la figura del mismísimo diablo. En la parte superior del fresco podemos ver su perfil entre las nubes, con la nariz ganchuda, una temible sonrisa ladina y unos cuernos oscuros. Según el jefe del grupo de restauradores, Sergio Fusetti, la aparición del diablo puede deberse a una pequeña venganza del pintor con alguien que lo hubiera tratado mal o simplemente, y según sus palabras “para hacer algo un poco divertido”.

Sea una cosa u otra es de lo más curioso y… tenebroso.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA CRISIS DE LAS CAROLINAS



Por: José Antonio

Si yo les dijera que parte de las islas paradisíacas del pacífico pertenecieron también al Imperio Español habría gente que lo pondría en duda, dado que no se trata de una zona incluida dentro de las zonas que se enseñan en las escuelas: América, Filipinas, Europa. Pues las Islas Carolinas, con sus playas de arenas blancas, sus arrecifes de coral, sus aguas transparentes, sus palmeras, pertenecieron al Imperio y provocaron una crisis internacional entre España y el Imperio Alemán durante los años finales del siglo XIX.
Las Islas Carolinas fueron incluidas dentro de la jurisdicción española por el tan hispánico método de “tomo posesión de estas tierras en nombre de…”. Durante el viaje de Juan Sebastián Elcano y Magallanes llegaron a estas tierras, pisaron su suelo, tomaron posesión, recogieron agua dulce para aprovisionar las naves y… se fueron. No se fijaron puestos militares ni se colonizaron dichas tierras. Simplemente se tomó posesión.

A finales del siglo XIX, en plena fiebre colonizadora por parte de las potencias europeas, el Imperio Alemán al mando del general Bismarck se fijó en dichas islas para instalar delegaciones comerciales para el comercio con Asia. Hay que tener en cuenta que Alemania se había quedado un poco fuera del reparto colonial de África, Asia y Oceanía y necesitaba expansionarse. Fue entonces cuando en España se dieron cuenta de que esas islas pertenecían al Imperio. Así que allá que mandamos desde Manila fragatas de combate para hacer prevalecer los intereses de España en unas tierras que durante más de 3 siglos ni siquiera existían.

Los alemanes instalaron allí sus delegaciones comerciales y, evidentemente, cuando los españoles les dijeron que se marcharan, que aquello era territorio de Su Majestad, les respondieron que verdes las habían segado y que se fueran por donde habían venido. En España se desató una verdadera ola patriótica con el tema de las Carolinas con manifestaciones en la Puerta del Sol y ataques a comercios y la embajada alemana en Madrid. Todo hacía prever que España y el Imperio Alemán se enfrentarían en una guerra por unas islitas del Océano Pacífico.



Sin embargo, al final triunfó la diplomacia que, como siempre, hizo que España perdiera en las negociaciones: Alemania podría seguir comerciando pero España tenía la jurisdicción sobre los territorios. Es decir, que nos quedamos con las tierras y los alemanes con el dinero.

jueves, 3 de noviembre de 2011

NIPPER, EL PERRO MELÓMANO



Y es que son fieles como ninguna otra criatura. Y si no que se lo digan al perro más famoso de la música, Nipper (1884-1895). Si todavía no lo conocen, y tienen un disco antiguo por casa, miren la marca porque allí sigue escuchando la “voz de su amo”.

Este fox-terrier fue inmortalizado por el pintor Francis Barraud en 1889 pudiendo verse en el lienzo a este simpático perrillo que escucha muy atentamente un fonógrafo en el que se oye la voz de su antiguo dueño fallecido. Este animal pertenecía al hermano del pintor, Mark, y recientemente había muerto. Francis tenía por casa unos cuantos cilindros y unas grabaciones y una vez que las puso, el perro desde el otro extremo de la casa se acercó al fonógrafo y se quedó muy quietecito. Francis no dudó un momento, y como este lindo animal no se movía, de lo extasiado que estaba, lo pintó de manera magistral.

Barraud en un principio conservó la pintura, pero necesitado de dinero probó a exhibirla en diferentes lugares, pero sin éxito. Incluso llegó a ofrecerla a la empresa Edison Bell Company, que también vendía fonógrafos,  pero le dijeron que “Los perros no escuchan fonógrafos”. Tiempo después esta imagen fue comprada por la marca HMV (His Master Voice, la voz de su amo), y posteriormente revendida a la discográfica Gramophone (más tarde EMI). Esta última empresa pidió al autor que volviera a pintar a Nipper pero cambiando el fonógrafo por un gramófono. De ello es por lo que existen dos cuadros similares.



La de vueltas y vueltas, al igual que los discos, ha dado este “pequeño mordedor” que es esencialmente como se traduce Nipper. Incluso se ha dado el caso de apartarlo del instrumento como ha ocurrido en Japón en el que solamente aparece un gramófono muy estilizado.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

INDIANA JONES, HIMMLER Y EL GRIAL


Por: José Antonio


"Yo me creo en el deber de obrar en el sentido del Todopoderoso Creador: al combatir a los judíos cumplo la tarea del Señor". Esta frase extraída de la obra Mein Kampf refleja la obsesión mesiánica de Adolf Hitler y su ofuscación por todos los temas relacionados con el ocultismo. Lo hemos visto también en películas y leído en novelas. Todos recordamos la búsqueda que los nazis realizaron en Indiana Jones y la última cruzada y la fantástica interpretación de Harrison Ford y Sean Connery. Pero… ¿es sólo un argumento de un guión cinematográfico o hay algo de verdad en ello? Hoy les contaremos dónde buscaron los nazis el Grial.

El día 23 de octubre de 1940 en Hendaya se producía el encuentro de Hitler con Franco con las famosas fotos de los dos dictadores. Sin embargo, y pasando casi inadvertido, Heinrich Himmler se encontraba en España para otra misión: recuperar el Grial o encontrar las claves necesarias para su recuperación. Es famosa la obsesión de los nazis por las reliquias con poderes esotéricos. Sólo mencionaré que tras la adhesión de Austria los alemanes buscaron la Santa Lanza del Tesoro de los Habsburgo, la supuesta lanza de Longinos.

Himmler creía que las claves para encontrar el Grial se encontraban en el monasterio benedictino de Montserrat, si no el propio Santo Cáliz. Sin embargo los responsables de cenobio se negaron a recibir al fundador de las SS y encomendaron la misión a un joven monje que sabía alemán, el padre Andreu Ripoll. El alemán le preguntaba cosas extrañas sobre ocultismo que el monje no supo responder, pero se ofreció a enseñarle el monasterio. Ante este requerimiento uno de los generales del séquito del Reichführer le reprendió aseverando que Himmler no estaba interesado en una visita al monasterio, sino que lo que le interesaba era la naturaleza. Curiosas palabras, ¿verdad? ¿Qué buscaba Himmler en Montserrat precisamente el día en que su Führer se entrevistaba con Franco en Hendaya?

Himmler ordenó al monje que le abriera la biblioteca y le buscara toda la información sobre Perceval. Se pasó en la biblioteca horas. Durante los paseos por el monasterio se vio que el Reichführer realizar movimientos extraños, buscando con la mirada constantemente algo: el Grial. Tal vez pensara que los monjes lo tenían escondido. Tras varias horas sin encontrar nada y tras una polémica con el propio Ripoll sobre la raza de Jesús, Himmler abandonó Montserrat.

Al día siguiente se marchó de Barcelona pero más ligero de peso, ya que en el hotel donde se hospedaba en Barcelona le robaron la cartera: un portadocumentos donde se encontraba toda la documentación acerca de la búsqueda del Grial. Fue un camarero del propio hotel que lo entregó al Servicio de Espionaje inglés.
Este acontecimiento entra dentro de lo que se ha dado en llamar La Guerra Mágica que tuvo lugar en la II Guerra Mundial, una guerra subterránea entre los alemanes y los Aliados paralela a las operaciones bélicas y de la que hablaremos en otro momento.
¿Encontraron al final los nazis el Grial? Podemos decir que no ya que lo encontró el doctor Jones.