lunes, 26 de septiembre de 2016

HAY QUE TENER CUIDADO CON LA GEOGRAFÍA



Una de las características del fútbol español de los años 70 es la masiva incorporación de jugadores sudamericanos a La Liga. La mayoría de ellos llegaban aquí portando pasaporte español alegando que eran descendientes de emigrantes españoles. Muchos de ellos eran verdaderamente hijos de españoles que vivían en Sudamérica, pero junto a ellos también se dieron casos de fraude, como por ejemplo casos de emigrantes que por cuatro duros alegaban tener hijos futbolistas. Uno de estos últimos casos de estafa tuvo como protagonista a un jugador argentino llamado Ramón Aguirre Suárez que terminó fichando por el Granada Club de Futbol en 1971. El por entonces entrenador del club, Bernardino Pérez, fue a recogerlo al aeropuerto y durante todo el trayecto en coche al estadio para la rueda de prensa no paró de decirle una y otra vez: “Tu padre es de Pamplona”. Pero cuando estuvo delante de los periodistas uno le preguntó: “¿Así que tu padre es navarro, no?” A lo que él contestó con cierto enfado: “De navarro, nada; de Pamplona”. Vamos, que terminó de arreglarlo.

sábado, 24 de septiembre de 2016

UNA PERRUNA CORTINA DE HUMO



El controvertido político ateniense Alcibíades, sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates,  tenía un perro del cual estaba muy orgulloso. Cuando lo había comprado por 70 minas (un precio exorbitante en su tiempo) sus amigos le comentaron asombrados el buen porte que tenía el can y lo obediente que era. Un día, precisamente cuando el propio Alcibíades estaba pasando una serie de dificultades políticas, tanto sus amigos más íntimos amigos como sus más acérrimos enemigos vieron asombrados como éste se paseaba por el ágora llevando tras de sí al animal con el rabo cortado. Aquello causó un gran revuelo y durante los días siguientes no se habló más en Atenas que de ese tema. Cuando le preguntaron indignados el motivo por el que había hecho aquella salvajada, Alcibiades, con una leve sonrisa, les respondió: “Era precisamente lo que buscaba. Mientras vosotros no parabais de hablar del rabo de mi perro, sin daros cuenta os habéis olvidado de los verdaderos problemas que hay en la ciudad”.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

BUSCANDO LA INMORTALIDAD



El primer emperador de China Qin Shihuang Di (260 – 210 a- C) era una persona obsesionada con la inmortalidad. Su mayor miedo era dejar esta vida, y por eso no dudaba en seguir los consejos de cualquier astrologo, alquimista o mago que hubiera cerca de él. Tan crédulo era que si alguno de ellos le decía que la corte al completo debía vestir de negro porque las constelaciones lo dictaban así, decretada que todas las personas se pusieran ropas oscuras pues este color se correspondía con el agua, que era el elemento protector de la dinastía Qin. ¡Hasta la ropa interior debía ser negra! Como se puede ver este gran emperador hacía caso a cualquier charlatán que hubiera en China. Pero según cuenta las crónicas su miedo fue más allá pues en su obsesión por ser eterno mandaba regularmente al mar una gran cantidad de barcos llenos de jóvenes chinos con la esperanza de que alguno arribara a las famosas Islas de la Inmortalidad y traerle la pócima que eludiera la muerte. Obviamente ninguno de ellos se la trajo y por eso desesperado sustituyó esa añorada pócima por bebedizos hechos de mercurio, que según los magos de la corte le iban hacer vivir muchos años. Y claro está este hábito lo llevó directamente a la tumba.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

LAS HORMIGAS CODICIOSAS



Algunas veces el gran historiador Herodoto (484- 425 a.C) contaba a sus coetáneos leyendas que les dejaban atónitos. Una de ellas nos habla de una especie muy curiosa de hormigas que se pirraban por el oro y que no paraban de abrir agujeros en el suelo buscando este metal tan codiciado. Según él estos insectos eran:

“… una especie de hormigas gigantes, mayores que un zorro pero más pequeñas que un perro. Estas curiosas criaturas tienen sus madrigueras bajo el suelo. Para hacer sus nidos excavan en la tierra y luego la amontonan fuera al igual que las hormigas que nosotros conocemos. Como las tierras en las que habitan poseen un rico contenido en oro, estas hormigas se encargan de sacarlo de las profundidades. Los indios asentados en las cercanías roban esta arena cargada de oro y comercian con ella. (…)Incluso nos dice dónde vivían estos ladrones de oro: En la zona fronteriza a la ciudad de Caspatiro y a la provincia Pactica, y situada hacia el Bóreas al Norte, con un modo de vivir parecido al de los Bactrianos, estos indios y sobre todo los guerreros más valientes, son los encargados de la conducción y extracción del oro citado. Esta es una zona donde el oro se encuentra en gran cantidad, bien en las minas, arrastrado por los ríos o robado a las hormigas”.

Ahí es nada. Y es que en aquellos años, debido sobre todo a que la gente de a pie no hacía mucho turismo, y que muchas veces se mezclaba la realidad y la fantasía en los relatos de viaje, la palabra de Herodoto iba a misa. Tanto que se decía que los reyes persas utilizaban a estas hormigas como esclavas para que les buscaran riquezas sin límites. Hasta el sabio San Isidoro de Sevilla, en sus Etimologías habla sobre esta especie tan curiosa. Pero pasado los siglos se descubrió que toda esta historia de las hormigas buscadora de oro era una mera equivocación. En 1980 un antropólogo francés  llamado Michel Peissel decidió buscar algún resto de verdad en esta leyenda y viajó a la zona que Herodoto nos dice. Lo primero que hizo fue localizar la comarca donde deberían estar estas áureas hormigas. Se trata de la llanura de Dansar, en la frontera indopaquistaní, un sitio abrupto y seco difícil de llegar. Pero cuando investigó sobre el terreno se dio cuenta de que dichas hormigas gigantes no eran otra cosa que una variedad de marmota asiática conocida como marmota bobak. A este animal le gusta hacer agujeros en el suelo y al igual que las supuestas hormigas amontonar la arena al lado de la madriguera.

lunes, 5 de septiembre de 2016

LOS JARDINES DE LA VICTORIA



Durante la Segunda Guerra Mundial no solo se luchó en el frente o tras las trincheras en una auténtica guerra de espías y sabotaje, sino que también en muchos países en conflicto apareció lo que se llamó el “frente doméstico”. Se instaba a los ciudadanos a colaborar en cualquier cosa que ayudara a sus soldados, ya fuera comprando bonos de guerra, no derrochando recursos naturales o incluso asociándose con sus vecinos para crear lo que se llamó Los Jardines de la Victoria. Estos comenzaron a proliferar en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá o incluso en Alemania, y tenían como misión, además de cultivar comida, hacer que la gente se sintiera participe aumentando con ello el orgullo personal y nacional. En Estados Unidos, por ejemplo, se llegaron a plantar entre 1939 y 1945 alrededor de 20 millones de ellos. La población se reunía en estos lugares y compartían información y experiencia para conseguir una cosecha excelente. Se cultivaba en cualquier sitio productivo, ya fuera en el jardín de casa, algún descampado o en campos de golf. En Gran Bretaña además reutilizaban los cráteres dejados por las bombas alemanas. Estos nuevos granjeros trabajaban incasablemente en sus pequeños huertos comunales pues sabían que todo esfuerzo era poco con tal de que sus alimentos alimentaran a los jóvenes que luchaban por la victoria.