viernes, 24 de febrero de 2017

ANDALUCÍA, NOTAS DE ANDAR Y VER - Juan Eslava Galán y Francisco Núñez Roldán



En Andalucía todo es arte, la campiña verdinegra de las tierras de labranza y de los anchos olivares, la quebrada de las sierras y serrijones de más gallarda estampa, la luz inmaterial y pastosa de los cielos, la elegancia blanca de la cal que, como decía Federico, ponía desnuda y blanca la noche. (Fernando Chueca Goitia)

Según internet, la Comunidad Autónoma de Andalucía mide alrededor de 87.268 km2. Y si buscamos España al completo nos aparece un total de 505.990 km2. Como se podrá observar Andalucía al completo, es decir desde Huelva hasta Almería, y desde el Campo de Gibraltar hasta Córdoba, ocupa una gran parte de nuestro país. Y no sería tan descabello decir que casi podría formar uno propio. Su riqueza tanto material como intelectual es impresionante, la forma de vida de sus gentes no tiene parangón en ninguna parte del mundo, y sus horizontes son auténticos sueños de poeta. Cualquier persona que viaje al sur de España traerá unos recuerdos que se quedaran impresos en su memoria hasta que se muera, pues cualquier rincón de su geografía cautiva al viajero más exigente. Su rica herencia, el tesoro que guarda celosamente, ha atraído a personas de medio mundo, y son muchos los nombres de insignes escritores que nos han dejado su testimonio para la posteridad: Dumas, Washington Irving, Andersen, Doré… y así una larga lista hasta el día de hoy. Y recogiendo el testigo de éstos, hoy quiero presentarles a dos escritores, uno madrileño y otro andaluz, que en un breve pero interesante libro de viajes nos han querido enseñar recuerdos y sensaciones preciosas que han tenido al viajar a sus ocho provincias. Se trata de la obra Andalucía, notas de andar y ver, escrito a dos manos por Juan Eslava Galán, y Francisco Núñez Roldán.

miércoles, 22 de febrero de 2017

BREVE HISTORIA DE LAS GUERRAS PÚNICAS - Javier Martínez-Pinna y Diego Peña Domínguez



Delenda Carthago est

El Mar Mediterráneo, esa pequeña piscina que separa el continente europeo y el africano, es sin lugar a dudas uno de los enclaves estratégicos más importantes de la Historia, sobre todo de la Antigua. Por un lado ha sido puente de unión e intercambio entre distintos pueblos asentados en sus riberas, y sus aguas a la vez han sido testigos de las maravillas que aquellos imperios crearon de la noche a la mañana. Pero, por desgracia, el vaivén de sus olas también nos trae recuerdos de otras escenas menos amables de luchas sin fin. Por allí  navegaron los cruzados hacia oriente; los persas y griegos se machacaron entre si en las llamadas Guerras Médicas; los cristianos y otomanos confrontaron la cruz y la media luna en Lepanto; y sus aguas vieron florecer la piratería y el pillaje. Y, por encima de todo, la quietud peligrosa de sus aguas fueron  mudos espectadores de uno de los mayores choques de civilizaciones de la humanidad: la lucha entre griegos y cartagineses en las Guerras Púnicas. Conflicto en el que, como decía aquella película titulada Los Inmortales: “Solo pude quedar uno”  Así pues, sin demorar más este breve preámbulo, les presento un libro que de manera concisa, directa y muy didáctica nos trae aquella increíble, pero cierta historia que todavía resuena en la memoria de todos los amantes del pasado. Con todos ustedes, Breve Historia de las Guerras Púnicas, de Javier Martínez-Pinna y Diego Peña Domínguez, y editado por Nowtilus en 2016.

miércoles, 15 de febrero de 2017

UN HISTORIADOR AFORTUNADO



Tito Flavio Josefo (37 o 38 – 101 d.C) no solo fue un historiador de origen hebreo, autor de obras como  La guerra de los judíos, Antigüedades judías y Contra Apión, sino también uno de los personajes de la antigüedad con más suerte que han existido. Según se cuenta  en el año 64 acudió con una comitiva a Roma para rogar a Nerón que liberara a unos sacerdotes judíos que habían sido apresados. Pero cuando creía que el emperador estaba a punto de hacerlo fue detenido y encarcelado a la espera de que lo ejecutasen. Y cuando parecía que todo iba a cumplirse sus carceleros le sacaron a rastras de su celda diciéndole que era libre pues la esposa de Nerón, Sabina Popea, se había apiadado de él en el último instante.

Pero la cosa no queda ahí. En el año 66 cuando volvió a Jerusalén se produjo la Gran Revuelta Judía y como era hijo de una casta sacerdotal le hicieron comandante de Galilea para que aplastara a los romanos de esa zona. La rebelión solo duró seis semanas, y cuando vio que estaba a punto de ser arrollados por los romanos, él y otros cuarenta defensores huyeron y se refugiaron en la alta meseta de Masada. Allí, en un principio, quisieron seguir luchando por su independencia pero cuando vieron que era toda una quimera, decidieron matarse antes que entregarse a los romanos. Para llevar a cabo tan siniestro plan alguien pensó, tal vez nuestro protagonista, que la mejor forma era contar hasta tres personas y a la que le tocara el tres se suicidaría. Llama la atención que Flavio se salvo por dos veces del recuento mortal pues se había colocado en el número 16, y si contamos las dos únicas personas que se salvan de morir en ese truculento juego son las que están colocadas en ese número y en el 31. Así que después de todos estos suicidios solo quedaron Flavio y otro compatriota quienes finalmente decidieron entregarse al general Vespasiano. El amigo de Flavio no tuvo tanta suerte y enseguida lo mataron pero cuando iban hacer lo mismo con él se arrodilló ante el general y le predijo que en un futuro se convertiría en emperador. Y como al general le hizo tanta gracia este vaticinio decidió encerrarlo en vez de acabar con su vida. Pasó el tiempo y en el 69 volvió a ser liberado por el nuevo emperador: Tito Flavio Vespasiano.

martes, 14 de febrero de 2017

LAS PAREDES OYEN



En la segunda mitad del siglo XVI Catalina de Medici (1519- 1589), la esposa del rey Enrique II de Francia fue la mujer más poderosa de ese país. Tan importante era que incluso después de la muerte de su esposo, siguiendo ejerciendo su poder desde el Castillo de Chenonceau durante las breves regencias de Francisco III, Carlos IX y Enrique III. Desde allí hacía y deshacía lo que quería y tanto era el control que ejercía sobre sus regios hijos que acabó en autentica paranoia. Tenía la manía de que todo el mundo conspiraba contra ella y de esta manera desconfiaba de toda la corte, desde los nobles que la rodeaban hasta los lacayos que hacían las habitaciones y servían la mesa. Es por ello que mando construir en las paredes de todas las estancias del castillo un sinfín de  conductos auditivos para poder escuchar las conversaciones y a la vez controlar cualquier conspiración que se estuviera fraguando contra ella. Así pues se instaló un silencio total en el castillo pues cuando alguien quería hablar con cualquier cortesano rápidamente se le mandaba callar a la vez que con voz queda se le decía: “Le murs ont des oreilles” (las paredes tienen orejas) Con el tiempo aquel dicho paso al pueblo, y así hasta nuestros días transformado en “las paredes oyen” como sinónimo de hablar con cuidado o cautela.

lunes, 13 de febrero de 2017

CON UN GRIFFITH EN LOS TALONES



En los albores del cine muchas personas acudían en masa a los estudios de Hollywood o Nueva York para conseguir una audición con el fin  de llegar a ser estrellas del celuloide, y de este modo ser admirados por todo el mundo. Pero como dice la Biblia muchos eras los llamados pero pocos los elegidos. Las pruebas eran duras, y muchas veces llegaban a crispar los nervios de los aspirantes. Aunque nada tiene que ver con lo que pasaron las actrices de cine mudo Lilian y Dorothy Gish cuando se presentaron en 1912 en los estudios Biograph deNueva York para la audición de la película Two Daughters of Eve. Después de maquillarlas un poco las hicieron pasar a un plató el cual estaba totalmente vacío, y para sorpresa de ambas apareció el director de la película D. W. Griffith empuñando una pistola y nada más verlas comenzó a perseguirlas durante un buen rato amenazándolas con matarlas allí mismo. Claro está las dos actrices corrieron de acá para allá como locas, muertas de miedo, y aunque pueda parecer increíble, gracias a esto pudieron conseguir el papel deseado, pues el director quería comprobar si en las caras de ambas hermanas se reflejaba bien el terror.

domingo, 12 de febrero de 2017

LA OBLIGACIÓN DE ESCUCHAR AL PEREGRINO



Durante la Edad Media existía una costumbre de lo más curiosa en torno a los peregrinos que regresaban de sus andanzas ya hubieran venido de Tierra Santa, Compostela o Roma. Cuando estas personas entraban en una aldea o ciudad, una de las primeras cosas que hacía era dirigirse a la plaza principal o al atrio de una iglesia y comenzar a contar a todos lo que le había ocurrido en su andar y cuáles eran las maravillas que había presenciado. Ahora podemos pensar que lo normal es que mucha gente ignorara el discurso del peregrino y siguiera su camino, pero no era así, ya que en aquellos tiempos existía una ley que obligaba a cualquier persona que estuviera cerca a quedarse allí a escucharle por obligación hasta que terminara lo que tuviera que decir.

A pesar de ello también se daba el caso de aldeanos que pasaban de largo porque tenían tareas más importantes que atender. Cuando esto pasaba el peregrino tenía la potestad de apelar al obispo de la zona para que identificara a las personas que no quisieron oírle y cobrarles una multa. Y ahora nos preguntamos ¿qué se hacía con el dinero de la multa? ¿se la daban al peregrino? Pues no, con ese dinero se contrataba a otras personas para que escucharan las historias que éste tenía que contar y de esta manera poder irse satisfecho del lugar.

sábado, 11 de febrero de 2017

BREVE HISTORIA DE ISABEL LA CATÓLICA - Sandra Ferrer Valero



Si uno acude a la localidad zamorana de Toro, y se le ocurre visitar su Colegiata no ha de perderse uno de las obras de arte más antiguas que atesoran sus paredes: la tabla titulada La Virgen de la Mosca. En ella, además de fijarnos en el peculiar detalle del insecto que aparece en el centro de la obra (y que por eso da nombre a la tabla) ha de poner sus ojos en un personaje situado a la derecha. Se trata de una bella mujer, sentada con un libro entre sus rodillas, y con bella corona, que destaca por su belleza y mirada serena. Es nada más, ni nada menos que la reina Isabel de Castilla. Es claramente un retrato idealizado del monarca, pero es que incluso en su época se había convertido en tal mito que ya hasta sus coetáneos se hacían lenguas de ella. Por ejemplo el cronista Andrés Bernáldez nos dice que: Fue mujer muy esforzada, muy poderosa, prudentísima, sabia, honestísima, casta, devota, discreta, verdadera, clara, sin engaño. Es decir toda una joya. Y es que aunque han pasado los siglos la figura de Isabel de Castilla, posteriormente motejada con el título de La Católica ha sido considerada como la mejor reina que ha tenido España desde aquellos tiempos hasta el día de hoy, y se ha convertido desde entonces en espejo de todas aquellas que han ocupado o han querido ocupar el regio trono español. De ella se han escrito cientos de libros y se han filmado gran copia de películas y series, y por eso es difícil conseguir un ejemplar que condense de manera precisa toda la esencia de aquella monarca que un buen día de Enero de 1492 entró a lomos de un caballo blanco en Granada, la ciudad que muchos consideraban inconquistable. Tal es el halo de leyenda que la envuelve. Así pues bien vale que le echen un vistazo al libro de Sandra Ferrer Valero, Breve Historia de Isabel La Católica, editado por Nowtilus, para que se hagan una idea de la increíble gesta de aquella mujer que en un principio no estaba destinada a ocupar el trono, pero que gracias a su carisma y poder consiguió llevar a Castilla a su época de gran esplendor.

viernes, 10 de febrero de 2017

EL AGUJERO DE LOS DONUTS



Aunque les pese a los estadounidenses uno de sus bollos más populares, el mundialmente conocido donuts, no es un invento suyo sino que proviene del Viejo Continente, es decir de Europa. Hemos de remontarnos al siglo XVII cuando apareció por primera vez en los hornos de la ciudad de Nueva Ámsterdam, o sea la actual Nueva York, con el nombre holandés de olykoek (que significa bizcocho aceitoso). A estas alturas de la historia este dulce todavía no tenía agujero. Pero en el siglo XIX una mujer llamada Elizabeth Gregory confeccionó uno de estos dulces para su hijo, que era capitán de un barco que transportaba especias, poniéndole canela, y nuez moscada, ralladura de limón, y una nuez o avellana en el centro, que precisamente era la parte que se cocía menos. A esta nueva variante la llamó doughnut (doguh significa “masa” y nut “fruto seco” o “nuez”). Con lo que se conservaba mejor en los viajes a diferentes partes del mundo.

Aun así este dulce todavía no tenía agujero. Fue precisamente su propio hijo, Hanson, al que se le ocurrió en 1847, durante una de sus travesías, hacerle un agujero en el centro. Cuenta la tradición que lo hizo cuando clavó un doughnut a uno de los radios del timón de su barco porque así podía comérselo a bocados a la vez que utilizar las dos manos para navegar. Pero tiempo después aclaró que en verdad el agujero se lo hizo al clavar o poner un pimentero en el centro del dulce. De esta manera se solucionaba a la vez el problema de cocción.

¿Y cuándo se hizo popular en todo el mundo? Pues hemos de remontarnos en el tiempo, hasta la Primera Guerra Mundial. Parece ser que cuando los americanos entraron en liza en 1917 muchos regimientos se llevaron a mujeres para que prepararan a los soldados comidas típicas de su hogar y, claro está, no faltaron una buena ración de dougnouts sin agujero. Muy pronto los soldados, a los que se llamó familiarmente doughboys, quedaron enganchados a  este dulce y cuando volvieron a sus hogares demandaron que se los hicieran. Así pues nada más terminar la guerra se crearon empresas que empezaron a comercializar los famosos  donuts que conocemos en la actualidad.