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martes, 9 de julio de 2024

¿POR QUÉ AL HEREDERO DEL TRONO FRANCÉS SE LE LLAMA DELFÍN?

 

                                                               (Imagen Wikimedia Commons)

Como indica el enunciado, el príncipe que heredaba el trono en Francia se le conocía como Delfín, al igual que en España se le llama Príncipe o Princesa de Asturias o en Inglaterra Príncipe de Gales. Según parece la idea de que al heredero se le denomine de esta manera proviene de la Edad Media cuando al conde Humberto II de Viena decidió vender el condado de Dauphine, situado al sureste de Francia,  al rey Felipe VI en 1349 con una única condición y es que a partir de entonces al príncipe heredero del trono galo se le otorgue el título de Dauphin (o Delfín en español). Y así fue durante varios siglos hasta que estalló la Revolución Francesa (1789) y la instauración final de la República. El último en ostentar este cargo fue Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema, de 1824 a 1830. En la actualidad, por extensión, el termino delfín viene a designar a la persona que va a suceder a alguien en algún puesto de importancia como por ejemplo en una empresa o en algún cargo político.

lunes, 30 de septiembre de 2019

JUGANDO AL GATO Y AL RATÓN


De una sola vez. A por todas. Esa es la manera en que dos reyes medievales decidieron solventar sus querellas patrimoniales. Fueron Pedro III de Aragón y Carlos de Anjou quienes, hartos de disputarse la corona de Nápoles, se retaron a un duelo para ver quien ganaba y con ello evitaban desangrarse en estériles batallas. Pero para que se realizara dicho lance alguien debía lanzarlo primero y éste fue el rey francés, Carlos de Anjou, quien instó al aragonés a presentarse en Burdeos el 1 de Junio de 1282 acompañados de cien caballeros cada uno añadiendo además que si alguno de los dos no aparecía allí sería tachado de cobarde y obligado a entregar el reino de Nápoles. Esta última clausula fue estéril ya que ese día Pedro III llegó bastante pronto al campo del honor acompañado de sus respectivos caballeros y viendo que no había nadie enfrente mandó al notario que señalara la ausencia de su oponente y lo consignara como una derrota. Hecho esto se fue por donde había venido. Horas más tarde apareció Carlos de Anjou y dándose la misma situación también decidió abandonar el lugar alegando las mismas razones que el monarca aragonés. El duelo quedaba en tablas.

sábado, 15 de diciembre de 2018

LA ORDEN QUE SE CREÓ GRACIAS A LA LENCERÍA FINA


Junto con la del Toisón de Oro, la Nobilísima Orden de la Jarretera o La Nobilísima Orden de la Liga es una de las órdenes de caballería más antiguas de Europa y la más prestigiosa del Reino Unido. Fue fundada por el rey Eduardo III en 1348 y sobre su origen existen varias hipótesis. La más famosa hace referencia a un incidente que se produjo durante una cena organizada en el Palacio Eltham en la que tras las postres los comensales pasaron al salón de baile. Allí el mismo rey comenzó una danza con la condesa de Salisbury (algunos la identifican con Juana de Kent) y mientras daban vueltas y vueltas ésta se horrorizó al darse cuenta de que la jarretera o liga de una de sus piernas se estaba escurriendo poco a poco hasta que cayó definitivamente al suelo. Eduardo III, viendo lo sucedido, mandó parar el baile y tras arrodillarse procedió a colocar la liga en su sitio. El monarca al alzar la cabeza observó que sus cortesanos estaban horrorizados por este hecho a lo que éste les reprendió diciendo: “HONI SOIT QUI MAL Y PENSE” (Que se avergüence quien de esto piense mal). Cuentan las crónicas que fue entonces cuando comenzó a gestarse la idea de crear una orden de caballería entorno a este lema que fue el que se puso en el escudo de armas.
Otras teorías menos novelescas creen en cambio que la Orden de la Jarretera se creó o bien como un recordatorio de la mítica Mesa Redonda en la que se sentaban el rey Arturo y sus caballeros, o como premio a los caballeros que habían sido leales al rey Eduardo III durante la Guerra de los Cien Años. Sea un origen u otro, a título personal he de confesárseles que me quedó con el primero por ser el más curioso.

jueves, 12 de julio de 2018

EL DESPERTAR DEL SOL


Desde 1682 hasta 1789 el palacio de Versalles se convirtió en el verdadero corazón de Francia. El rey Luis XIV transformó el refugio preferido de caza de su padre Luis XIII en una de las maravillas arquitectónicas de Europa. Todo en él emanaba magnificencia y en su centro se encontraba el propio monarca. En torno a él giraba la vida de aquel palacio y por eso cualquier acto que se realizaba allí dependía de su voluntad. Aunque fuera el más nimio, como por ejemplo el ritual que se realizaba cuando el rey abría los ojos por la mañana. A esta solemne ceremonia se la llamaba Le Lever du Roi, el Despertar del rey, y consistía en los siguientes pasos:

A las ocho y media en punto, el ayudante de cámara, que había dormido a los pies del lecho real, se acercaba a la cámara y susurraba: “Señor, es la hora”. Después abría las puertas de la cámara y dejaba entrar al Primer Médico y al Primer Cirujano que se ocupaban de que el rey hubiera dormido bien, sosegado, y sin ninguna alteración. Cuando éstos terminaban su inspección matutina se producían las “grandes entradas” que consistían en dejar pasar a los familiares del propio rey quienes esperaban pacientemente a que el Primer Gentilhombre de Cámara descorriera la cortina que había alrededor de la cama. Este Gentilhombre acercaba al monarca una pila de agua bendita y una Biblia y durante un cuarto de hora todos los presentes rezaban susurrando no fuera a ser que Luis XIV tuviera migrañas matutinas.

La segunda parte del ceremonial se llamaba el Petit Lever y en ella el rey ya levantado se sentaba en un cómodo sillón donde unos ayudantes le peinaban y le afeitaban. Mientras tanto se daba entrada en la estancia a los ministros y personalidades destacadas. Hay que pensar que en esos precisos momentos el lugar, entre unos y otros, debía estar abarrotado, así que era normal que Luis XIV se levantara para pasar a continuación a un salón adyacente donde desayunaba y era vestido por el Primer Gentilhombre de Cámara y el Maestro de Guardarropa.

Pero el gran despertar todavía no había terminado ya que éste concluía con una procesión por las Grandes Estancias, como la Galería de los Espejos, hasta la Capilla Real. El rey iba acompañado de cuatro guardias y un capitán quien tenía la misión no solo de vigilar al monarca sino también de recoger las peticiones escritas por los cortesanos que asistían a la procesión. Todo este ritual terminaba alrededor de las diez de la mañana, cuando Luis XIV se sentaba frente al altar de la Capilla. Y esto se realizaba cada día, sin excepción, siendo obligatoria su asistencia.

jueves, 2 de marzo de 2017

EL REY VOYEUR



El rey Luis XIII de Francia  (1601 – 1643) llegó al trono cuando solo tenía nueve años y tiempo después, cuando solo tenía catorce años (1615), lo casaron con Ana de Austria, hermana de Felipe IV, rey de España. Es decir que debido a lo pronto que lo habían casado todavía era virgen y desconocía como tratar a una mujer en cuestiones sexuales. Y no se sabe si debido a su ignorancia en esas lides, o por algún tema psicológico, era incapaz de consumar su matrimonio. Así pues fue normal que Ana de Austria enviara una carta a su hermano explicando lo que la estaba pasando. El rey de España, a la vez elevó una protesta al Vaticano informando de esta anomalía. Y del mismo modo el Papa se carteó con su Nuncio en París para que buscara como solucionar este problema. Éste, después de pensar mucho en ello, habló con un tal Robert de Montesquiou y ambos hallaron la forma de que el rey de Francia yaciera con su esposa y diera un heredero al país. Fue de la siguiente manera: llevaron al monarca a una sala con una mirilla secreta con la que se podía ver otra sala en la que había una cama. En ella estaba la duquesa de Vendome, hermana del propio rey, haciendo el amor con su marido en distintas posturas, y ya fuera por lo rápido que aprendió Luis XIII o por la excitación que sufrió viendo esta escena pornográfica acudió rápidamente a ver a su esposa para practicar sexo con ella. Eso sí, con el médico y el nuncio papal sentados a ambos lados del tálamo conyugal comprobando que se hiciera de forma correcta.