domingo, 30 de octubre de 2016

EL LAGARTO DE SEVILLA



La ciudad de Sevilla es una de las más antiguas de Europa, y como tal acumula gran copia de historias de lo más curiosas. Si uno camina distraído por el Patio de los Naranjos de la Catedral se topará de repente con un gran cocodrilo colgado en la techumbre del lugar. Según cuentan las crónicas allá por 1260 llegó a Sevilla una embajada del Sultán de Egipto para, por un lado, pactar una alianza con Alfonso X, y gracias a ella, sellar dicho acuerdo concertando un matrimonio entre él y la hija del monarca español, la princesa Berenguela.
El día que la embajada llegó a Sevilla sus habitantes quedaron estupefactos ante el boato que desprendía: oro, joyas, exóticas mujeres, y sobre todo animales nunca vistos por aquellos pagos. Parece ser que el embajador principal traía consigo una jirafa, un cocodrilo de Nilo enjaulado, una cebra y un enorme colmillo de elefante. Pero a pesar  de que se les entregaron estos presentes al rey, ambas partes no llegaron a un acuerdo con lo que la embajada partió, aunque como acto de buena voluntad dejaron los animales  allí como para que los sevillanos disfrutaron de ellos cuando visitaran el Alcázar.
Con el tiempo, y como es natural, los animales se fueron muriendo por lo que el Consistorio decidió disecar el cocodrilo y colgarlo en el Patio de los Naranjos junto con el freno o bocado de la jirafa y el colmillo del elefante. Parece ser que aquel cocodrilo relleno de paja acabó rompiéndose y fue sustituido por otro hecho de madera, que es el que se puede contemplar a día de hoy.

jueves, 27 de octubre de 2016

VIAJE POR EL GUADALQUIVIR Y SU HISTORIA - Juan Eslava Galán



Ay, río Guadalquivir, que en Jaén fuiste serrano, en Córdoba hechicero, por Sevilla de Triana y por Cádiz marinero. (Sevillana de Los Romeros de la Puebla

En el Planeta Tierra (¿a quién se le ocurrió poner este nombre a un astro que está compuesto casi el 70% por agua?) existen cientos de miles de ríos. Los hay de gran longitud que llegan hasta el mar, chiquitos que se unen a otros más grandes, y los que amorosamente rozan la poesía de nuestro corazón. Desde que el ser humano puebla este mundo, la mayoría de las civilizaciones han querido asentarse cerca de ellos para conseguir comida y bebida con la que sustentarse y de paso forjar ciudades de leyenda que evoquen cantares de gesta. Hay anónimos riachuelos y ríos de renombre que han forjado la historia de la Humanidad desde su nacimiento, como por ejemplo el Nilo, el Tigris y el Éufrates, el Danubio, el Rin, o el Amazonas, entre otros muchos, pero existe uno que en su correr por la Península Ibérica nos trae sonidos de plata y oro, de aceros entrechocando en sus riberas, y de olores y comidas que nos retrotraen a nuestra infancia. Se trata del Guadalquivir, el al-wādi al-kabīr, (el río grande), de los árabes que recorre casi un tercio de nuestro territorio y por el que gracias a él entró la Historia en esta vieja piel de toro. Su lento divagar por peñas oscuras y valles generosos entreteje toda una memoria de hechos históricos que han plagado nuestros libros y es por ello que un escritor de renombre, Juan Eslava Galán para más señas, vuelva a recordarnos cuál es la narración de los hechos que hicieron de éste uno de los más legendarios de Europa, y por ende  del  mundo entero. Con todos ustedes Viaje por el Guadalquivir y su historia.

No es la primera vez que el autor jienense nos ofrece un libro sobre sus correrías por España. Me vienen a la cabeza sus andanzas norteñas en Viaje a la costa de las ballenas, en donde nos ofrece un fresco sobre la ruta del Transcantábrico; su caminar por Andalucía en El Paraíso disputado; o su recreación fantástica de la antigüedad en Ciudad de la Bética. Pero este nuevo libro, Viajes por el Guadalquivir es algo distinto, un ensayo que de principio a fin, desde que se abre su primera hoja, es un periplo íntimo que el autor llevaba mucho tiempo dentro de sí. Ha querido sacar esos sentimientos de su Guadalquivir interior con la intención de mostrarlo a todos los enamorados de aquel rio hecho de hilos de plata. En sí el título nos resume perfectamente el motivo, describirnos el viaje que hizo durante un año, caminando al lado del rio, desde Cazorla hasta su muerte (la de rio, obviamente) en Sanlúcar de Barrameda. De la misma manera que el mítico Bilbo Bolson, oriundo de la Comarca, decía a su sobrino Frodo “Pisas el camino y si no controlas tus pies nunca sabes adónde te pueden llevar" lo mismo le ha pasado a Eslava Galán ya que desde el nacimiento del Guadalquivir, más allá de la frondosa Cazorla se dedica con su buen humor y sabiduría a narrarnos por donde va sin saber en algunos momentos donde sus pies le conducirán. Nos habla del discurrir del caudal al paso de distintas ciudades y pueblos, a la par que nos describe la historia y vivencias de lugares tan señoriales como Úbeda, Baeza, Andújar; la califal Córdoba, o la cosmopolita Sevilla entre otras muchas.

El autor nos habla sobre como la Historia de España entró rio arriba y no para mientes en hablarnos de los distintos hitos históricos habidos y vividos en sus riveras: la llegada de fenicios y griegos, y los mitos de la increíble Tartesos; el dominio romano y los vestigios arqueológicos que nos ha dejado; la llegada de los árabes y su legado de ochocientos años en la península; o por ejemplo la impresionante gesta americana gestada en Sevilla y el devenir de los galeones entre la ciudad y su desembocadura allá en Sanlúcar de Barrameda. Además este libro no solo es un narrar Historia pura y dura al ritmo de gastar zapatilla  sino que también nos habla de otra historia paralela: la del aceite. Juan Eslava Galán es un experto en este campo y en este Viaje por Guadalquivir nos describe la importancia que tenía en tiempo de los romanos, el periplo de las ánforas cargadas de este tesoro verde y dorado, y como influyó en la economía de los distintos pueblos que hay a lo largo del rio durante siglos.
Así pues, si les gustan los libros de viaje, con sabor a Historia, y que al terminar les haga desear repetir los mismos pasos del autor, sin duda les recomiendo que se hagan con un ejemplar de esta obra y lo tengan a mano mientras caminan al lado del Guadalquivir, visitan sus diferentes tesoros artísticos o arqueológicos o meramente se sientan a dormir una buena siesta bajo una copuda encina milenaria. Solo me queda decirles… ¡buen viaje!

viernes, 21 de octubre de 2016

LA PRIMERA DOCTORA DE LA IGLESIA



La Iglesia Católica considera Doctor de la Iglesia a aquellos santos que por su erudición y sabiduría han ensalzado los preceptos básicos de la cristiandad. Si se observa la lista de venerables santos casi todos son varones y pocas las mujeres elegidas. Y dentro de ellas llama también la atención que la primera a la que se le otorgó dicho título fue a Santa Teresa de Jesús. La pía abulense inauguró dicho ranking para las mujeres aunque, hay que decirlo, a pesar de las reticencias de algunos sectores del Vaticano, incluido el Santo Padre. Santa Teresa fue beatificada por el Papa Paulo V en 1614, y no fue hasta principios del siglo XX cuando se pensó en convertirla en Doctora de la Iglesia, pero fue otro papa Pio XI quien negó a la española este título al decir lo siguiente: “Obstat sexus” (el sexo lo impide). Pero no fue hasta 1970 cuando Pablo VI  proclamó que Santa Teresa de Jesús  era verdaderamente Doctora de la Iglesia Universal. Pero en su contra, no hay que olvidarlo, este Santo Padre lo hizo a regañadientes. Esta decisión le escocía bastante y fue en la misma homilía del nombramiento cuando no se pudo contener y dijo lo consiguiente:

“Hay que notar que Santa Teresa de Ávila es la primera mujer a quien la Iglesia confiere el título de doctora; y esto no sin recordar las severas palabras de San Pablo: “Las mujeres cállense en las iglesias” (1 Cor. 14,34); lo cual quiere decir todavía hoy que la mujer no está destinada a tener en la Iglesia funciones jerárquicas de magisterio y de ministerio…”

En verdad feas palabras provenientes de la persona que es el Vicario de Dios en la Tierra. Aun así, tuvo que tragar con esta decisión y concederle a la santa española el merito que tanto tiempo había estado esperando. Detrás de ella llegaron otras doctoras demostrando con ello que las mujeres no son un elemento decorativo ni menor en la religión cristiana.

sábado, 15 de octubre de 2016

EL QUE PARTE EL BACALAO



Una de las expresiones coloquiales que más utilizamos para referirnos a una persona que decide por todos nosotros y que siempre ordena lo que se ha de hacer es “el que parte el bacalao”. Pero ¿alguna vez nos hemos parado a pensar de dónde procede tal expresión? Para saberlo hemos de remontarnos unos cuantos siglos atrás, cuando a través del Atlántico se transportaba en toneles. Este alimento era uno de los favoritos en las colonias españolas del Caribe pues siempre llegaba en buenas condiciones y solía ser el plato principal que se daba a los trabajadores y esclavos que había en las plantaciones. A la hora de comer se colocaban en fila para recibir el bacalao que era cortado por el capataz o jefe de dicha plantación.
También hay quien opina que esta su origen no proviene de la época colonial sino de cuando se producían hambrunas constantes en España. En aquellos duros años el bacalao era el producto más barato de conseguir (no como ahora) y según parece el páter familias era el encargado de partirlo en tiras y repartirlas a su familia a la hora de comer. Y finalmente también hay quien cree que esta expresión se utilizaba hace años cuando era normal que en las calles hubiera abundancia de ultramarinos. Allí se colgaba en ganchos grandes piezas de este pescado, y cuando un cliente deseaba un pedazo el único que tenía el poder de cortarlo era el encargado de la tienda gracias a un enorme cuchillo.