lunes, 15 de agosto de 2022

SI ME VES, LLORA

 

El cambio climático ya es un hecho y a pesar de lo que puedan decir algunos negacionistas el aumento de la temperatura de la tierra y sus terribles consecuencias en el medioambiente y en la supervivencia de la humanidad es una realidad incuestionable. La preocupante subida de las temperaturas este verano en Europa nos está dejando imágenes desoladoras como por ejemplo de sequías y falta de agua en muchos lugares, con niveles muy bajos de los pantanos nunca antes visto; campos marchitos y jardines totalmente amarillos, sin vida, agostados; o bajadas de nivel del agua de muchos ríos del continente europeo, dándose en muchos casos la paralización del transito naval por ellos ya que los barcos raspan sus quillas contra el fondo arenoso… Y en este festival de imágenes desoladoras que nos ofrecen los telediarios y las páginas de internet aparecieron hace unos días, o más bien emergieron, unas piedras que daban la voz de alarma de la tragedia medioambiental que nos amenaza.

En los ríos centroeuropeos, como en el Rin o el Elba, aparecieron unos hitos pétreos llamados Hungerjahr, que se podría traducir como: Las Piedras del Hambre. Se trata de unas rocas talladas que nos avisan de cuando se produjo la última sequia o sequias que permitieron leer su mensaje de socorro. Una de ellas en el rio Elba dice “si me ves, llora” (Wenn du mich siehst, dann weine, en alemán) El origen del nombre de estas rocas hay que buscarlo en la hambruna que sufrió Alemania en 1947 en la que se sucedieron tres grandes olas de frio que congelaron los ríos provocando que la navegación quedara paralizada y por tanto las rutas que transportaban los alimentos en una Alemania que estaba en plena postguerra fueran impracticables. El hambre, por tanto, fue terrible. Esta piedra, en concreto, situada actualmente  en la ciudad checa de Děčín marca otros años en los que bajó mucho el nivel del rio como fueron los de 1417, 1616, 1707, 1746, 1790, 1800, 1811, 1830, 1842, 1868, 1892 y 1893. Llama la atención que en la misma piedra también hay una inscripción en checo que dice: No te preocupes, chica, y no llores. Sólo tienes que regar tu campo cuando se seca. Ojala llueva pronto y vuelva al fondo del rio esta siniestra advertencia. Será bueno para todos.

Fuente: https://maldita.es/

domingo, 14 de agosto de 2022

LA HISTORIA DEL PAPA FORNICARIO

 

El papa Juan XII (955 -964), fue elegido para calzar las sandalias del pescador muy joven pues cuando se produjo este hecho contaba solo con 17 años. Desde muy pronto fue conocido como El Papa Fornicario ya que su depravación sexual era sin igual. Se podía decir que era una persona desequilibrada en cuanto al trato carnal pues se comenta que era insaciable y que necesitaba de continuo mantener relaciones con cualquier persona. En el Palacio de Letrán, en la residencia papal, gustaba rodearse de jóvenes y verlos fornicar delante de él o presenciar actos de zoofilia entre animales o entre éstos y humanos. También se le podía considerar como pedófilo pues se entretenía ordenando obispos a niños pequeños y después cometer actos sexuales con ellos. Juan XII no se privaba de nada y como no tenía límite en sus fechorías tomaba todo el dinero y todas las joyas que deseaba de las arcas papales y regalarlas a sus amantes. Incluso ordenó construir un burdel en el palacio laterano para que lo ocupasen prostitutas las cuales solo tenían como meta darle placer sin fin a él y a sus allegados. Finalmente hemos de añadir dos delitos o pecados más en su haber (seguro que se me escapa alguno): el incesto y la violación. En cuanto al primero se sabe que tuvo trato carnal con su hermanastra de 14 años; y en cuanto al segundo a Juan XII le gustaba recorrer junto a sus secuaces los caminos que entraban en Roma y sorprender a jóvenes peregrinas para violarlas y en algunos casos encerrarlas en el burdel del laterano para poder seguir abusando de ellas.

Como se puede ver era una conducta nada apropiada para un Santo Padre, y por eso la ciudadanía de Roma y de todas las partes del mundo clamaban ante estas aberraciones. Por ello el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Otón I (912 – 973) acudió a la Ciudad Eterna para reprochar a Juan XII sus conductas pecaminosas. Y como suele pasar con todos las personas malvadas ésta decidió huir por miedo a las represalias. Ante este vacio de poder Otón I decidió ordenar un sínodo en el que se le acusaba de todos los actos pecaminosos antes mencionados, además de asesinato, perjurio, simonía, etcétera. Además el emperador, con estas disposiciones añadía una nueva y es que a partir de entonces ningún Papa podría ser elegido sin contar también con el plácet imperial. Pero en contestación a estas acusaciones Juan XII envió una carta diciendo que él no tenía que dar explicación de sus actos a los hombres sino solo a Dios y que quienes no le apoyaran serían objeto de excomunión. Así pues, viendo que no había acercamiento entre las partes, se decidió deponer al Papa Fornicario en el 963 y poner a cambio a León VIII (964 -965).

Pero Juan XII no había pronunciado su última palabra pues todavía le quedaban fuerzas y apoyos dentro de Roma, por lo que en muy poco tiempo volvió al poder. Lo primero que hizo fue cumplir su promesa y excomulgar no solo a León VIII sino también a todos los participantes en el sínodo a los cuales procedió a cortarles las orejas, las narices y las manos. Todo un angelito como se puede ver. De nuevo era Papa para poder seguir cometiendo sus fechorías, aunque éstas tendrían las horas contadas. En el año 964, entre fornicio y fornicio, Juan XII decidió acudir a casa de una noble romana y mientras estaban en la cama entró su marido quien cegado por la ira (y los cuernos que le acababan de poner) atacó al Sumo Pontífice y le clavó tres veces un pequeño puñal en la espalda. Viendo que éste no moría agarró un mazo que tenía que mano y le dio un golpe en el cuello. Golpe fatal que acabó con su vida. Solo tenía 24 años y muchos delitos que justificar ante Dios. Cuando se supo la noticia la ciudad de Roma se engalanó y se dieron fiestas por haberse librado de uno de los peores Papas de la Historia. Además, como colofón a esta historia, el nuevo papa, León VIII, absolvió al marido de la mujer de cualquier cargo por magnicidio.

sábado, 13 de agosto de 2022

ESPACIO LIBRE DE RUIDOS

 

No sé si todavía existen  carteles (antes los había) en las salas de estudio y lectura de las bibliotecas en los que se ruega a los asistentes que no alcen la voz y se mantengan en silencio por respeto a las demás personas que están allí. Puede parecer que esta norma siempre ha existido pero ¿de dónde viene?  Las bibliotecas de la antigüedad, como por ejemplo las de Alejandría, Roma, Atenas o Cartago, eran espacios bastante ruidosos en los que se leía en voz alta ya que se daba mucha importancia a la entonación del texto. Además era normal que en algunas bibliotecas no hubiera pupitres y que las salas de lectura fueran zonas ajardinadas por donde la gente paseaba y se saludaba de continuo, y también donde se leía en alto para que los demás pudieran disfrutar del texto. La lectura era por tanto un acto social de disfrute volcado hacia los otros, un elemento comunitario a compartir.

Pero con la caída del Imperio Romano; el abandono de las ciudades al comienzo de la Edad Media; y el empoderamiento de la Iglesia Católica, esta norma cambió radicalmente. Los textos y códices encontraron refugio en los monasterios, abadías, palacios y templos, es decir lugares dedicados a la meditación y la contemplación, en donde los miniaturistas, copistas o traductores comenzaron a trabajar en silencio, a la vez que no se permitía ningún ruido que desconcentrara a los monjes que laboraban en las bibliotecas o en el scriptorium. Acuérdese uno de la figura de fray Jorge de Burgos en la novela de Umberto Eco, El nombre de la Rosa, que se enfadaba sobremanera cuando algún monje se reía o hablaba dentro de aquellas santas paredes. Esta costumbre, por tanto de mantener el silencio fue convirtiéndose con el paso de los siglos en norma general y acabó trasladándose a las futuras bibliotecas hasta el día de hoy.

miércoles, 10 de agosto de 2022

LAS PRIMERAS VACACIONES PAGADAS

 

1936 es recordado por desgracia en España como el año en que comenzó nuestra Guerra Civil. Pero en cambio pocos se acuerdan de que también en aquellas fechas se consiguió un derecho laboral que hoy en día sigue afectando a casi todos los trabajadores del mundo, sobre todo en las épocas estivales. Se trata de las vacaciones pagadas. Allá por mayo de ese año, en Francia, se produjo la victoria del Frente Popular y a raíz de ello los ciudadanos se lanzaron a las calles en una multitud de huelgas con las que  presionar al nuevo gobierno de izquierdas para que les concedieran derechos laborales justos. Y entre esa ristra de derechos conseguidos hubo uno de gran importancia: la implantación de dos semanas de vacaciones pagadas al año. Una gran victoria ya que era algo impensable para las clases de trabajadoras de entonces ya que si querían tomarse unos días de asueto o bien eran despedidos o bien perdían el jornal de aquellos días en que no hubieran ido a trabajar. Solo los muy ricos y pudientes podían darse ese lujo.

Esta medida se puso en práctica a partir de Julio de 1936, y nada más proclamarse cientos de franceses quisieron disfrutar de las primeras vacaciones de su vida. En esa recién estrenada libertad una gran mayoría optaron por irse en bicicleta a lugares cercanos, como por ejemplo pueblos de proximidad o familiares, campos o ríos… o simplemente quedarse vagueando en el hogar. Ya lo decía Don Quijote a Sancho: La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre…

En cambio otros decidieron irse en tren a conocer lugares lejanos, como el mar. Muchos franceses del interior no habían tenido en la vida el privilegio de verlo y gracias a una medida de Leo Lagrange, subsecretario de Ocio y Deporte, en la que se concedía un billete popular de vacaciones populares a precios reducidos, los ciudadanos pudieron ir a lugares tan pintorescos como Normandía, Bretaña, la Costa Azul… aunque también, como pasa siempre, a las clases altas no les sentó nada bien la llegada en masa de estos nuevos turistas a sus zonas privilegiadas ya que tuvieron que compartir sus playas, su coto vacacional, con aquellos menos agraciados. Desde su altivez llamaban a los obreros “los vacaciones pagadas” y se quejaban de que no sabían comportarse, del ruido que hacían y de que no tuvieran trajes de baño de moda. Da igual, aquel verano de 1936 en el que se instauró por primera vez las vacaciones pagadas fue un tiempo de libertad, absolutamente nuevo en el que los que nunca habían podido tomarse un tiempo de descanso lo hicieron sin perder ni un céntimo de su sueldo descubriendo nuevos horizontes que el destino hasta entonces parecía haberles negado.

domingo, 7 de agosto de 2022

LA TERRIBLE MATANZA DE ANIMALES EN EL REINO UNIDO DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

 

En varias películas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, sobre todo las centradas en entorno a los bombardeos del Blitz londinense (1940-1941), es común ver episodios que nos hablan del envío de la población civil a las afueras de Londres, al campo, para que de esta manera pudieran escaparan del terror que la aviación alemana estaba infligiendo sobre el país. Pero en ninguna de ellas, por lo menos en las que yo he visionado, repito, se ven a las mascotas siendo evacuadas junto con sus dueños. Como si éstas no existieran (gracias a Dios que en la actualidad ya se consideran igualmente víctimas de guerra tanto a los humanos como a los animales). Aun así, aunque a mediados del siglo XX no se contabilizaran como victimas colaterales, el amor de la población hacia sus animales seguía siendo real. Y es por ello que la tragedia que se cernió sobre las mascotas durante los bombardeos en el Reino Unido es uno de los episodios más tristes, al igual que desconocido, que se produjo durante aquel conflicto bélico.

Nada más estallar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, se creó un organismo llamado NARPAC (National Air Raid Precautions Animals Commitee) la cual se ocupaba de la protección de las mascotas durante el conflicto armado que se estaba acercando a las islas británicas. La NARPAC era una extensión, una rama de otra organización fundada dos años antes, conocida como ARP, que se ocupaba de la protección de los civiles a través de voluntarios quienes se encargaban de sincronizarse con la policía y los bomberos para conducir ambulancias, ir vigilando que las luces de las casas estuvieran apagadas por la noche para no dar pistas a los bombarderos enemigos, conducir a la gente a los refugios, o salvar a las personas que quedaban atrapadas bajo los escombros, entre otras tareas. En el verano del 39 la NARPAC comenzó a divulgar un folleto titulado Consejo para propietarios de animales en el que, previendo lo que podía ocurrir en un futuro, recomendaba a la población que llevara a sus mascotas al campo o que si esto no era posible sacrificarlo para evitar desgracias futuras. Este panfleto incluso venía con una foto de una pistola de matarife. El texto del folleto decía así:

«If you cannot place them in the care of neighbours, it really is kindest to have them destroyed»; o sea, «Si no puede dejarlos al cuidado de de los vecinos [rurales], realmente es más benevolente sacrificarlos

Entonces llegó lo que nadie quería que ocurriera. El día 1 de Septiembre Alemania inauguraba aquel terrible conflicto armado invadiendo Polonia y dos días después el terror se empadronó en Inglaterra. Las consultas de los veterinarios se llenaron de personas que, preocupados, consultaban qué podían hacer con sus animales de compañía. Allí o bien les recomendaban llevárselos consigo fuera de Londres o bien seguir las recomendaciones del folleto de la NARPAC y que, sintiéndolo mucho, los sacrificaran con una pistola de matarife de un único proyectil y que podían realizar dicho “sacrificio” en su propia casa. Una auténtica burrada (y que me perdonen los burros porque no tienen ninguna culpa de las malas acciones de los humanos).Y a pesar de que muchas asociaciones y otras tantas personas se negaron a llevar a cabo tal medida ya fuera quedándose con sus propios animales, compartiendo su propia comida o llevándoselos al campo (los que podían) se calcula que murieron en total entre 500.000 y 750.000 animales. Esto causó, obviamente, una gran tristeza entre la población y no solo entre los dueños de los animales que ante el miedo habían decidido por compasión acabar con la vida de su mascota sino también en la gente que veía merodear perdidos a los animales entre las ruinas de la ciudad o que leía de continuo esquelas en los periódicos recordando la figura de alguna mascota querida muerta. Entre la histeria colectiva que se instaló y los malos consejos que dio el gobierno en esos momentos críticos murieron cientos de miles de animales, se optima que más del doble que de británicos durante todo el conflicto, sin darse cuenta que en muchos casos éstos podían ayudar a las personas en distintos cometidos durante la guerra como por ejemplo los perros que podían salvar a personas atrapadas entre las ruinas provocadas por los bombardeos (así lo hizo uno llamado Spot que estuvo 12 horas escarbando hasta que halló los cuerpos de su familia)  o subiendo la moral haciendo de compañía o distrayendo a la gente, como hizo el gorrión Clarence que iba con su dueña a los refugios y hacia que éste cantara y diera piruetas para regocijo de niños y mayores.

Fuentes:

The Great Cat and Dog Massacre: The Real Story of World War Two's Unknown Tragedy (Animal Lives), Hilda Kean, University of Chicago Press, 2017