domingo, 25 de febrero de 2024

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO - Kai Brodersen

 

Todo el mundo habrá oído hablar de alguna de las Siete Maravillas del Mundo, pero solamente unos pocos las habrán visto con sus propios ojos. Para hacerlo hay que viajar lejos… Solamente si uno viaja por el mundo y se queda agotado por el esfuerzo del viaje satisfará su deseo de ver todas las maravillas del mundo, y cuando lo haya realizado estará viejo y a punto de morir. (Filón de Bizancio)

 

Ahora que lo veo con perspectiva pienso que, a ojos de mis amigos, yo debía ser bastante rarito en el colegio. Les pongo un ejemplo: cuando todos se iban al recreo, a mi me gustaba acudir a la biblioteca del centro escolar y decirle a la encargada que abriera para atracarme de buenas historias. Mientras los demás jugaban al fútbol o al escondite a mí, en cambio, me agradaba dejarme llevar por los libros que hablaran de la antigüedad y de sus dioses. Entre todos aquellos fantásticos ejemplares había uno que siempre me gustaba pedir. Se trataba de una especie de atlas a todo color que versaba exclusivamente sobre tiempos remotos. Me acuerdo que había un mapa que hablaba sobre las maravillas del mundo y quienes las construyeron. Con dedo tembloroso y mente febril recorría y soñaba con cada sitio en el que hombre hubiera despuntado con su técnica. Cerraba los ojos y ya me veía sentado a la sombra de las pirámides. Otras veces me relajaba con las gotas de rocío caídas de los Jardines de Babilonia. E incluso podía sentirme deslumbrado con el fulgor de un lejano faro alejandrino. El timbre inoportuno acababa con mis ensoñaciones, pero siempre que podía volvía a ellas… Ha pasado el tiempo y todavía hoy me sigue picando el regusto por lo antiguo, al igual que muchos que no han olvidado cuáles han sido aquellas septem miracula arcanas.

 

Actualmente las siete maravillas se han convertido en tema popular, y al igual que han hecho las arenas del tiempo, pocos son las que saben enumerar esta lista de honor. Como mucho recordaran las pirámides de Egipto o en un rasgo de inteligencia tal vez se les venga a la cabeza la imponente figura de un Coloso rodio. A este desconocimiento tampoco ayuda el que existan pocas ediciones sobre este tema en exclusiva. Así que, aunque no sea un libro de grandes dimensiones, el trabajo de Kai Brodersen Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, se convierte en pieza fundamental dentro de la historiografía sobre la antigüedad y sus proezas. El autor, primeramente, nos pone en antecedentes sobre el cómo, el dónde y el por qué se efectuaban estas listas. Parece ser que a principios del siglo XX se halló en Berlín unos viejos papiros desencuadernados que había junto a una momia de Abusir- el- Melek. Se trataba de un escrito del siglo II a. C que ya hablaba sobre siete maravillas del mundo. A estos manuscritos se los conoce como los Laterculi Alexandrini y es la enumeración más antigua que existe sobre este tema. En ella podemos observar como ya se aúna el arte y técnica para hablar sobre las Maravillas. Como se podrá observarse la mayoría de estas composiciones aparecidas en aquellos tiempos, como por ejemplo también la de Calímaco (siglo III a. C), están escritas a partir del periodo helenístico. Los ojos de Alejandro Magno habían oteado más allá del horizonte conocido y el mundo había crecido en breve tiempo. Todo ello hace que el ansia de viajar y conocer las grandezas de otro lugar fuera posible. En conclusión, toda esta manía de enumerar y engrandecer monumentos proviene de los griegos, y si uno se da cuenta todas estas maravillas se encuentran en el área greco parlante del Mediterráneo.

 

Aun así esta Laterculi Alexandrini es bastante irregular. La primera lista completa que habla sobre las siete maravillas conocidas fue hallada en la Biblioteca Palatina de Heidelberg. Por ello se le llama Anthología Palatina y se le atribuye al escritor Antípatro. En ella podemos ver el listado completo que conocemos hoy día: Las Pirámides de Egipto; Las murallas de Babilonia; los Jardines Colgantes de Babilonia; La Estatua de Zeus en Olimpia; El Templo de Ártemis en Éfeso; el Mausoleo de Halicarnaso; y el Coloso de Helios en Rodas. Seguramente algún lector avispado habrá observado que en esta lista oficial no aparece mencionado por ningún lado el Faro de Alejandría, la maravilla más práctica de todas, ya que iluminaba a los marineros hacia la isla de Faros tanto por el día como por la noche. Y tiene razón, pues el poeta Antípatro no la menciona. Fue un añadido tardío de algunos escritores. He aquí uno de los grandes temas que aparecen en esta historia, ya que a través de toda la antigüedad no ha existido una lista definitiva sobre cuáles tenían que quedar. A lo largo de los siglos y de los imperios gobernantes unas han salido y otras han quedado, creándose al final una especie de orden consensuado. E incluso hoy en día todavía hay autores que discuten si alguna se tiene que ir y ser sustituida por otra. Llama la atención, sobre todo, los que han quedado fuera, como el Altar de Cuernos en Delos; el Gran Obelisco de Babilonia; Las Cien Puertas de Tebas; el Puente sobre el Éufrates; o El Palacio de Ciro en Ecbatana con sus siete murallas de distinto color con sillares de oro. Verdaderamente debían ser todo un espectáculo ver la luz del atardecer reflejarse en aquellas piedras áureas. Y finalmente están las imposiciones e ideas de los que quieren ver cualquier vestigio de su cultura inscrito en la lista principal. Los romanos creían que el Coliseo de Roma no solo tenía que aparecer sino que ¡debía estar por encima de todas ellas!.

 

Unos entran y otros salen. ¿Por qué no poner todas las maravillas juntas? ¿Por qué siete y no mil? Según parece en la antigüedad el siete era un número con grandes connotaciones simbólicas y mágicas. ¿No se nos habla de  los siete sabios de Grecia; de la famosa lucha de los siete contra Tebas; e incluso en la Biblia los escritos no hacen mención de los siete días de la Creación, o las siete vacas gordas y las siete vacas flacas que afligirían al País del Nilo? Pues bien, si ahora al hablar de las mejores jugadas de baloncesto y fútbol, o al querer enumerar las películas más brillantes nos fijamos en una especie de top ten, en illo tempore pasaba lo mismo pero con el numero siete. Esta cifra que no es factor ni producto de los primeros diez números excepto del uno, indica una singularidad que para griegos, romanos, persas o egipcios, era símbolo de perfección. Y por cierto, otro dato ¿por qué se les llama maravillas? El culpable de ello es el escritor romano Marco Terencio Varrón (116 – 27 a. C) quien al hacer su propia quiniela de las grandezas de entonces las mencionó de la siguiente manera: septem opera in orbe térrea miranda. O lo que es lo mismo: las siete obras (maravillas) que deben ser admiradas en el mundo. Curioso ¿verdad? Ambos datos, el número siete, y el termino maravilla hace que un escritor llamado Filón de Bizancio cree una obra que servirá de Lonely Planet a todos aquellos que desearan ver con sus propios ojos los monumentos o restos que quedara de ellos. Se trata de la famosa Guía de Viaje de las Siete Maravillas del Mundo, que tanto impacto tendrá en los turistas que viajaran no solo en la antigüedad sino también en la Edad Media y en el Renacimiento, momento este último en el que estos monumentos vuelven a ver la luz del sol aunque sea solamente dentro de la imaginación de los escritores que vivieron en la Europa del despertar artístico y cultural.

 

Al igual que el libro de Kai Brodersen, el tema de las Siete Maravillas es apasionante y clarificador. El autor se acerca a cada una de ellas y nos habla de cómo fueron construidas, quiénes fueron sus artífices y cuál fue su destino final. Nos sentiremos embargados con el misticismo de algunas de ellas como Los Jardines de Babilonia; la fuerza y poder del Zeus de Olimpia y la Murallas impenetrables de Babilonia; y también nos sentiremos afligidos con la historia del rey Mausolo. Unas duraron más que otras, algunas tuvieron un final desastroso, pero aunque solamente quede en pie las pirámides como testigo de aquella época, a las personas que todavía amamos la historia, la narración épica de cada uno de aquellos monumentos al genio humano nos hace estremecer de emoción y respecto. El poema glorioso de Antípatro es ejemplo de este sentimiento:

 

El muro de la áspera Babilonia, por donde marchan los carros,

y este Zeus a orillas del Alfeo los contemplé,

como los jardines colgantes y el coloso de Helios,

y el inmenso trabajo de las elevadas pirámides

y la tumba gigantesca de Mausolo; pero cuando divisé

el templo de Artemisa que se alza hasta las nubes,

las otras maravillas fueron eclipsadas,

y dije: aparte de en el Olimpo,

el Sol nunca pareció tan grande.

domingo, 18 de febrero de 2024

LAS LUCES DE LA MEMORIA - Varios Autores

 

Muchas veces el árbol no nos deja ver lo que hay detrás. Su belleza corpórea, o su deformidad retorcida impiden que observemos que hay más allá, el conjunto del bosque en su plenitud. Esta imagen tan manida, tan sufí, se puede extrapolar a la actualidad española, al día a día de su política y al ruido eterno que se deprende de ella al abrir cualquier periódico o enchufar cualquier telediario. Gritos, insultos, descalificaciones personales, amenazas constitutivas de delito de odio, e incluso amagos de agresiones físicas en las distintas cámaras de representación del país. Parece que hemos retrocedido casi un siglo y que no hemos aprendido nada. Da auténtica vergüenza y sonroja a más de un ciudadano que con su buena voluntad ha depositado su papeleta en las urnas. Es, en verdad, la degeneración de lo que podemos entender por democracia, pensemos de una forma u otra, y tal terrible escalada ad infinitum parece no tener solución en un corto plazo. Qué el Dios que fuera nos coja confesados. Pero bueno, no por ello, todavía podemos ver una luz al final del túnel, una candela encendida en medio del griterío, y contar con una tercera España, la razonadora y conversante que no quiere que el dichoso griterío de la masa tape los logros de nuestra propia Historia, que podamos ver nuestro pasado, con sus luces y sus sombras, y gracias a esto entender nuestra realidad, y que podamos confiar en el futuro de esta gran nación. Así pues, un grupo de escritores decidieron unir sus pluma a finales del año 2023 y presentar en la Real Fábrica de Tapices de Madrid catorce miradas, catorce cuentos ambientados en distintas épocas de nuestra Historia. El libro, patrocinado por la empresa Iberdrola y editado por la editorial Zenda, se ha titulado de manera acertada: Las Luces de la memoria. Relatos de España en la Historia de Europa.

Los escritores que ha reunido la editorial Zenda para efectuar este libro de relatos históricos son de primera línea tanto en el campo de la ficción como de la no ficción. Son los siguientes: María Dueñas, Juan Eslava Galán, Espido Freire, Susana Fortes, Luz Gabás, Emilio Lara, José María Merino, Sergio del Molino, Arturo Pérez-Reverte, Juan Manuel de Prada, Soledad Puértolas, Karina Sainz Borgo, Lorenzo Silva y Andrés Trapiello. Como se puede ver un plantel de primera división cultural. Los cuentos no están colocados de forma cronológica (la verdad que no sé si sortearon en qué posición les tocaba a cada cual) pero todos ellos tenían la misión no solo de mostrar una etapa distinta y representativa de nuestra historia sino también, además de impulsar la lectura, el conocimiento y la cultura, hacer observar al lector la importancia que ha tenido España en el puzle europeo y como ha sido determinante en el devenir de los siglos tanto en el Viejo como en el Nuevo Continente. Llama la atención que esta visión haya coincidido con la presidencia que ha ostentado España en la Comunidad Europea recientemente. Por tanto estos escritores han querido que los lectores vean que la Historia de España no se circunscribe solo a las fronteras de esta vieja piel de toro, sino que ha salido más allá; alejar muchos aspectos negativos de la consabida leyenda negra y del pesimismo que arrastramos, de ese sentimiento de culpabilidad, desde hace siglos, pero sin dejar constancia, claro está de nuestros propios pecados y limitaciones;  e incluso enseñarnos que algunos aspectos culturales e institucionales que parecen ser inventos en otras naciones han salido de aquí.

Los temas que han elegido estos catorce mosqueteros y mosqueteras, todos para uno y  uno para todos, abarcan un gran abanico de acontecimientos históricos. Por ejemplo la importancia del aceite hispano en la antigüedad (ahora tan caro); la creación del parlamentarismo y los guardianes de la cultura en Edad Media; grandes batallas como la de Lepanto o Pavía; el descubrimiento de Pompeya o Herculano; los combatientes españoles durante la Segunda Guerra Mundial; el amor y la tragedia en la Guerra de Independencia; la emigración en un país empobrecido tras la Guerra Civil y su influencia en la actualidad… y así un buen reparto de historias más que asombraran, emocionaran y harán querer aprender más, a partes iguales, al lector que tenga la suerte de leer este libro tan evocador. El tono de los cuentos, igualmente, es muy variado y abarca del cuento histórico canónico, pasando por el nostálgico y triste, hasta el humorístico en el que más de una carcajada está garantizada.  Bueno, en fin, concluyo recomendándoles esta colección de relatos históricos no solo con el fin de que disfruten de su lectura y recreen aspectos históricos de nuestro pasado (prodesse et delectare), sino que también, al leer cada uno de ellos, al llegar al final, antes de seguir con el siguiente, les sirva para reflexionar como éramos y como hemos llegado a dónde estamos y como la historia y su conocimiento de cosas que pasaran hacen un montón de años nos ayuden a desenmarañar el gran lio en el que estamos sumergidos ahora y que verdaderamente no nos deja ver el bosque en todo su esplendor.

Postdata: este libro, Las luces de la memoria. Relatos de España en la historia de Europa, por ahora solo está en formato digital y para ello la editorial Zenda lo ha puesto a su disposición en zendalibros.com  para que lo puedan leer en sus aparatos electrónicos de forma gratuita… cosa que me ha obligado, por primera vez en mi vida, a tener que hacerlo de esta guisa, contraviniendo todas mis creencias literarias, así que imagínense lo bueno que es este libro en si. Vale.

Varios Autores, Las luces de la memoria. Relatos de España en la Historia de Europa. Zenda, 2023. 200 páginas.

domingo, 11 de febrero de 2024

HISTORIA DEL ARTE EN CÓMIC: EL MUNDO CLÁSICO y LA EDAD MEDIA - Pedro Cifuentes

 

Perdonen que empiece esta humilde reseña como si de un abuelo cebolleta se tratara. Con respecto al estudio de la Historia, el Arte, la Literatura, ya fuera en mis tiempos o en los actuales, en nuestra niñez o primera juventud no comenzamos a conocer el canto de estas musas a base de gruesos manuales de árida lectura. Es decir que, que a no ser que uno fuera un genio en potencia, los chavales no veníamos con un Payne, un Francisco Rico o un Gombrowicz bajo el brazo, sino que ya sea la Historia o la Literatura con mayúsculas la principiamos a catar a base de libros ilustrados o pequeños volúmenes de sencilla y curiosa prosa. Ahora los más jóvenes ya tienen muchas más oportunidades de conocer el mundo y su sabiduría ancestral pues existe un amplio mercado para ello con títulos de nombre parecido en plan Mi primera… o también al estilo Pequeña Historia de…  e incluso tutoriales en Youtube para ver lo que uno desee. Pero allá por finales de los años 70 y principio de los 80 del siglo XX (que arcano parece ahora todo al volver la vista atrás) no existían esas dádivas. Yo por ejemplo comencé a interesarme por la Historia Antigua, además de caminar junto a Asterix y Obélix,  gracias a un libro que cogía asiduamente de la biblioteca del colegio titulado: Monstruos, Dioses y Hombres de la mitología griega, de un tal Michael Gibson y con unas ilustraciones preciosas de Giovanni Casselli (la editorial también tenía volúmenes parecidos pero hablándonos de Roma, China, Egipto, la India, etcétera); y los clásicos inmortales de la Literatura, los fui cultivando a través de aquellos gruesos volúmenes ilustrados de Bruguera. Así pude darles la mano por primera vez a Verne, Salgari, Dickens, Zane Grey… Y todo ello aderezado con el visionado (una vez a la semana lo echaban en los dos únicos canales que existían, La Primera y La Segunda (UHF)) de las series de Albert Barillé tituladas Erase una vez… ya fueran el Hombre, o la vida, los descubridores… Aquellos fueron verdaderamente los primeros puentes que  los jóvenes transitábamos para rendirnos a los pies de las hijas de Mnemosine.

Así que doy gracias al dios que fuere porque todavía quedan personas, muchas de ellas pertenecientes a mi generación o alrededores,  que transmiten esa llama de primaria sabiduría a los más jóvenes de hoy en día sin caer en la gazmoñería persistente ni tratarles como bebés ni sucumbir en el mundo de la censura, de lo políticamente correcto, tan de moda ahora, ocultándoles datos históricos esenciales no vaya a ser que éstos sufran un cortocircuito cerebral. Y es aquí donde tengo que destacar la serie que nos ofrece la editorial Desperta Ferro titulada Historia del Arte en cómic, escrita y dibujada por Pedro Cifuentes, profesor de la ESO en un instituto en el que seguramente hará vibrar a sus alumnos con sus conocimientos enciclopédicos al igual que ha hecho conmigo al gozar de la lectura de sus primeros dos volúmenes titulados: El Mundo Clásico y La Edad Media. El autor de esta maravilla, según he visto el historial de este buen hombre, pertenece a la escuela horaciana del enseñar deleitando (prodesse et delectare) y para ello se ha dado cuenta de la importancia que tiene en la actualidad el formato de cómic, la inmediatez, para acercar a sus estudiantes a la Historia y al mundo del Arte. Así que ha sacado a relucir sus dotes de maestro y sus pinceles para enseñar a los más jóvenes  la verdadera fiesta que es conocer el pasado de manera divertida a la vez que erudita.

Los dos primeros volúmenes, la antigüedad y la Edad Media principian una saga en la que un peculiar profesor, sosias del propio autor, embarca a sus alumnos a través del poder de la imaginación (como diría Bob Esponja) hacia atrás en el tiempo para conocer cómo ha evolucionado el arte y la historia a través de los siglos. Los alumnos son una pandilla de lo más curiosa, que remedan las costumbres y la cultura que en estos momentos impera en su imaginario. Pero El Profe, armado de su propio sable laser starwariano, poco a poco consigue atraparlos y hacerles ver las mil y una maravillas que se van a ir encontrando en su periplo por la Historia de la Humanidad. Y además no van a ir solos porque junto a ellos se van a encontrar a diferentes personalidades de la época que les van a ir mostrando, cual cicerones, como era el mundo que habitaron entonces. Por ejemplo en el tomo uno van a encontrarse con personajes como Safo, Herodoto, Homero, e incluso diosas como Atenea, entre otros, mientras que en el segundo van a disfrutar de la Edad Media con otros personajes tan peculiares como Averroes, Guillermo de Baskerville, se harán selfies con Leonardo da Vinci, Quasimodo, etcétera. Es decir, conocer la Historia y el Arte también a través de aquellos que estuvieron allí acercándolos a los de aquí y de esta manera quitar el polvo a los siglos pasados y no verlos tan tan lejanos, como si fueran de otra galaxia. Enseñar deleitando, como ya había dicho un poco más arriba, y por eso el autor se aleja de páginas y páginas de cronologías cerradas, datos y más datos sin sentido, términos artísticos e históricos sin explicación alguna, sino que siguiendo una lógica aplastante nos enseña las bases primordiales de esos ámbitos culturales para que una persona que nunca se ha acercado a este tipo de publicaciones, o solo las conozca de oídas,  lo haga no con miedo sino con el convencimiento de que esta Historia del Arte en cómic será el primer peldaño para que en el futuro  pueda aterrizar en otras lecturas que le harán vibrar con el devenir de los siglos pasados.

 


 

Junto con el dibujo, que me ha encantado por lo original y simpático que es, y con los textos y explicaciones que me han enganchado desde el principio, Pedro Cifuentes además ha querido mostrarnos esta cultura universal no desde un punto de vista europeísta sino también mostrarnos que más allá de nuestro continente también se estaban desarrollando otras formas de vida y de conocimiento, ya fuera en América, África o Asia. Además otro de los grandes valores que no quiero que se me olvide indicarles es que esta Historia del Arte en cómic está trufada de, llamémoslo así, elementos frikis que a más de uno de mi generación le harán soltar una pequeña risita: tanto en el de la antigüedad como en el de la Edad Media, además de todo el bagaje cultural y de los personajes curiosos que circulan, El Profe (Pedro Cifuentes) hará menciones a películas o personajes celebres del actual mundo retro como por ejemplo El señor de los anillos, Juego de Tronos, El jovencito Frankenstein  (o Fronkonstin, perdone usted), La Historia Interminable, El nombre de la Rosa, La Historia Interminable, El Hobbit, La princesa prometida… y así un sin fin de referencias que harán las delicias de los lectores algo ya talluditos que se acerquen por primera vez a esta fantástica saga.

Ésta continua con El Renacimiento (tomo 3) y recientemente El Barroco (tomo 4), y si quieren un buen complemento no duden en ojear también su nueva colección Historia de España en cómic que actualmente solo contiene La Prehistoria en la Península Ibérica. De todas maneras concluyo diciendo que Pedro Cifuentes es un divulgador excelente, de los de la antigua escuela, y que yo, a pesar de tener algunas agallas en cuanto al mundo histórico, la lectura de su Historia del Arte en cómic me ha hecho disfrutar un montón e incluso descubrir algunos datos que se me habían pasado por alto. Las aventuras del peculiar CPU, de la soñadora Isadora, del fortachón Tomás o de las gemelas María y Andrea, son excelentes, tanto que ojala hubiera podido acompañarles en estos cómics que en verdad, y con el corazón en la mano, deberían tener su lugar de honor en cualquier biblioteca o aula de centro educativo para que la chavalería pudiera acercarse más a las maravillas de la Historia y dejarse engatusar por ella.

Pd: El personaje que más me ha gustado es el perrillo Lomper y su amor por las columnas.

 

Pedro Cifuentes, Historia del Arte en cómic. El mundo clásico (Volumen 1). Madrid. Desperta Ferro, 2019, 91 páginas (Texto e ilustraciones: Pedro Cifuentes).

Pedro Cifuentes, Historia del Arte en cómic. La Edad Media (Volumen 2). Madrid. Desperta Ferro, 2020, 91 páginas (Texto e ilustraciones: Pedro Cifuentes).

domingo, 4 de febrero de 2024

EL TERROR ROJO - Wenceslao Fernández Flórez

 

La casa era entonces para nosotros una prisión. La calle, el lugar por donde iba y venía la Muerte, con su mono de miliciano.

Empecemos esta reseña con una nota gastronómica. Cocer agua es muy sencillo. En un recipiente, ya sea olla o cazuela, se coge un tanto de agua y se pone al fuego. Si uno es natural curioso, se puede quedar a ver como evoluciona dicha fórmula. Primero verá que durante cierto tiempo no pasa nada, todo es muy aburrido. Después, de improviso, una burbujitas empiezan a salir del fondo hacia arriba hasta que éstas se hacen más y más gordas, se agitan impacientes y revuelven la tranquilidad que había en el recipiente. Pero si no lo tapamos con cuidado al final esta agua se desborda y acaba encharcando la cocina. Pues en la historia de las revoluciones (y ya pasamos al tema histórico que es de lo que va este libro) pasa lo mismo. En los primeros momentos de los estallidos sociales todo es anarquía y todo está sin control (el agua que se desborda de la olla, recuerden). La gente se disgrega en mil luchas hasta que el gobierno de turno, el nuevo si dicho alzamiento tuvo éxito o el antiguo si fue lo contrario, consigue dominar la situación, aplacar los ánimos y encauzar los hechos. En la España de 1936, tras el alzamiento del ejército en África, y los fallidos intentos de revolución en algunos lugares del país, como el Cuartel de la Montaña en Madrid, nuestra piel de toro se partió en dos dando como resultado una cruenta guerra civil en la que en los primeros meses, en las retaguardias, ya fueran nacionales como republicanas, se produjeron auténticos momentos de terror en los que los ajustes de cuentas, las viejas cuentas pendientes, estuvieron al orden del día. Los oportunistas y los maleantes se hicieron temporalmente dueños de la situación. Nada les podía detener dando comienzo la cacería a aquellos que no pensaban como ellos, del que tenías alguna ofensa larvada en el corazón o del que tenía muchos dinero y posesiones que arrebatar. Muchas personas perseguidas fueron testigos de estos terribles desmanes siendo uno de ellos el propio escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez (1885 – 1964) al cual también se le intentó dar caza durante unos meses en el Madrid republicano, dando fiel reflejo de la situación en su libro El terror rojo (publicado primero en Portugal en 1938 con el título O Terror Vermelho).

Más allá de sus obras literarias más conocidas como por ejemplo El bosque animado (en versión cinematográfica quién no se acuerda de aquel Alfredo Landa siendo el temible bandido Fendetestas o la siniestra procesión de la Santa Compaña), Volvoreta o El malvado carabel, entre otras, Wenceslao Fernández Flórez también era una persona interesada en la política de su tiempo, como lo demuestran sus “Acotaciones de oyente” o crónicas parlamentarias aparecidas en distintos periódicos del momento. Y aunque era de personalidad conservadora no tenia ambages en atizar la estulticia patriótica partiera desde el lado republicano, el falangista o el monárquico, lo que en verdad le valió granjearse enemigos de un lado y de otro cogiendo papeletas para ser encañonado por un pelotón de fusilamiento. Al producirse el estallido de la Guerra Civil, en aquel caluroso verano del 36, todo el orden establecido saltó por los aires. Bandadas de milicianos de retaguardia y malhechores oportunistas que se hacían pasar por defensores de la Republica, pero que no pisaban un frente de guerra ni de lejos, decidieron aplicar su propia ley y perseguir con saña a cualquier persona con tufo de enemigo del orden establecido y de paso saldar viejas cuentas y arramblar cualquier bien ajeno. Cientos de personas, ya fueran de derechas, monárquicas o simples burgueses que alguna vez se hubieran significado con el movimiento alzado (lo del anuncio de la Quinta Columna emitido por el general Mola tampoco ayudó mucho), fueron encerradas en checas o simplemente paseadas al amanecer a una tapia del cementerio o del parque más próximo. Una de aquellas personas a las que se sometió a una cacería implacable fue al protagonista del libro que les traigo ante ustedes. Wenceslao Fernández Flórez, como ya les he indicado anteriormente, era carne de fusilamiento y en este caso, al estar en Madrid cuando se produjo el alzamiento (la curiosa suerte geográfica) fue perseguido con orden de busca y captura, para luego matarle, desde el primer momento. Tuvo que salir de su casa y pasar un auténtico rosario de paradas en distintos lugares, siempre con el miedo en el cuerpo, hasta que consiguió salir de España un año después. Estuvo alojado y escondido en casas de amigos, de simpatizantes de su obra, en legaciones internacionales como la de Argentina y Holanda, y finalmente en Valencia en una villa hasta que consiguió salir en coche por el Pirineo hasta Francia.

Y toda esa auténtica odisea aderezada con las visiones de terror que nos muestra en su ir y venir por ese Madrid gobernado en un primer momento por la anarquía más pura y las ansias de sangre de una parte de la ciudadanía a la que inconscientemente se la armó desde el principio y que muchos en vez de ir a luchar a los frentes del Oeste o a Somosierra decidían considerar a la capital de España como su coto particular de caza y latrocinio. Siempre desde el punto de vista del autor de esta autobiografía (es decir del perseguido, no nos podemos olvidar de ello) Wenceslao, que las vivió en sus carnes desde que tuvo que salir escopetado de su casa, nos muestra cómo eran los arbitrarios paseos mañaneros o nocturnos, como la masa se regocijaba con los cuerpos de los fusilados (a veces mujeres y niños), las torturas en las checas, el robo en las casas, las expropiaciones de propiedades privadas, las humillaciones que los ciudadanos vivían en las calles por matones de milicianos armados de pistolón, cazadora de cremallera y barra libre, la estulticia de los gobernantes que miraban para otro lado, y los sentimientos de miedo y sus experiencias de pesadilla que sufrían los que estaban escondidos en las casas o estaban prisioneros en las legaciones anhelando escapar de aquel cerco de muerte y horror. El ambiente que nos presenta Wenceslao Fernández Flórez es tan siniestro y opresivo como el infierno de Dante, de un lugar en el que el ser humano, ya sea la idea política que sea, abandone toda esperanza de vivir.

Pero aun así, a pesar de ello, el autor de El bosque animado también nos recrea de manera soberbia como era el Madrid de aquel tiempo e incluso añade, fiel a su estilo literario, ciertas notas de humor (ya es difícil con respecto al tema) y ciertas curiosidades como lo que le gustaba a aquellos patrullas milicianas ansiosas de sangre: el dinero, el poder, el no pagar en las tiendas de suministros mientras el pueblo se moría de hambre, el comer gratis en los restaurantes con solo poner el pistolón en la mesa, o su amor por los coches rápidos, las carreras y el gasto de gasolina cuando, más que nunca, ésta se necesitada para llevar a los verdaderos luchadores por la República al frente. El estilo de esta autobiografía  es directo y a la vez muy literario, artístico y preciso al describirnos un triste periodo de nuestra historia, libro que a la vez inspiro a su siguiente novela Una isla en el mar rojo. A mí, por lo menos, ha sido una lectura que me ha impresionado bastante, algunos capítulos y sensaciones te erizan los pelos y te ponen el alma en vilo al describirnos de manera perfecta las sensaciones que tiene el topo que está escondido, el sentir como se acercan los pasos de tus asesinos, el sonido del ascensor en la noche y rezar para que no se pare en tu puerta, el ver con tus propios ojos como arrastran a una persona por la calle y presenciar la vileza e impunidad de aquellas patrullas milicianas… y si el lector se encoge ante tamaño terror es que el nivel literario, por tanto, de este libro es soberbio. Os lo recomiendo.

Wenceslao Fernández Flórez. El terror rojo (1938). Madrid, Ediciones 98, 2022; 188 pp.; trad. del portugués de Jesús Alfonso Blázquez González