miércoles, 26 de junio de 2019

LA DESBANDÁ - Luis Melero



Cuando pasaban los aviones, daban la voz y nos levantábamos para correr. Y quedaban los cuerpos y decías: 'Mira, muertos' (Juan Conejero, superviviente de la Desbandá)

El gobierno de la República Española después de perder Cádiz y que Tánger y Gibraltar no pudieran acoger a la flota republicana no tenía otra opción que utilizar el puerto de Málaga como base de operaciones. Pero era una elección muy peligrosa ya que la ciudad estaba a punto de caer en manos de los sublevados y solo estaba defendida por unos 12.000 milicianos pobremente armados, en algunos casos con fusiles bastante viejos.  A mediados de Enero de 1937 la suerte ya estaba echada pues el general franquista Gonzalo Queipo de Llano junto con otros dos cruceros se dirige a Málaga y ningún barco de la flota republicana intenta pararlos. Pero es a partir del 6 de febrero cuando los hechos se precipitan ya que a punto de caer la ciudad los ciudadanos huyen en desbandada (de ahí su hombre) camino de Almería produciéndose una de las mayores matanzas de la Guerra Civil. Los ciudadanos utilizan cualquier medio de transporte para huir de los desastres que ya se anunciaban, ya sea en camión, coche, mulas, carretas, en bicicleta o incluso a pie llevándose las pocas pertenencias que tenían. Se cree que en total huyeron unas 300.000 personas las cuales se convirtieron en dianas móviles para los aviones franquistas quienes los ametrallaban a placer o las bombardeaban al igual que hacían los cruceros desde el mar. Se cree que en la carretera y aledaños que va desde Málaga hasta Almería murieron entre 3000 a 5000 personas, la mayoría civiles, que solamente huían de los terrores de la guerra.

La novela de Luis Melero, La Desbandá (Roca Editorial, 2005), narra este episodio trágico de la Guerra Civil Española, hoy un tanto olvidado, a través de los ojos inocentes de Mani un chico que, a punto de entrar en la adultez, se convierte en testigo de excepción del horror que está a punto de sufrir la ciudad malagueña. La familia de Mani, que vive en una de las callejuelas que van a desembocar en el antiguo convento de la Goleta, compuesta por él y sus cuatro hermanos es el núcleo de la narración ya que todos ellos representan un tipo de pensamiento político imperante en aquellos años previos a la contienda civil: Paco es comunista; le sigue el violento Antonio que prefiere la acción directa y es un anarquista convencido; después tenemos a Ricardo, que prefiriendo la vida eclesiástica, es el reverso de sus dos hermanos anteriormente mencionados teniendo con ellos continuas trifulcas; y finalmente Miguel, que está más ocupado por galantear que por tener una idea política en sí. Como se puede ver casi tenemos el arco ideológico completo que va a provocar en menos de un año que los españoles se maten entre sí. En cambio a Mani solo le interesa sobrevivir en ese barrio tan duro.

El autor retrata, en un principio, el ambiente prebélico de Málaga y cuál era el pulso de la ciudad y sus gentes. Pero en cuanto comienza la guerra todo comienza a acelerarse. La urbe comienza a llenarse de refugiados que huyen de las fuerzas nacionales e italianas y llenan la ciudad hasta provocar un ambiente enrarecido y violento en el que sobre todo faltan los suministros necesarios para vivir. Pero el cerco a Málaga llega por fin y cuando las tropas rebeldes están a punto de entrar los habitantes, sintiéndose en verdad abandonados por su gobierno, huyen despavoridos por la única vía posible de escape: la carretera de Almería. No hay medios de transporte organizados como en el sitio de Madrid. Y en ella se vivirán situaciones de lo más espeluznantes. Muerte, horror y locura es lo que reinara en esos días fatídicos. 

La Desbandá, de Luis Melero, rescata este episodio olvidado, más terrible que el sufrido en Guernika posteriormente y nos lo presenta de un modo vibrante y muy bien documentado. Un libro necesario para completar el puzle de una guerra civil que nos asoló y para dar voz a aquellos que sufrieron un verdadero calvario en una carretera en donde el enemigo no les dio tregua alguna.

martes, 25 de junio de 2019

BREVE HISTORIA DE LA ECONOMÍA - Santiago Armesilla



Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco. En este mundo, ninguna cosa es cierta salvo la muerte y los impuestos. (Benjamín Franklin)

La economía está a la orden del día. Diría incluso que está por encima de otras noticias que nos inundan continuamente pues no solo esta práctica y disciplina es la que hace que funcionemos a diario sino que también, afirmo, la economía y las grandes empresas son las que hacen, e incluso muchas veces manden, en el devenir de un país y de sus dirigentes. Sin economía por tanto no somos nada. Creemos que ésta se circunscribe solamente al cambio de moneda por productos básicos, pero por encima de ella existe una macroeconomía que es la que hace que el mundo gire en torno a los mercados internacionales. Si sube, genial para nuestros bolsillos, pero si entra en caída libre malo para nosotros pues nos infla el precio de la vida. Por tanto, aunque pueda parecernos un campo árido, es bueno que sepamos algo de ella, cómo funciona y cuál ha sido su historia a través de los tiempos en distintas partes del planeta. Así pues, para ello, les invito a que abran el trabajo de Santiago Armesilla, Breve Historia de la Economía, y se adentren en un viaje de lo más interesante.

La primera parada a la que nos lleva nuestro autor es a la misma prehistoria ya que desde que el mundo es mundo el ser humano es esencialmente un ser que gira en torno a la economía. Fueron las herramientas las que le hicieron como es y con las que pudo modificar su entorno a través de la caza, ganadería y agricultura pudiendo en poco tiempo comerciar con los bienes y sobrantes obtenidos. De ahí, tras la unión del hombre en grupos y el nacimiento de los poblados y ciudades la economía se centró en las primeras civilizaciones como son las pertenecientes al Creciente Fértil (Sumeria, Mesopotamia, Egipto) y más allá en zonas como la India y China o en América gracias a los pueblos mayas, aztecas o incas. Y aunque cada una de ellas comerciaba diferentes productos hay que señalar que tenían como punto común el llamado despotismo hidráulico girando en torno a los grandes ríos y las pequeñas comunidades de regadío que hubiera en torno a ellos. Después asistimos al auge que hubo en torno al comercio de esclavos sobre todo en Grecia y Roma (ésta sobre todo) para, a continuación adentrarnos en el comercio y la división económica social entre clases que había en la Edad Media. Pero el comercio en este tiempo no se centra solo en las ciudades y sus gentes sino también en las grandes rutas existentes que hacían posible que llegaran los productos a los mercados como por ejemplo la famosa Ruta de la Seda.

La caída de Bizancio, y la llamada Era de los Descubrimientos provocan que se amplifique ese comercio, sobre todo por la necesidad de especias en occidente, y se liberalice un tanto el sistema de comercio pudiendo por tanto entrar en la también llamada Era del Mercantilismo pues los viajes que se realizan a través del orbe conocido provocan que la economía sea global. Todos los imperios comercian entre ellos, dándonos a conocer que este intercambio que se establece actualmente no es un invento de hoy en día. El mercantilismo es un paso previo al mundo capitalista en el que la Revolución Industrial fue su gran motor. Las nuevas máquinas hacen que se maximice la producción y por tanto aumenten los beneficios de una clase media burguesa que se quiete auto encumbrar. Pero lo que promete ser un maná de abundancia choca con las gran brecha que se empieza a producir entre los que obtienen los beneficios y los trabajadores que sufren agotadoras jornadas de trabajo remunerándose, muchas veces, de manera injusta las horas que dan al patrón. Es por ello que a partir de los postulados de Karl Marx o Hengels se empiece a imponer una visión alternativa de la economía: centralizada en el Estado proletario y más generosa con los trabajadores. La antagónica lucha entre capitalismo y socialismo está servida. Finalmente el trabajo de Santiago Armesilla termina con la denominada Segunda Globalización, nacida del fin del socialismo, y que a mi modo de ver es más agresiva que la primera surgida en la era del mercantilismo.

Breve Historia de la Economía, es un ensayo bastante interesante sobre este campo y sus interrelaciones a través de la Historia. Aprenderemos muchos temas interesantes, no solo su evolución, sino que nos pararemos en los orígenes de la moneda, la propiedad privada, los tributos, como estaba dividida económicamente la sociedad feudal, como eran los distintos tipos de intercambios existentes en las culturas de la antigüedad y en el mercantilismo, qué productos eran los más interesantes, las rutas de comercio a lo largo de los siglos, los modos de producción… y así un buen número de elementos que nos harán disfrutar del universo de la economía y como ésta ha ayudado al desarrollo del ser humano en la Historia Universal.
Buena lectura.

domingo, 23 de junio de 2019

¿POR QUÉ DOÑANA SE LLAMA ASÍ?



El Parque Nacional de Doñana es sin duda una de las reservas naturales de flora y fauna más importantes no solo de Europa sino también del mundo entero. Desde la Edad Media esta zona fue lugar de descanso y coto de caza de reyes y gente adinerada, sobre todo a partir del siglo XV cuando se empezaron a establecerse allí los grandes señoríos como por ejemplo el de Medina Sidonia. No nos hemos de olvidar de la gran cacería que esta casa ofreció al mismísimo Felipe IV en 1624 en el que los grandes señores y nobles de toda España se dieron cita allí para cazar y galantear en un ambiente idílico. Aun así, pasa conocer por qué este parque obtiene el nombre por el que se le conoce en la actualidad hemos de retroceder unos años antes de esta gran cacería. Parece ser que el séptimo duque de Medina Sidonia, don Alonso Pérez de Guzmán, se casó con doña Ana de Silva y Mendoza y, Dios los cría y ellos se juntan, ambos eran de igual carácter: tímidos y retraídos. Ello se debía a que por un lado don Alonso por aquel entonces todavía rumiaba la humillante derrota de la Armada Invencibles en la que era el comandante en jefe de la fuerza expedicionaria, mientras que en el alma de Ana pesaba ser la hija de la mítica princesa de Éboli. Así pues ésta convenció a su esposo para que construyera en aquellos pagos un palacio recoleto rodeado de pinos y alcornoques en el que poder establecer su residencia. Y como a partir de 1585 la pareja pasaba largas temporadas en dicho palacio los lugareños comenzaron a llamarlo el Bosque o Coto de doña Ana, transformándose coloquialmente en el tiempo como Doñana. Tal como hoy conocemos a esta fantástica reserva biológica.

jueves, 20 de junio de 2019

BREVE HISTORIA DE LOS TRASATLÁNTICOS - Víctor San Juan



- ¿Quién pensó el nombre del Titanic? ¿Fue usted Bruce?
- De hecho sí, quería transmitir el tamaño puro y el tamaño significa estabilidad, lujo y sobre todo, fuerza.
- El Dr. Freud estaría muy interesado en el significado de su comentario. (Titanic, 1997)

Parecía que su tiempo ya había pasado, pero por culpa de una película los famosos trasatlánticos volvieron a la vida. En 1997 vivimos el amor del pobre Jack y la acaudalada Rose a bordo del mítico Titanic en la película homónima dirigida por el director de cine James Cameron. Este film batió todos los records en cuanto a premios, dinero recaudado y tiempo de permanencia en cines (todavía me acuerdo de los años que duró en un cine de la Gran Vía). Pero no solo embargó el corazón de cientos y cientos de espectadores a ritmo de Celine Dion sino que también fue el causante de que se extendiera la titanicmania por todo el orbe. Libros, documentales, y un sin fin de exposiciones rememoraron cómo fue la vida de aquel gran buque, cómo era por dentro, y cuál fue el triste desenlace que tuvo. Esto fue bueno, tanto que incluso hoy siguen existiendo clubs de fans de este trasatlántico, aunque también hay que recordar que este no fue el único pues antes y después de él existieron algunos más tanto o igual de fascinantes. Por eso hoy les recomiendo el trabajo de Víctor San Juan titulado Breve Historia de los Trasatlánticos con el que podrán surcar las olas y revivir toda su magia para, en verdad, sentirse como auténticos reyes del mundo.

Y es que viajar en uno de ellos era una experiencia única. Actualmente nos movemos desde el punto A hasta el B sin darle mayor importancia. Incluso unos minutos de retraso nos hacen perder los nervios. Rapidez e inmediatez, es lo que gobierna el ritmo del mundo actual. Pero hubo un tiempo en que esto no era así. Quien tenía suerte (la gente adinerada, claro está) sabía que lo importante al viajar en un trasatlántico no era llegar a su destino sino gozar con la verdadera experiencia del momento. Era como vivir en un hotel de lujo durante días y horas. Nuestro autor nos habla no solo de ello sino también de las distintas generaciones de estos titanes del mar a través de la historia, cómo fueron diseñados y cuáles fueron las gestas que estos barcos llenos de ostentación y glamour batieron. Además nos hace verlos como símbolos de una época, además de ser también una muestra de la destreza humana y de el espíritu de superación de los ingenieros que los confeccionaron.

Los grandes viajes no surgieron de la nada, de la noche a la mañana. El origen más “primitivo” habría que buscarlo en la propia edad de los descubrimientos, en la era moderna, cuando países e imperios como Portugal o España establecieron rutas atlánticas a América o África con la intención de colonizar o comerciar en los lejanos puertos donde atracaran. Aunque si queremos un inicio algo más cercano Víctor San Juan lo retrotrae a 1938 cuando el vapor Great Western estableció la primera línea regular en el Atlántico, finalizando la odisea de estos buques en 1970 cuando el mítico Queen Elizabeth, ya medio herrumbroso, fue vendido en pública subasta. Pero eso es adelantar un poco los hechos, lo que ahora hemos de saber es que fue la Revolución Industrial quien revolucionó (evidentemente) los viajes por los mares y océanos del mundo al dotar a los barcos vapor, grandes hélices y un fuerte casco de hierro. Es en este momento cuando las empresas y los países empiezan a considerar a los trasatlánticos como escaparates de los avances técnicos y tecnológicos que atesoran. A partir de aquí comienza una autentica lucha entre las navieras, como por ejemplo la Cunard, al querer batir todos los records de velocidad y poder así ganar premios como la famosa Cinta Azul. Mientras que barcos como el Great Wester podían tardan quince días en hacer el viaje, otros como el Germanic, Britannic, City of Paris, Lusitannia, Normandia o Queen Elizabeth, entre otros muchos consiguen ir poco a poco bajando esta marca hasta situarla en tres días… aunque esta obsesión por la velocidad también produjo numerosos accidentes y naufragios.

Nuestro autor se detiene en los míticos trasatlánticos llamados de cuatro chimeneas entre el que destaca el Titanic. No era el más rápido ni el más increíble de todos ellos, pero desde su nacimiento tuvo algo que lo convirtió en leyenda.  Es por eso que su hundimiento durante su viaje inaugural, la noche del 14 al 15 de abril de 1912, al chocar con un iceberg conmocionara a todo el mundo convirtiéndose ipso facto en todo un símbolo de lujo y tragedia que todavía a día de hoy sigue vigente. Pero este ensayo no se detiene ahí (menos mal) sino que sigue con la historia fascinante de estos gigantes del mar. Durante la Primera Guerra Mundial, los trasatlánticos vivieron una reconversión de sus funciones iniciales y se convirtieron o bien en cruceros auxiliares armados o de transporte o en corsarios que servían para hostigar al enemigo. Aun así no estaban exentos de peligros pues los trasatlánticos eran un verdadero festín para los submarinos quienes dieron buena cuenta de ellos como por ejemplo les pasó al Lusitannia o al Carmania. Pero la historia sigue y durante el periodo de entreguerras hubo un resurgimiento de estos buques. Fueron más rápidos, más grandes y hay que destacar que en 1936 fueron botados el Queen Mary y en Queen Elizabeth. Pero con la llegada de la Segunda Guerra Mundial su progresión fue cortada en seco y los trasatlánticos sufrieron una nueva reconversión al igual que en la Gran Guerra, pero aquí se añadieron nuevas funciones desde trasporte de tropas hasta convertir el lujo en míseras y terribles cárceles acuáticas.

Desde ese momento ya nada sería igual para el mundo de los trasatlánticos. Poco a poco fueron convirtiéndose en grandes barcos más funcionales y prácticos, abandonando el gran lujo y glamour que les había caracterizado hasta convertirse en los típicos cruceros de vacaciones que tanto vemos en los puertos y que tanto se anuncian por la televisión en los paquetes estivales. De todas maneras, el espíritu humano y mágico de los antiguos trasatlánticos sigue ahí y a veces es bueno pararse un momento a conocer su historia y sentirse como excelsos viajeros adentrándonos en el interior de ellos, recorriendo sus largas y enormes bordas, conociendo su épica leyenda y observando el horizonte como hacía Jack, como auténtico rey del mundo. Y este libro, Breve Historia de los Trasatlánticos nos ayuda a ello. Se lo aseguro.
Buena singladura.

domingo, 16 de junio de 2019

LA FOBIA LINGÜÍSTICA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



Cuando los países se enzarzan en alguna guerra, y más si es mundial, es frecuente que tras un buen lavado de cerebro dichas poblaciones comiencen a odiar a sus enemigos y a demonizarlos intentando borrar cualquier lazo de afecto que hubieran tenido en el pasado. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) los alemanes, además de comenzar a odiar las obras de Shakespeare, fueron quitando los nombres a todos los restaurantes, hoteles y establecimientos comerciales que tuvieran alguna reminiscencia con respecto al bello idioma francés o inglés. Incluso se intentó prohibir la palabra bombón aunque esta vez sin éxito alguno. Pero lo que si funcionó durante cierto tiempo fue rebautizar a la ensalada italiana como ensalada de traidores en recuerdo de cómo Italia acabó finalmente luchando contra las potencias centrales.

En Francia se quiso cambiar el nombre comercial de Agua de Colonia por el más patriótico de Agua de Provenza, pero al igual que el caso anterior de la palabra bombón, tampoco tuvo mucho éxito. Mientras tanto en los países aliados, a pesar de ser uno de los idiomas más estudiados, el alemán fue proscrito tanto en los libros como en las conversaciones. Tanta rabia daba el alemán que se llegaron hacer verdaderas atrocidades ya que por ejemplo en Estados Unidos se mataron a un gran número de perros de origen alemán. Además de aquí, en muchos otros países se quiso borrar cualquier referencia teutónica en las comidas. Las hamburguesas, por recordar a la ciudad de Hamburgo en Alemania se las pasó a llamar Salisbury Steaks (filetes de Salisbury). Las salchichas de Frankfurt se convirtieron en las Liberty sausages (salchichas de la libertad), mientras que los perritos calientes o dachshunds (perritos alemanes) acabaron llamándose Liberty dogs.

En el frente interno cualquier nombre o reminiscencia con respecto al enemigo podía inducir al odio de la población, por lo que los propios aristócratas ingleses que tenían tantas raíces con el país germano también cambiaron sus nombres y títulos. Los Battengerg lo trocaron en Mountbatten e incluso la familia real inglesa que se apellidaba Sajonia-Coburgo –Gotha acabó auto imponiéndose el nombre de Casa Windsor, como se les conoce actualmente.