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domingo, 21 de mayo de 2023

¿QUÉ ERA LA LEY DE TALIÓN?


                                                         (Foto: Wikimedia Commons)

En la antigüedad existían (y existen) distintas formas de impartir justicia basadas en que un único dios (o dioses) delegaban esta función a través de sus gobernantes terrenales lo cual justificaba que un rey o emperador pudiera aplicar la pena de muerte sin ningún cargo de conciencia pues convertía a éstos en meros tramitadores de las ordenes que recibían de un ser superior. Una de aquellos reglamentos de justicia era la famosa Ley de Talión (del latín tallos o tale que significa “idéntico” o “semejante” y que en español deriva en la palabra “tal”) plasmada en el Código de Hammurabi y en el Antiguo Testamento, y que se basa en la reciprocidad existente entre el delito y su castigo subsiguiente acabando muchas veces en la ejecución del asesino. Es decir quitar una vida por otra en un acto de venganza en vez de confiar en una posible reinserción del acusado. O como dice la Biblia: ojo por ojo, diente por diente, pan por pan.

Hammurabi (1792 – 1750 a.C) fue el sexto rey de Babilonia y en 1753 a.C  procedió a redactar el llamado Código como podemos ver esculpido en una estela de diorita negra de dos metros y medio de altura que en la actualidad se encuentra en el Museo del Louvre, en París. En ella observamos como Shamas, dios de la justicia, sentado en un trono le entrega al rey Hammurabi un código donde viene estipulado el tipo de leyes que ha de aplicar entre los hombres (o lo que es lo mismo convierte a Hammurabi en un mero recadero de los dioses librándole de cualquier culpa). En éste código, y en las numerosas copias que se debieron de repartir por todo el reino, se plasma el principio jurídico de la Ley de Talión compuesto de 282 artículos acabando muchos de ellos en la condena a muerte del acusado. Con esta ley se intenta intimidar al delincuente a la vez que dar un marco de estabilidad jurídica y social en todo el Imperio babilónico. Pero aunque se muestran los distintos tipos de castigos dependiendo de la clase social a la que pertenezca una persona, al leer con detenimiento este reglamento tan estricto nos damos cuenta que quienes más sufren por ello son las clases más desfavorecidas. Nada nuevo bajo el sol.


 

 

 

viernes, 11 de enero de 2019

LOS BARBEROS EN MESOPOTAMIA



Los habitantes de la antigua Mesopotamia le daban una gran importancia al cuidado de su cabello. Tanto que si una persona lo llevaba desordenado o sucio la tildaban de bárbaro, mientras que él que lo peinaba y lo protegía de las inclemencias del tiempo y de la edad era considerado como civilizado. A todo el mundo le gustaba ir bien aseado siendo los distintos tipos de peinado una clave para conocer la escala social del que lo portaba. No era igual el moldeado que exhibiera un rey o una reina, un noble principal o incluso un magistrado que trabajara en palacio o en un templo. Los encargados de efectuar todo tipo de peinados, de cuidar el cabello o incluso de oscurecer las canas fueron, obviamente, los barberos. Eran llamados para que fueran a cualquier sitio ya fuera a palacio, un juzgado o incluso a los mercados donde se vendían y compraban esclavos para raparlos y despojarles de su propia individualidad dejándoles solamente una especie de mechón distintivo llamado abuttum.

Pero los barberos hacían más que cortar cabellos. Tenían más funciones como por ejemplo ser verdugos, dentistas y hasta recaudador de impuestos. En total los textos sumerios distinguen cinco tipos de barberos: el común; el que se ocupaba de los nobles y las testas reales; el que solamente iba a cortar el pelo a los esclavos; los que hacían tatuajes; y finalmente los que hacían pelucas. Al final, con el paso del tiempo, sus funciones se redujeron a tres: el general (barbero común, dentista y cirujano); el encargado de rapar las cabezas de los esclavos y los de los templos. En el oficio de barbero (gallabu) se podía ganar bastante dinero pero éstos también tenían una gran responsabilidad ya que por ejemplo les podían amputar las manos si realizaban un corte de pelo indigno a una persona de la realeza o si eran denunciado por su mala praxis, o por el contrario osaban cortar la trenza o abuttum a un esclavo.

lunes, 12 de noviembre de 2018

EL INGENIO DE CIRO EL GRANDE



Sitiar una ciudad y, posteriormente, tomarla no es asunta baladí pues para ello el conquistador ha de tener en cuenta muchos factores como por ejempla la disposición de la ciudad y las defensas de las que ésta dispone. En el 539 a. C el rey Ciro II el Grande llegó a las puertas de Babilonia y se encontró con una ciudad que muchos consideraban inexpugnable. Y no era para menos pues en aquellos tiempos Babilonia contaba con un doble cinturón de murallas de más de veinte metros de altura, toda erizada de guerreros y con un caudaloso rio, el Éufrates, que corría por el centro de la ciudad. Así pues Ciro se encontró con que no podría doblegar aquel emplazamiento mediante un ataque frontal o intentando forzar las aberturas por donde entraba el rio ya que éstas estaban cerradas por unas fuertes rejas e impedían que se pudiera bucear por debajo.
  
Cualquier general o conquistador se habría sentido intimidado ante aquellas defensas y hubiera decidido levantar el campamento y huir con el rabo entre las piernas. Pero Ciro no era de esa pasta y optó por utilizar su propio ingenio. Tras mucho cavilar y consultar a sus generales se dio cuenta de que el único punto débil de la ciudad era el río, por lo que decidió desviar el curso del mismísimo Éufrates. Para realizar tan magna empresa se llevó a un grupo de soldados e ingenieros río arriba para que por un lado construyeran un canal paralelo al rio y a la vez levantar una presa que taponase el curso del original. Una noche en que los babilonios estaban confiados ordenó cerrar la presa y cuando el cauce del Éufrates ya estaba casi seco hizo pasar a sus tropas por debajo de las rejas. En un abrir y cerrar de ojos Babilonia había caído en manos de los persas.

sábado, 16 de febrero de 2013

EL REY JARDINERO

Podemos considerar a los sabios de Mesopotamia como los primeros astrónomos de la Historia. Durante dos mil años se dedicaron a observar en los cielos a los cuerpos celestes y compararlos con los dioses. Uno de sus obras astronómicas más importantes fue el Enuma Anu Enlil en el que hay anotados todo tipo de predicciones sobre las estrellas, y el aspecto y movimiento de éstas en el cielo eterno. El nombre de este texto proviene de las primeras palabras escritas en él “Cuando Anu y Enlil y los grandes dioses…” y era  tan importante en su tiempo que fue copiado en cientos de ocasiones. El texto más completo lo encontramos en la Biblioteca de Asurbanipal, en Nínive, y esta formado por un total de 70 tablillas con todo tipo de predicciones.

Muchos de estos presagios se centran en los eclipses lunares, los cuales eran muy temidos en Babilonia, ya que predecían la muerte de un monarca. Es por ello que era importante saber cuándo iban a producirse y de esta manera tomar las medidas oportunas para evitar la caída del rey. Así que cuando ya lo sabían adoptaban una costumbre de lo más curiosa. Días antes de que la luna se interpusiera en el camino del Sol el rey se retiraba y era sustituido por un rey suplente, al cual llamaban El Rey Jardinero, el cual era normalmente un prisionero de guerra. Éste gobernada alrededor de cien días, pero siempre supervisado por un consejo real. Nada más pasar el eclipse lo ejecutaban y volvían a entronizar al verdadero rey, no sin antes haberlo purificado debidamente del aura maligna que le hubiera dejado el eclipse lunar.

viernes, 6 de abril de 2012

BREVE HISTORIA DE BABILONIA - Juan Luis Montero Fenollós




 
 

Ninguna ciudad de la Antigüedad fue tan deseada y temida, admirada y deshonrada, devastada y reconstruida como esta.

 

Si alguien quiere saber o sentir cual es el embrujo y la fascinación de aquella ciudad, de aquella gran metrópoli, capital de la Tierra de los Dos Ríos, le sugiero que como muestra vea durante unos minutos la película Alejandro, dirigida por Oliver Stone y estrenada en 2004 en todos los cines. Alrededor de una hora de visionado, y tras la sangrienta batalla de Gaugamela, podemos observar al victorioso mito macedonio entrando con sus tropas en la abigarrada y esplendida Babilonia seguido de sus falanges, enhiestas sarisas en ristre, para caer a continuación cautivos de sus magnificencias. A vuelo de cámara podemos ver una representación de una ciudad titánica, enorme en su tamaño e increíble en el diseño, por la que aquellos macedonios, antiguos y simples pastores del norte de Grecia, tanto habían soñado con conquistar. ¿Por qué esta fascinación? ¿A qué es debido este anhelo de poseer aquel milenario lugar? Tiene una sencilla explicación. Para nosotros, hombres de la modernidad, el conocimiento que tenemos de las ciudades antiguas como Roma, Atenas o Alejandría es enorme. Sabemos de su historia, construcción, disposición de cada calle, esquina y alma que alienta cada centímetro de perímetro o pomerium. La arqueología ha ayudado en extremo ha saber como eran aquellas megalópolis, pero por desgracia parece ser que hoy en día, aun no tenemos muy clara la historia de la gran ciudad de Babilonia, terreno inmortal, hogar de dioses que fue durante bastante milenios el centro neurálgico de el Próximo Oriente y gran parte de Asía y por la que han transitado pueblos como, a parte de los babilonios, asirios, acadios, amorreos, kasitas… y así hasta un buen numero de ellos. Esta discriminación frente a otras ciudades tal vez es debido, por el mismo motivo que las anteriores pero al revés, es decir a que el mundo arqueológico todavía esta desvelando la historia de esta ciudad y gran parte de los hallazgos o bien son muy enigmáticos e incompresibles o bien son poseídos todavía por una mezcla de leyendas y mitos religiosos difíciles de desentrañar. Pero quitando este hecho, Babilonia en la antigüedad suponía todo un sueño de magnificencia más elevado que las simples ciudades del Mediterráneo. De ella se hacían lenguas griegos, egipcios, y hebreos pues gran parte de su historia se halla en el Antiguo Testamento (¿quién no recuerda la dispar Torre de Babel (Etemenanki) los lujuriosos Jardines Colgantes de Babilonia, o el triste éxodo judío a aquella ciudad en tiempos de Nabucodonosor II?) siendo  por ello que incluso en la Edad Media muchos viajeros rastrearan sus ruinas buscando aquellos religiosos lugares para volver a resucitar la palabra escrita.

 

Rescatar la historia de la capital de Mesopotamia es uno de los grandes retos del mundo moderno, y es por ello que libros como Breve Historia de Babilonia, del profesor de historia antigua y arqueólogo Juan Luis Montero Fenollós no es que sean necesarios, son esenciales para comprender todo el periplo vital que tuvo desde su segunda fundación por parte del mítico rey amorreo Hammurabi hasta su caída en el 539 a.C en el que el rey aqueménida Ciro el Grande acabó con su independencia, pasando a formar parte del emergente imperio persa como una provincia más, trasladándose su capitalidad ciudades como Susa o Persépolis. A lo mejor el carísimo lector si ha seguido esta lectura con detenimiento se habrá dado cuenta de que he hablado de una “segunda fundación” de Babilonia. Esto es debido a la problemática cronología que envuelve toda la historia de la ciudad. La historia de Babilonia se puede dividir en varios campos, un oscuro prologo en el que supuestamente fue fundada la ciudad allá por el 2217-2193 a.C no teniendo noticias fiables hasta el llamado periodo Paleobabilónico (1894-1595) en el que destaca por encima de todo la figura de Hammurabi, el cual engrandeció la capital hasta convertirla en cabeza principal de toda Mesopotamia. A partir de ahí se suceden otros periodos como el Mediobabilónico (1595-1026 a.C) en el que se alternan las dinastías kasitas con la dinastía Isin en el que ya aparece el rey Nabucodonosor I; desde esta ultima fecha se suceden altos y bajos en la ciudad siendo ocupada en diversas ocasiones por otras potencias como los asirios (periodo Neobabilónico inicial 1026-626 a.C) hasta que Babilonia se sacude el yugo de Nínive y se yergue de nuevo ante los demás pueblos como amo y señor de ellos encarnándose aquel poder en personajes como Nabucodonosor II o el misterioso y místico Nabonido (periodo Neobabilónico clásico 626-539 a.C) Parece que el mito de Babilonia va a ser eterno no teniendo rival en la faz de la tierra, pero a partir de aquí empiezan a surgir en sus fronteras grandes imperios que harán que el sueño de aquella metrópolis caiga en el olvido hasta que los curiosos medievales que buscan la verdad bíblica y los arqueólogos franceses, ingleses y sobre todo alemanes de la mano del eminente Robert Koldewey la rescaten del pesado manto del olvido. En este último periodo (Tardobabilónico y Postbabilónico) Babilonia va de mano en mano, pues primeramente será conquistada por Ciro y su imperio persa, perdiendo de esta manera su autenticidad genealógica y capital, para después caer en manos de aquel autentico titán de la historia, Alejandro Magno, que lo convirtió temporalmente en la capital de su sueño helenístico, siguiendo con regencia seleucida comenzada por uno de los compañeros de Alejandro, Seleuco (que fundo Seleucia), y terminando con los partos y sasánidas en el siglo VII a.C, los cuales dejaron ya una tierra irreconocible en la que ya no quedaban enfrentadas frente al horizonte aquellas magníficas murallas de barro verde y azul brillante, aquella maravillosa Puerta de Ishtar con sus fieros leones y complicados dragones mushjushu, , ni los famosos templos ni zigurats que alguna vez la convirtieron en la mayor ciudad de la antigüedad.

 

Juan Luis Montero Fenollós sabiamente ha establecido una división clara en esta obra, y a la vez complementaria. Por un lado nos enseña con una erudición y rigurosidad fulminante la historia cronológica de Babilonia desde sus míticos comienzos hasta su caída en el polvo histórico allá por el siglo VII d.C. La sencillez con la que narra cada etapa es fascinante, enganchando al lector desde el comienzo haciéndole descubrir y vivir el día a día de aquella ciudad pues no solamente se centra en desarrollar cronológicamente los hechos más importantes que han jalonado el tiempo de esta metrópolis sino que lo acompaña de información sobre la religión que los babilónicos profesaban, como la adoración de su dios Marduk, el ritmo de vida de la sociedad y como estaba estratificada, o la ordenación y plasmación judicial de sus leyes, atendiendo sobre todo al famoso Código de Hammurabi. Este divulgativo ensayo sobre todo tiene la finalidad de mostrar al lector la historia de Babilonia acercándonos narraciones apasionantes como la historia de la Torre de Babel, o figuras indescriptibles como el  ya mencionado gran creador de códigos legales y ensalzador de Babilonia, Hammurabi (1792-1750 a.C), el conquistador Nabucodonosor II (605-526 a.C) tan famoso en el Antiguo Testamento pues conquistó Jerusalén y llevo a todo un pueblo a triste exilio, o el legendario Gilgamesh que de forma epopéyica nunca quiso morir, descubriendo al final que la inmortalidad solamente es un privilegio de los dioses.

 

Si uno viaja actualmente a la conflictiva zona de Irak, al país de Tigris y el Éufrates no podrá observar mucho de donde estuvo la mágica Babilonia. Algún rastro que otro dejado por la arqueología, por el paso del tiempo y por el pastiche moderno que quiso construir Sadam Hussein, pero si se sube a una colina al atardecer y mira con ojos soñadores el horizonte tal vez pueda sentir con los ojos cerrados y el corazón sosegado que todavía bajo tierra el pulso de aquella ciudad todavía late, esperando que alguien la rescate del tiempo para devolver a la humanidad todos sus secretos e leyendas todavía escondidas. Pero si no tiene posibilidad de transportarse físicamente a aquellos sitios, no se preocupe ni desespere, pues gracias a Juan Luis Montero Fenollós y su fascinante obra Breve Historia de Babilonia, tiene la posibilidad de viajar mentalmente allí y sentir en todo su ser la increíble crónica de una ciudad que ha desafiado a la eternidad para siempre.