Ninguna ciudad de la Antigüedad fue tan
deseada y temida, admirada y deshonrada, devastada y reconstruida como esta.
Si alguien
quiere saber o sentir cual es el embrujo y la fascinación de aquella ciudad, de
aquella gran metrópoli, capital de la Tierra de los Dos Ríos, le sugiero que
como muestra vea durante unos minutos la película Alejandro, dirigida por Oliver Stone y estrenada en 2004 en todos
los cines. Alrededor de una hora de visionado, y tras la sangrienta batalla de
Gaugamela, podemos observar al victorioso mito macedonio entrando con sus
tropas en la abigarrada y esplendida Babilonia seguido de sus falanges, enhiestas
sarisas en ristre, para caer a continuación cautivos de sus magnificencias. A
vuelo de cámara podemos ver una representación de una ciudad titánica, enorme
en su tamaño e increíble en el diseño, por la que aquellos macedonios, antiguos
y simples pastores del norte de Grecia, tanto habían soñado con conquistar.
¿Por qué esta fascinación? ¿A qué es debido este anhelo de poseer aquel milenario
lugar? Tiene una sencilla explicación. Para nosotros, hombres de la modernidad,
el conocimiento que tenemos de las ciudades antiguas como Roma, Atenas o Alejandría
es enorme. Sabemos de su historia, construcción, disposición de cada calle,
esquina y alma que alienta cada centímetro de perímetro o pomerium. La arqueología
ha ayudado en extremo ha saber como eran aquellas megalópolis, pero por
desgracia parece ser que hoy en día, aun no tenemos muy clara la historia de la
gran ciudad de Babilonia, terreno inmortal, hogar de dioses que fue durante
bastante milenios el centro neurálgico de el Próximo Oriente y gran parte de
Asía y por la que han transitado pueblos como, a parte de los babilonios,
asirios, acadios, amorreos, kasitas… y así hasta un buen numero de ellos. Esta
discriminación frente a otras ciudades tal vez es debido, por el mismo motivo
que las anteriores pero al revés, es decir a que el mundo arqueológico todavía
esta desvelando la historia de esta ciudad y gran parte de los hallazgos o bien
son muy enigmáticos e incompresibles o bien son poseídos todavía por una mezcla
de leyendas y mitos religiosos difíciles de desentrañar. Pero quitando este
hecho, Babilonia en la antigüedad suponía todo un sueño de magnificencia más
elevado que las simples ciudades del Mediterráneo. De ella se hacían lenguas
griegos, egipcios, y hebreos pues gran parte de su historia se halla en el
Antiguo Testamento (¿quién no recuerda la dispar Torre de Babel (Etemenanki)
los lujuriosos Jardines Colgantes de Babilonia, o el triste éxodo judío a
aquella ciudad en tiempos de Nabucodonosor II?) siendo por ello que incluso en la Edad Media muchos
viajeros rastrearan sus ruinas buscando aquellos religiosos lugares para volver
a resucitar la palabra escrita.
Rescatar la historia
de la capital de Mesopotamia es uno de los grandes retos del mundo moderno, y
es por ello que libros como Breve
Historia de Babilonia, del profesor de historia antigua y arqueólogo Juan
Luis Montero Fenollós no es que sean necesarios, son esenciales para comprender
todo el periplo vital que tuvo desde su segunda fundación por parte del mítico
rey amorreo Hammurabi hasta su caída en el 539 a.C en el que el rey aqueménida
Ciro el Grande acabó con su
independencia, pasando a formar parte del emergente imperio persa como una
provincia más, trasladándose su capitalidad ciudades como Susa o Persépolis. A
lo mejor el carísimo lector si ha seguido esta lectura con detenimiento se habrá
dado cuenta de que he hablado de una “segunda fundación” de Babilonia. Esto es
debido a la problemática cronología que envuelve toda la historia de la ciudad.
La historia de Babilonia se puede dividir en varios campos, un oscuro prologo
en el que supuestamente fue fundada la ciudad allá por el 2217-2193 a.C no
teniendo noticias fiables hasta el llamado periodo Paleobabilónico (1894-1595)
en el que destaca por encima de todo la figura de Hammurabi, el cual
engrandeció la capital hasta convertirla en cabeza principal de toda
Mesopotamia. A partir de ahí se suceden otros periodos como el Mediobabilónico
(1595-1026 a.C) en el que se alternan las dinastías kasitas con la dinastía
Isin en el que ya aparece el rey Nabucodonosor I; desde esta ultima fecha se
suceden altos y bajos en la ciudad siendo ocupada en diversas ocasiones por
otras potencias como los asirios (periodo Neobabilónico inicial 1026-626 a.C)
hasta que Babilonia se sacude el yugo de Nínive y se yergue de nuevo ante los demás
pueblos como amo y señor de ellos encarnándose aquel poder en personajes como
Nabucodonosor II o el misterioso y místico Nabonido (periodo Neobabilónico clásico
626-539 a.C) Parece que el mito de Babilonia va a ser eterno no teniendo rival
en la faz de la tierra, pero a partir de aquí empiezan a surgir en sus
fronteras grandes imperios que harán que el sueño de aquella metrópolis caiga
en el olvido hasta que los curiosos medievales que buscan la verdad bíblica y
los arqueólogos franceses, ingleses y sobre todo alemanes de la mano del
eminente Robert Koldewey la rescaten del pesado manto del olvido. En este
último periodo (Tardobabilónico y Postbabilónico) Babilonia va de mano en mano,
pues primeramente será conquistada por Ciro y su imperio persa, perdiendo de
esta manera su autenticidad genealógica y capital, para después caer en manos
de aquel autentico titán de la historia, Alejandro Magno, que lo convirtió
temporalmente en la capital de su sueño helenístico, siguiendo con regencia
seleucida comenzada por uno de los compañeros de Alejandro, Seleuco (que fundo
Seleucia), y terminando con los partos y sasánidas en el siglo VII a.C, los
cuales dejaron ya una tierra irreconocible en la que ya no quedaban enfrentadas
frente al horizonte aquellas magníficas murallas de barro verde y azul
brillante, aquella maravillosa Puerta de Ishtar con sus fieros leones y complicados
dragones mushjushu, , ni los famosos
templos ni zigurats que alguna vez la convirtieron en la mayor ciudad de la
antigüedad.
Juan Luis
Montero Fenollós sabiamente ha establecido una división clara en esta obra, y a
la vez complementaria. Por un lado nos enseña con una erudición y rigurosidad
fulminante la historia cronológica de Babilonia desde sus míticos comienzos
hasta su caída en el polvo histórico allá por el siglo VII d.C. La sencillez
con la que narra cada etapa es fascinante, enganchando al lector desde el
comienzo haciéndole descubrir y vivir el día a día de aquella ciudad pues no
solamente se centra en desarrollar cronológicamente los hechos más importantes
que han jalonado el tiempo de esta metrópolis sino que lo acompaña de
información sobre la religión que los babilónicos profesaban, como la adoración
de su dios Marduk, el ritmo de vida de la sociedad y como estaba estratificada,
o la ordenación y plasmación judicial de sus leyes, atendiendo sobre todo al
famoso Código de Hammurabi. Este divulgativo ensayo sobre todo tiene la
finalidad de mostrar al lector la historia de Babilonia acercándonos narraciones
apasionantes como la historia de la Torre de Babel, o figuras indescriptibles
como el ya mencionado gran creador de
códigos legales y ensalzador de Babilonia, Hammurabi (1792-1750 a.C), el
conquistador Nabucodonosor II (605-526 a.C) tan famoso en el Antiguo Testamento
pues conquistó Jerusalén y llevo a todo un pueblo a triste exilio, o el
legendario Gilgamesh que de forma epopéyica nunca quiso morir, descubriendo al
final que la inmortalidad solamente es un privilegio de los dioses.
Si uno viaja
actualmente a la conflictiva zona de Irak, al país de Tigris y el Éufrates no
podrá observar mucho de donde estuvo la mágica Babilonia. Algún rastro que otro
dejado por la arqueología, por el paso del tiempo y por el pastiche moderno que
quiso construir Sadam Hussein, pero si se sube a una colina al atardecer y mira
con ojos soñadores el horizonte tal vez pueda sentir con los ojos cerrados y el
corazón sosegado que todavía bajo tierra el pulso de aquella ciudad todavía
late, esperando que alguien la rescate del tiempo para devolver a la humanidad
todos sus secretos e leyendas todavía escondidas. Pero si no tiene posibilidad
de transportarse físicamente a aquellos sitios, no se preocupe ni desespere,
pues gracias a Juan Luis Montero Fenollós y su fascinante obra Breve Historia de Babilonia, tiene la
posibilidad de viajar mentalmente allí y sentir en todo su ser la increíble crónica
de una ciudad que ha desafiado a la eternidad para siempre.