Y es que hasta
en las batallas existen clases. Un ejemplo: durante la Batalla de Bremule
(1119) se enfrentaron el rey francés Luis
VI el Gordo y el monarca inglés Enrique I. Pues bien, en ella un soldado inglés
agarró el caballo del rey francés y se puso a gritar en medio del fragor de las
armas: “¡Ya tengo al rey!”. Tan
emocionado estaba que no se dio cuenta de que el rey galo sacaba un hacha y
acto seguido se la clavaba en la cabeza. Nada más extraer su arma exclamó lo
siguiente: “¡Un rey nunca puede ser capturado! ¡Ni siquiera en el ajedrez!”.