En cuanto se proclamó la Segunda República en 1931 comenzó a cambiarse un buen número de símbolos monárquicos por otros de carácter liberal. Todo lo que tuviera que ver con la realeza se eliminó del ámbito urbano, político y social. El cambio más significativo y trascendental tuvo que ver con la bandera española y en concreto con uno de sus colores. Se sustituyó la última franja roja por otra morada, que, incluso, la acercaba más a la bandera tricolor francesa, epítome de la libertad. Pero ¿por qué se cambió este color? Eligieron el morado ya que pensaban que era el color de la bandera de castilla que enarbolaban los comuneros en 1521 cuando lucharon contra los excesos del rey Carlos I de España y V de Alemania. Aun así, en realidad, se equivocaron al elegirlo porque el pendón de Castilla no era morado sino carmesí. Este error se debía a que desde el siglo XIX se extendió la idea entre los grupos liberales de que el color de los comuneros había sido el morado.