martes, 28 de mayo de 2013

LA CRUZ DE LOS ÁNGELES

Cuenta la leyenda que Alfonso II, el Casto, al concluirse la construcción de la Iglesia del Salvador quiso dotarla de una cruz que fuera santo y seña de la cristiandad. Para su fabricación disponía de una gran cantidad de oro y piedras preciosas que había obtenido de sus victorias frente a los musulmanes. Lo malo es que no encontraba a nadie que quisiera encargarse de la obra, hasta que un buen día se presentaron ante el rey dos jóvenes que dijeron ser orfebres. El rey Alfonso confiando en su buena palabra y planta de estas personas les dio su consentimiento y les asignó un taller para que comenzaran lo más rápidamente la fabricación de la cruz.

Pero aquella noche, cuando se fue a dormir sintió recelos de aquellos jóvenes, y temió ser engañado por ellos, por lo que envió a unos criados para que vieran con sus propios ojos si estaba siendo estafado. Éstos, con gran disimulo, acercaron sus ojos a las rendijas de la puerta y no pudieron ver nada ya que una luz increíble les dañaba la vista. Rápidamente llamaron al rey el cual se personó al momento y al abrir la puerta se quedaron estupefactos al constatar que los dos orfebres habían desaparecido y en su lugar había una cruz bellísima, de luz potente. No hubo ninguna duda de que aquella cruz era obra de ángeles, por lo que unánimemente se tomó la decisión de ponerla en el centro del altar de la Iglesia del Salvador, para que de esta manera todos pudieran leer la siguiente inscripción:

Permanezca en honor de Dios esto, realizado con complacencia. Alfonso, humilde siervo de Dios, lo ofrenda. Cualquiera que presumiere llevarme fuera de donde mi buena voluntad la dedicó, perezca espontáneamente con el rayo divino. Esta obra se concluyó en la era DCCCVIII (año 808). Con este signo es protegido el piadoso. Con este signo es vencido el enemigo

Actualmente se encuentra en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador, en Oviedo, siendo blasón de la ciudad y figura central de su escudo.