jueves, 15 de mayo de 2014

EL ROBO DE LA MONA LISA



A finales del siglo XIX la obra pictórica más famosa de Leonardo da Vinci, La Gioconda, más conocida como La Mona Lisa, no era el cuadro que actualmente atrae a miles de personas al Museo del Louvre, sino que solamente era una pintura reconocida por intelectuales y expertos en el mundo del arte. Pues bien ese status iba cambiar la madrugada del lunes 22 de agosto de 1911 cuando un trabajador italiano de aquel lugar, llamado Vicenzo Peruggia decidió robar el cuadro el día de cierre del museo escondiendo el lienzo dentro de su abrigo. Y aunque parezca increíble pasaron varias horas hasta que los guardias se dieron cuenta de la sustracción pues pensaban que la ausencia del cuadro se debía a que a lo mejor lo estaban fotografiando en otra sala para fines publicitarios. Desde ese momento las autoridades clausuraron el museo durante una semana para investigar el caso a fondo y hallar al culpable.

Al principio la policía quiso que el robo se mantuviera en secreto, pero pronto en los periódicos de medio mundo comenzaron a aparecer en primera plana la fascinante historia de la desaparición de La Mona Lisa. Se elucubraba con la identidad del saqueador, si sería un rico millonario o un excéntrico ladrón de guante blanco, e incluso aparecieron también cientos de dibujos satíricos en los que éste se burlaba de la ineptitud de la policía. Curiosamente aquella publicidad no solo atrajo a cientos de parisinos a ver el vacío que había dejado el cuadro en cuanto abrieron las puertas del Louvre, sino que también propició toda una clase didáctica pues en los mismos periódicos no se hablaba de otra cosa que de la historia y orígenes del cuadro de Leonardo da Vinci sino que incluso ya lo comparaban con otros lienzos importantes de Rembrandt o Velázquez. Por tanto La Mona Lisa, de la noche a la mañana, se había convertido en la reina de todas las pinturas y en todo un icono del mundo del arte.

Pero fueron pasando los meses y el cuadro no aparecía por ningún lado por lo que el entusiasmo inicial se fue poco a poco atemperando. El caso cayó en el olvido hasta el 29 de Noviembre de 1913 cuando un comerciante de arte florentino llamado Alfredo Geri recibió una carta anónima, firmada con el seudónimo de Leonardo, en la que le informaba que tenía en su posesión el lienzo robado y que se lo vendía por 500.000 liras. El marchante de arte se puso en contacto con la policía, y cuando ambos se reunieron en una cita pactada procedieron arrestar al ladrón, que no era otro que Vicenzo Peruggia. De nuevo el caso de La Mona Lisa saltó a las primeras planas de todos los periódicos, y allí los lectores pudieron conocer los verdaderos motivos por los que Vicenzo había querido robar el cuadro: denunciar el expolio que habían sufrido las obras de arte italianas al ser sacadas del país durante siglos. Aunque eso sí, también deseaba quedarse con los miles de liras que debía darle el comerciante de arte. Como se puede ver Vicenzo era todo un “patriota”. El gobierno italiano no quiso hacer sangre con el asunto y devolvió amistosamente el cuadro a las autoridades francesas, las cuales a cambio decidieron hacer un tour con el cuadro por diferentes ciudades como Florencia, Roma y Milán. Después La Mona Lisa volvió a su hogar, en donde todavía se esta riendo de todo el mundo.