Te has pasado la vida buscando reliquias
arqueológicas. Dentro del Arca hay tesoros que sobrepasan tus sueños. Quieres
verla abierta tanto como yo. Indiana, nosotros sólo pasamos por la historia.
Esto... esto es historia. (“En busca del Arca perdida” (1981))
Desde que cayó
el Imperio Romano de Occidente, y se instauró el cristianismo como religión
oficial tras el Edicto de Tesalónica, pocos años antes, en el 380 d. C. el
llamado turismo religioso y arqueológico fue un hecho. Cientos de personas
fervorosas, peregrinos de la Fe, no dudaron un momento en adentrarse en Tierra
Santa para poder ver con sus propios ojos los pasos y monumentos donde Cristo,
sus discípulos o los antiguos patriarcas bíblicos habían morado. Desde humildes
caminantes a reyes y emperadores quisieron resucitar con sus medios cualquier
rastro material que afianzara su fe, ya fuera desenterrando elementos de la crucifixión de Jesús, la Cruz,
los clavos de la agonía…, o incluso queriendo haber encontrado los roídos y
supuestos maderos de la nave de Noé. Tantas eran las ganas de reavivar aquella zona
que pronto empezaron a salir a la luz guías de viaje como la de la monja
Egeria. Con ellas el viajero podía, utilizando mucho la imaginación, sentirse
arrobado en cualquier lugar con cierto simbolismo religioso, pero a fuer de ser
sincero había ciertas lagunas que no se hallaban impresas en sus páginas, como
por ejemplo las llamadas reliquias de poder. Una de ellas era y es todavía uno
de los restos arqueológicos cuasi legendarios que hoy en día siguen despertando
las ansias de descubrir. Se trata de la pieza judía más famosa de todos los
tiempos: el Arca de la Alianza, también llamada del Convenio, Pacto o de
Yahveh.
En la primera y
exitosa película de la saga Indiana Jones, En
busca del Arca Perdida (1981) uno de sus protagonistas dice con voz sombría
la siguiente afirmación: El hombre ha
buscado el arca perdida durante casi 3.000 años. No se debe tomar a la ligera.
Nadie conoce sus secretos. No se parece a nada de lo que has estado buscando hasta
ahora. En lo anteriormente dicho por el amigo de Indy, Marcus Brody, se
condensa el respecto que siempre se ha tenido a esta pieza a través de los
siglos. Aunque llama la atención que este resto tan cotizado en la Historia en
la actualidad se haya convertido meramente en un símbolo religioso que tal vez
esté más allá de nuestro intelecto hallarlo. Pero mientras que algún
arqueólogo, sin látigo ni pistola, localice el Arca de la Alianza hemos de
contentarnos con leer el interesante ensayo de Javier Martínez-Pinna que nos
acerca al mayor tesoro del Tabernáculo judío. Con todos ustedes: Operación Trompetas de Jericó, publicado
por Nowtilus (2015).
Tras haber hecho
una lectura a conciencia de él he llegado a la conclusión de que podemos dividirlo
en dos partes muy claras. Por un lado el autor nos muestra la búsqueda que
siempre se ha hecho del Arca enmarcándolo dentro de su propia historia,
mientras que por otro lado nos acerca a la apasionante búsqueda que se ha hecho
del Arca por todo tipo de personas tanto eruditas como aficionadas al poder que
emana de su áureo brillo. Javier Martínez-Pinna, primeramente nos acerca a la
epopeya que envuelve el Arca. Éste es el perfecto símbolo que recuerda a todos
los judíos la presencia de Dios en la Tierra y que recuerda el pacto hecho
entre Él y los hombres. Se trata de un cofre sagrado en el que fueron
depositadas las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés en el Sinaí. Aunque
hay que aclarar que igualmente en este cofre que se introducía en el
Tabernáculo también había sitio para otros restos sagrados del pueblo elegido,
como por ejemplo la jarra de oro que contenía un poco del beneficioso Maná que
Dios envió a los judíos en su vagar por el desierto, o la famosa vara de Aarón. Al Arca, a pesar de no haberse hallado nunca,
ni haberse visto, se le conocen las medidas y forma que tiene, o tenía. Más o
menos tiene forma de baúl grande (mide 2,5 codos de largo, 1,5 de ancho y 1,5
de alto) y está hecho de madera de acacia revestida de oro, con una guirnalda
en su tapa efectuada con el mismo material, y coronada por un par de ángeles alados
que no se miran simbolizando el respeto y devoción que se debe tener a un material
construido por el señor del Universo. Normalmente se le transportaba con un par
de varas de acacia y se decía que el tocarlo con las manos desnudas llevaba a
la muerte a la persona que fuera tan inconsciente de cometer este sacrilegio.
Desde que fuera transportado por el desierto hasta que llegó a ser introducido
en el Templo de Jerusalén construido por Salomón, el Arca se movió de acá para
allá en un sagrado transitar. Por ejemplo estuvo en Silo, y posteriormente fue
llevada a la Ciudad Santa por el Rey David. Después, por motivos de urgencia,
fue llevado a Sión, el Monte Moriah o el Monte Nebó. Posteriormente se pierde
el rastro produciendo una de las mayores búsquedas arqueológicas de la
Historia.
Al igual que
otras reliquias de leyenda, como El Espejo de Salomón, el Arca siempre ha
fascinado a los mortales. ¿Qué era? ¿Un simple receptáculo sagrado o tal vez
una poderosa arma?... hay gran copia de rumores y suposiciones que envuelven el
sueño del Arca. Y sobre todo ¿dónde está?
A esta última pregunta intenta dar respuesta el libro Operación Trompetas de Jericó, al poner en su sitio la increíble y frenética
carrera que ha existido para hallar este símbolo religioso. Son muchos los que
se han dedico a ello, dejando algunas veces incluso la vida en este menester.
Desde científicos, más o menos cuerdos, eruditos arqueólogos, órdenes secretas,
hasta nazis, ha sido larga la lista de los que han querido tener esta reliquia
de poder en sus manos. La han buscado en diferentes localizaciones según las
teorías del momento, desde el Monte Nebó; o en Jerusalén ya sea en el Monte de
la Calavera o bajo el antiguo Templo; o en lugares tan alejados de allí como en
Escocia, España (Ponferrada), o en la profunda África entre etíopes coptos. Pero
los más peligrosos de todos ellos han sido sin lugar a duda los pertenecientes
a la organización nazi Ahnenerbe los cuales veían en el Arca de la Alianza un
arma todo poderosa con la que arrasar a sus enemigos, pues, ¿no había destruido
con su poder divino las altivas murallas de Jericó?. Nuevamente nos encontramos
con otra frase cinematográfica: Ahora
entiendo por qué Hitler está tan interesado. La Biblia dice que el Arca
destruye montañas y arrasa regiones enteras. El ejército que lleve el Arca
consigo es invencible. Gracias a Dios nunca la encontraron, para desgracia
de Hitler y sus locos sueños de poder ilimitado.
Así pues,
mientras no se halle esta reliquia, y no nos desvele sus secretos más íntimos,
les dejo con la lectura apasionante de este libro tan interesante de Javier Martínez-Pinna,
Operación Trompetas de Jericó, en
donde podrán saciar su ansias de curiosidad y conocer qué era verdaderamente el
Arca de la Alianza y cuál ha sido la increíble aventura y los anhelos más
secretos de un receptáculo en donde lo legendario y lo religioso tienen cabida.