El 10 de Marzo
de 1302, Dante Alighieri, el famoso
autor de La Divina Comedia, fue
expulsado de Florencia al imponerse el gobierno de los güelfos negros (hay que
recordar que el pertenecía a la facción de los güelfos blancos). La condena se
limitaba a dos años de exilio y a pagar una fuerte suma de dinero pero como no
disponía de tanto se le expulsó de la ciudad a perpetuidad bajo la pena de que si
alguna vez volvía sería ejecutado al
momento. En cuanto pudo se marchó de allí y estuvo dando vueltas por Italia, de
acá para allá, hasta que un amigo suyo, el también príncipe y poeta Guido
Novello da Polenta, lo acogió en su casa de Rávena en donde estuvo viviendo
durante tres años hasta que murió en 1321. Llama la atención que tiempo después
los florentinos quisieran recuperar los restos del poeta para enterrarlo con
todos los honores en la fastuosa tumba que le habían construido en la Basílica
de la Santa Croce. Pero las autoridades de Rávena, con buen criterio, se
negaron una y otra vez a las pretensiones de los florentinos aduciendo que “No
supisteis tenerlo vivo, no os lo daremos muerto”. Y a resultas de ello la tumba
de Dante en Florencia sigue vacía a la espera de que alguna vez los de Rávena
permitan que los restos del insigne poeta vuelvan a su ciudad natal.