A día de hoy las
famosas galletas María son de sobra conocidas y se pueden encontrar con total
normalidad en cualquier tienda o centro comercial a un módico precio. Pero a
decir verdad son pocos los que conocen que en concreto esta galleta no tiene
nada de plebeyo pues su historia viene desde el mismísimo Palacio de Invierno
de San Petersburgo, allá en la lejana Rusia Zarista. Hacia mediados y finales
del siglo XIX dos reposteros ingleses, James Peek y George Hender Frean,
que eran propietarios del afamado
negocio ‘Peek, Frean & Co’, decidieron crear un nuevo tipo de galleta que
sirviera específicamente para tomar el té de las cinco y que sustituyera a las
galletitas que se tomaban a diario ya que éstas tenían la mala costumbre de
empaparse enseguida y caer dentro de la taza produciendo un mal efecto entre la
concurrencia. Ya tenían el producto pero sabían que sin una buena publicidad no
conseguirían encandilar al ciudadano inglés. Así pues cuando se enteraron de
que se iba a producir la boda del año, en concreto el 23 de Enero de 1874,
entre el príncipe Alfred, duque de Edimburgo, (cuarto hijo de la reina Victoria)
y María Alexandrovna (hija del zar Alejandro II de Rusia), en el Palacio de
Invierno de San Petersburgo decidieron bautizar su invento como Marie biscuit, en honor de la hija del
zar. Así pues en cuanto se corrió la noticia de que existía una galleta que
homenajeaba a la familia real las ventas subieron como la espuma.
Esta es la
historia real del origen de las galletas María. Lo digo porque existe otra
versión distinta pero errónea que adjudica este producto al galletero español
Eugenio Fontaneda, del cual se dice que allá por los años 20 del siglo pasado le
puso este nombre a unas galletas por el nombre de su nieta.