La tumba del
emperador mongol Gengis Kan (1162 – 1227) es uno de los grandes misterios que
quedan de la Historia Universal. Son muchos los dirigentes, como por ejemplo
Alejandro Magno, Alarico o Atila entre otros, los que, queriendo o sin querer, consiguieron
mantener el secreto de su última morada bien por miedo a que fuera profanada o
bien para seguir aumentando su leyenda. Éste el caso del personaje que nos
ocupa. Gengis Kan murió el 18 de Agosto de 1227 mientras sitiaba la ciudad de
Yinchian (China) cuando fue alcanzado por una flecha y derribado de su caballo.
Otros historiadores en cambio opinan que el mítico emperador murió simplemente
de unas fiebres producidas por las miasmas provenientes de la ciudad. Sea una
cosa u otra, Gengis Kan previendo que le quedaban pocas horas de vida, ordenó
que su muerte no fuera comunicada todavía a sus soldados hasta que hubieran
obtenido la victoria y que tras ésta sus restos fueran llevados hasta la
montaña de Burkan Kaldún situada en Mongolia.
Fue su hijo
Tolui quien se encargó del cortejo fúnebre y siguiendo órdenes precisas, con el
fin de mantener en secreto la ubicación de la tumba, hizo que los soldados mataran
a la gente que saliera al paso de la comitiva. No debían quedar testigos de la
dirección que tomaba el cortejo. Incluso esos mismos soldados fueron
aniquilados nada más llegar junto con la persona que construyó el mausoleo y
los asistentes al entierro. Es en este punto donde entra la leyenda pues se
dice que para difuminar cualquier vestigio de la tumba más de tres mil caballos
estuvieron pisoteando con furia el suelo durante tres días además de colocarse
una guardia de mil soldados que debían estar de guardia hasta que volvieran a
crecer los arboles del bosque que había sido talado al depositar la sepultura
(me imagino que aquellos mil soldados se tendrían posteriormente que suicidar
para que el secreto se mantuviera intacto, sino la cadena de muertes sería
eterna).
La ubicación de
la tumba todavía hoy es un misterio. Los propios mongoles se toman el tema como
un tabú, ya que consideran que buscar el enterramiento de su gran líder es una
falta de respeto. Además en poco ha ayudado que Mongolia estuviera durante
muchos años bajo la órbita de la URSS quienes no concedían permisos para
realizar excavaciones arqueológicas en aquella zona, aumentando por tanto el
misterio de la última morada de Gengis Kan.