En el año 2008, el mercado editorial acogió, primero con recelo y después con grata sorpresa, una novela histórica llamada Roma, firmada por Steven Saylor, en el que se narraba el devenir histórico de una familia ficticia, los Pinario, desde los orígenes de la misma ciudad junto al Tíber hasta la llegada de Augusto al poder transformando la República de ladrillo en un Imperio de brillante mármol. Como les he indicado, el mundo literario primero sintió temor ante esta nueva novela con pretensiones didácticas debido a que el autor, en ese momento, solo se había especializado en un subgénero de esta novela que era la novela histórica de intriga policiaca en el que destacaba sobre todo su saga Roma Sub Rosa en donde un sagaz detective, Gordiano el Sabueso, solventaba y limpiaba con éxito los trapos sucios de finales de la República. ¿Cómo un escritor que se dedica solamente a esto puede darnos una clase de historia a través de esta nueva obra? Pues lo hizo de manera brillante, y de este modo llegó la sorpresa, pues junto al entretenimiento lúdico Roma era una obra con un rigor histórico impecable. Pues bien, si el regusto a buen libro todavía lo tenemos desde el 2008, solo hemos tenido que esperar casi cuatro años para que tengamos entre nuestras manos la continuación de la saga, titulada Imperio, que, amigos es necesario decirlo, ha dado un paso más hacia el buen hacer literario.
Nuevamente nos encontramos con las peripecias de la familia Pinario que esta vez se mueve en un arco comprendido entre el 14 d.C hasta el 141 d.C. Gracias a las aventuras y desventuras de cuatro generaciones podemos recorrer la experiencia vital del imperio romano desde el final de Augusto desembocando en los gobiernos veleidosos y muchas veces caprichosos de Tiberio, Calígula y Nerón. Posteriormente, después de sobrevivir a estos dos últimos emperadores enajenados, y casi agonizar en el gran incendio del año 64, los Pinario saben adaptarse a la nueva saga de dirigentes en la figura del restaurador Vespasiano y Tito para acabar en las hogueras del cruel Domiciano. Y como en verdad nos encontramos en la novela de los emperadores, esta familia acabara vislumbrando la época dorada de Roma donde los hispanos Trajano y Adriano hicieron que la visión del águila imperial pudiera recorrer todo el orbe conocido asombrando al mundo con sus conquistas y formas nuevas de recrear de nuevo la nueva Roma. Pero que nadie se asuste pues no nos encontramos con un libro que pareciera solamente una lista de legisladores y emperadores de Roma. Entre sus paginas, Steven Saylor ha sabido trenzar las vicisitudes de estos dirigentes con la aparición de personajes tan relevantes como los escritores Marcial, o Suetonio, por ejemplo, e incluso filósofos tan importantes y profundos como lo fueron Dión de Prusa o Apolonio de Tiana. Dentro del libro el autor ha sabido conjugar el mármol con la carne y la sangre ya que por ella desfila todo tipo de personas y oficios, desde los más ricos hasta los más pobres, en donde una pía vestal puede caminar al lado de un rudo legionario o un honrado vendedor ser asaltado por un taimado ladrón. Personajes ficticios y verídicos se dan la mano para configurar una ciudad viva… y peligrosa a la vez.
Y es aquí donde podemos observar el mayor logro y seña de identidad del autor, pues Steven Saylor es todo un maestro en la recreación histórica. Siempre ha sido un especialista en mostrarnos la vida cotidiana de los romanos enseñándonos a pie de calle como era aquella sociedad, cuales eran sus costumbres más peculiares y que formas de religión campaban no solo por las losas del foro sino también por los caminos del Imperio. En esta novela ese sello personal es palpable de principio a fin pues vemos una ciudad viva y trepidante, igual a las que hollamos nosotros hoy en día. Junto a las peripecias de los Pinario somos unos romanos más embarcados en una gran aventura. El estilo de la novela es ágil y muy rápido haciendo que el lector corra cual Mercurio alado por sus páginas, extasiándose con una auténtica clase de historia antigua en donde el rigor y la verosimilitud se unen al elemento didáctico y lúdico del género literario. Steven Saylor es directo, seco en algunas ocasiones y sobre todo muy efectivo en transmitir las emociones de los personajes embarcados en esta obra. Si les gustó la primera parte, Roma, les recomiendo que no dejen pasar la oportunidad de leer su segunda parte Imperio, porque, les aseguro van a vibrar con el destino de una ciudad que supo conquistar el mundo.