Se dice que al
general carlista Ramón Cabrera (1806 – 1877), más conocido como “El Tigre del
Maestrazgo”, le gustaba tener siempre al lado durante sus correrías bélicas algún
cura o fraile para charlar de vez en cuando con él además de servirle para
confesarse en el último momento por si alguna bala certera del enemigo le hería
de muerte durante el combate. Pues bien, una vez que pasaban delante de una compañía
de soldados carlistas uno de ellos empezó a reírse del fraile que iba con el
general por la forma remilgada con la que éste andaba. Y no contento con ello
se acercó al religioso y sin parar mientes en lo que hacía le soltó un bofetón
en la mejilla derecha. El fraile, aplicando de manera correcta el dicho cristiano
de poner la otra mejilla, giró la cabeza y le enseñó la otra, es decir la
izquierda, al soldado quien no pudiendo
sustraerse a esta invitación le soltó igualmente otro señor manotazo. Entonces
el fraile se puso todo derecho y viendo que ya había terminado de aplicar
perfectamente su doctrina agarró del cuello al soldado y comenzó a darle tal
somanta de palos que casi lo mata. Con lo que se demuestra que nuestro fraile
era de los de a Dios rogando y con el mazo dando.