Se dice que
alguien es un cabeza de turco cuando
se le imputan las culpas de otra persona mientras el verdadero culpable o no
está presente o está libre de castigo. Según parece el origen de esta expresión
hay que buscarla en el tiempo de las Cruzadas, allá por la Edad Media, cuando existía
la costumbre dentro de las fuerzas cristianas de cortarle la cabeza a un turco
durante la batalla. Después el soldado cogía dicha cabeza y o bien la hundía en una pica para exhibirla en
un camino o una ciudad para que se la viera claramente, o la colgaba del palo
de un barco con la intención de echarle la culpa de todos los males que había
en el mundo. Recordemos que en aquellos años, los cristianos creían que todas
las calamidades, catástrofes y enfermedades que azotaban la tierra eran culpa
de los turcos.
Y ya que hablamos
sobre echarle la culpa a otra persona de manera injusta, no estaría mal
recordar otra expresión muy parecida: ser
un chivo expiatorio. Su origen lo hayamos en la llamada fiesta judía del
Yom Kipur, o Fiesta de la Expiación, en la que una vez al año se presentaba al
sumo sacerdote dos machos cabríos jóvenes. Con gran habilidad dicho sacerdote
degollaba a uno de ellos mientras que al otro, al que llamaba Azazel, le transmitía
todas las culpas de la comunidad para posteriormente abandonarle en el
desierto.