miércoles, 1 de mayo de 2019

BREVE HISTORIA DE LAS BATALLAS NAVALES DE LOS ACORAZADOS - Víctor San Juan


Como muy bien dice Víctor San Juan en el libro que les presento a ustedes, Breve Historia de las batallas navales de los acorazados, la técnica, sobre todo en el campo naval, avanza que es una barbaridad. ¿Quién le diría a un orgulloso capitán de navío del siglo XVIII que un siglo después existirían buques en los que las balas de cañón podrían rebotar como gotas de lluvia en un pulido cristal? Pues sí, a pesar de que seguramente se reiría en nuestra cara, si éste pudiera mirar por una mirilla mágica más allá del tiempo y del espacio  vería estupefacto cómo esos barcos iban a existir e iban a señorear los mares y océanos por los que él navegaba ahora mismo. Y es que en el tema bélico el bando que está bien pertrechado y avanzado es normalmente quien tiene las de ganar. Es por eso que a partir del siglo XIX los países más poderosos del mundo se encargaron de fabricar auténticas armas acorazadas con las que poder  combatir a lo largo de todo un siglo. Esta es la historia de esas fortalezas flotantes que tantas líneas escribieron en su tiempo y que la editorial Nowtilus tiene el honor de volver a rescatar para deleite de los amantes de las aventuras marítimas.
La transformación de buques de madera, de velas hinchadas de viento salino y de bellos mascarones de proa, en fortalezas acorazadas, es, claramente, una evolución lógica dentro de la historia naval. Uno de los culpables de este paso es sin duda alguna la Revolución Industrial que dotó de fibra metálica y de impulso vaporoso a los buques que circunnavegaban el globo terráqueo a la vez que destruían a otros que todavía se impulsaban a base de vientos y brazos humanos. Pero que nadie se piense que los barcos acorazados surgieron de la noche a la mañana pues sus orígenes fueron bastante más pequeños y rudimentarios de lo que parece ulteriormente. Hemos de retroceder a finales del siglo XVIII en concreto a 1782 cuando las tropas borbónicas que deseaban arrebatar Gibraltar a los ingleses utilizaron una especie de baterías flotantes llamados empalletados, nombre que en verdad tomaría la misma batalla. De igual manera que estas baterías fueron un fiasco, el camino hasta llegar al verdadero buque acorazado fue bastante accidentado pues estuvo lleno de probaturas y experimentos. Por ejemplo los primeros buques blindados todavía tenían mástiles y velas, e incluso por debajo de las láminas de coraza se podían ver todavía maderamen como punto débil. Todavía quedaba mucho por pulir.
Fueron los cambios de forma de luchar, a distancia frente al modo de hacerlo costado a costado, y el poder armamentístico lo que hizo que las planchas de metal fueran más gruesas y con ello se cubrieran del todo el barco. Adiós a la madera. El grosor fue aumentado considerablemente y por eso se necesitaba que la fuerza de propulsión fuera más potente pasando de barcos a tracción eólica a máquinas de vapor y definitivamente a las que tenían afiladas hélices con las que propulsarse por el agua fuera cual fuese el estado de ésta. Los cañones debían apuntar en cualquier dirección por lo que igualmente se sustituyeron los cañones de batería de cubierta por las temibles torres giratorias en las que se añadieron cañones de una potencia inusitada. Pero uno de sus inconvenientes fue que estos barcos, a diferencia de los anteriores de madera, sufrían de una obsolescencia más rápida, aunque las necesidades bélicas lo prefirieron así.
El autor de este erudito como apasionante ensayo, Victor San Juan, nos explica cómo podemos consideran a la fragata Gloire (1862) como el primer buque acorazado de la Historia.  De ahí fueron varios los adelantos que incorporaron los acorazados hasta llegar al mítico dreadnought (1906) creado por el almirante Arbuthnor Fisher bajo planos del italiano Vittorio Cunniberty. En verdad, en poco tiempo se convirtió en la joya de la Royal Navy. Cada perfeccionamiento de este tipo de buques fue incorporado en todas las marinas importantes de la época como la susodicha inglesa, también en América, Japón, España, Francia… todos querían excelentes barcos acorazados con los que domeñar los mares y combatir o defenderse de sus enemigos. Breve Historia de las batallas navales de los acorazados nos sumerge en un total de veintitrés míticas confrontaciones marítimas en donde este tipo de barcos fueron los verdaderos protagonistas, desde la ya mencionada Batalla de los Empalletados (1782) hasta la última donde operaron, es decir en la de Surigao (1944) durante la Segunda Guerra Mundial. Gracias a éstas el lector se podrá mover por distintos teatros de operaciones a lo largo del globo como por ejemplo la batalla de Tsushima (1905) librada entre buques de acorazados rusos y japoneses; la mítica confrontación de Jutlandia (1916) durante la Primera Guerra Mundial entre la Royal Navy  y la marina real alemana; o por ejemplos las distintas batallas navales de la Segunda Guerra Mundial destacando la nombrada del estrecho de Surigao (1944) donde asistimos al ocaso de los soberbios acorazados frente a los nuevos reyes del mar que serán los portaviones. Estos son solo un ejemplo de las confrontaciones que el caro lector va a encontrar entre las hojas de este excelente ensayo. A bordo de buques emblemáticos como el Hood, el Bismarck, el Yamato o el Jean Bart, podrá sentir bajo sus pies como eran aquellos acorazados y podrá ver cómo gracias a ellos medio mundo quiso luchar contra el otro medio gracias a unas máquinas formidables a la vez que legendarias. En verdad fueron los emperadores del mar.