Un rey con dos caras. Un autentico dios Jano que llegó a confundir por un lado a los que lo veneraban como Rey Prudente, y a los que lo odiaban tildándolo de Diablo del Mediodía. Felipe II no fue un monarca más en la Historia de España y del mundo sino el gran cenit que marcó el esplendor del Imperio español. Entonces, si supo echarse a sus hombros una gigantesca vastedad de estados, ¿cómo es posible que todavía nos siga confundiendo? ¿Cuáles eran sus fines y que intereses tenía de verdad? Para el mundo católico se había convertido en el adalid de la fe y la pureza cristiana frente a los embates de las ramas corruptas de la iglesia, como fueron el protestantismo, el calvinismo o el anglicanismo… pero para otros este gran monarca fue mucho más allá de lo que representaba, llegando a convertirse también en su lado más oscuro, en el rey de los heterodoxos.
Desde que era pequeño sintió una pasión secreta por todo lo oculto, pero no con ánimo perverso sino como un fin para conseguir enaltecer la fe católica. Es decir buscaba una magia blanca que le llevara a instaurar la Ciudad de Dios en la tierra. Para ello ideó la construcción de la mayor obra humana de carácter histórico-mágico de la cristiandad: El Real Monasterio de San Lorenzo el Real (posteriormente sería de El Escorial). Este edificio, considerado como la Octava Maravilla del Mundo, comenzó a construirse el 23 de Abril 1563, en conmemoración de la Victoria de San Quintín frente a las tropas francesas de Enrique II, ocurrida el 10 de Agosto de 1557, día de San Lorenzo. Ésta magna obra que fue iniciada primeramente por el arquitecto Juan Bautista de Toledo, y terminada posteriormente por su compañero Juan de Herrera (cosmógrafo, matemático e iniciado en hermética) en 1584. En tan solo 22 años se habían construido 35.000 metros cuadrados de arquitectura sagrada, un auténtico templo del Sol que rivalizaría con cualquier tumba antigua de cualquier rey de la historia. Toda una hazaña.
La elección del lugar no fue casual. Se comisionó a una serie de expertos en diversos temas para que buscaran un sitio ideal para construir el palacio-monasterio-tumba donde el rey pudiera manejar al mayor Imperio de la tierra en esos momentos. Se eligió un lugar de poder muy fuerte donde las corrientes telúricas del orbe se cruzaban continuamente. Bajo la falda del Monte Abantos y al lado de un bosque llamado La Herrería, antiguo lugar sagrado desde tiempo inmemorial, los expertos comisionados fijaron el punto exacto donde se construiría el Real Monasterio. Incluso dice la leyenda que cuando aquellos buscadores hollaron el suelo del futuro emplazamiento se levantó de repente un fuerte viento que los tiró al suelo y un trueno, como salido del suelo, casi les deja sordo, pareciendo que el mismísimo Diablo sintiera peligrar sus dominios en la tierra. Pero, quitando cualquier fábula, nada en el monasterio esta construido al azar sino siguiendo unas pautas matemáticas, astronómicas y religiosas precisas. Por ejemplo las coordenadas astrológicas son muy claras solamente teniendo una desviación de dieciséis grados respecto a los puntos cardinales.
Andar por el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es caminar por todo un mundo de misterios e interrogantes. Se necesitarían volúmenes y años de profundo estudio para desentrañar los múltiples enigmas que encierran esas piedras de poder. Pero para empezar a comprenderlo les sugiero que se dejen llevar por la soleada lonja y principien su paseo por el llamado Patio de los Reyes. Nada más entrar nos encontramos con 6 auténticos reyes de la antigüedad judía, destacando dos colosales estatuas por encima de todas. Separados podemos ver en medio a David y Salomón. Los dos grandes monarcas sobre los que pivota el ideal de esta gran construcción. Si aguzan la vista verán que el mismo rostro de David es… ¡Carlos V!, y por tanto Salomón, su hijo es, por eliminación el mismísimo Felipe II. Es decir el vástago del Emperador se cree ungido con el poder de la Sabiduría y se siente obligado, como rey bíblico que encarna, no solo a superar a su padre sino a trazar de nuevo en la tierra un nuevo Templo de Salomón. Si se estudian los planos y la composición coinciden al milímetro con los patrones arquitectónicos y conceptos que se tenían del segundo Templo de Salomón en el siglo XVI. Los trazos de la heterodoxia comienzan a filtrarse por todo el entramado del monasterio.
Personajes como los arquitectos anteriormente mencionados, Fray Antonio de Villacastín o Fray José de Sigüenza son los encargados de imprimir en la obra toda la simbología posible para que el Monasterio sea un crisol de hermetismo para restaurar la fe pura en un mundo que se va corrompiendo poco a poco. Pero todas estas personas no podían haber trabajado juntas sin un hombre clave en la vida de Felipe II: el hebraísta Benito Arias Montano, un hombre que aunque estaba protegido por el propio rey siempre estaba a un paso de caer en las garras de la inquisición. No hemos de olvidar que perteneció a una extraña sociedad secreta cristiana llamada La Familia de la Caridad (Familia Charitatis). Cuando vivía en Amberes se unió a ellos y no dudó en participar de su credo. Esta secta heterodoxa basaba su doctrina en la identificación personal con la divinidad.
Nuestro monarca quería que se convirtiera en el mayor centro de conocimiento del mundo y a fe que lo consiguió. Cientos de personas pasaron por allí, reyes, aventureros, damas y reinas, alquimistas… todos querían gozar de aquel entramado de sabiduría que se había construido en tan poco tiempo. 4.000 estancias (todas ellas con una cruz), 2.673 ventanas, 1.250 puertas, 15 claustros, 11 aljibes, 88 fuentes, 45.000 libros impresos, 5.000 códices, 1.600 cuadros, 540 cuadros, dan cuenta de la enormidad que era el Monasterio. Andar por allí es caminar por el misterio. Y es en ese lugar donde el mismo monarca, que por un lado era el príncipe del catolicismo y por otro lado era defensor de fuerzas contrarias, también se llevo sus fobias y obsesiones. Destacan varias de ellas: a) Los cuadros del Bosco; b) Las reliquias; c) Los libros de saber; y d) la alquimia
a) A Felipe II le apasionaban los cuadros de este pintor flamenco. En 1570 compró El Carro de Heno y lo colgó en las estancias de El Escorial, al igual que El Jardín de las Delicias y la Mesa de los Pecados Capitales. Este último lo puso incluso en su dormitorio. Su obsesión era tal que mandaba continuamente emisarios por toda Europa para comprarlos a cualquier precio. ¿Qué es lo que veía en ellos? Es un misterio pues curiosamente el Bosco pertenecía a una sociedad contraria a los designios de la Santa Madre Iglesia. Esta secta herética se llamaba los Adamitas. Siempre andaban desnudos creyendo que de esta manera se rezaba mejor y se conseguía un mayor contacto con Dios. No admitían la propiedad privada… ni tampoco respetaban la de los demás, ocasionando de esta manera muchos trastornos. Se dice que en los cuadros del Bosco se encierran las enseñanzas de esta secta e incluso visiones que se tienen de experiencias cercanas a la muerte.
b) Si hablamos de las reliquias, decir que solamente el monasterio albergó 7.000 y que pudo haber llegado a 7.422. Allí había de todo, desde cabezas, piernas, manos, e incluso grasa del mismo San Lorenzo quemado en la parrilla. Todo ello en relicarios colocados estratégicamente en diferentes altares y repartidos por todas las estancias a modo de talismanes. Se dice que si se juntaran todas las reliquias se podían hacer 10 cuerpos de santos enteros, 144 cabezas y 306 brazos y piernas. Las dos reliquias estrella que todavía se pueden observar son la hostia milagrosa incorrupta que solo se enseña dos veces al año, y una copia de la Sabana Santa de Turín de 1590 con la que a veces se arropaba Felipe II al observar por la ventana de su habitación la misa diaria que hacían los frailes jerónimos
c) En cuanto a los libros, si al entrar en el Patio de los Reyes gira a la derecha podrá observar la mayor biblioteca de temas ocultistas que existe si no la comparamos con la del Vaticano y la Sorbona. El suelo esta hecho de rico mármol y las estanterías son de madera de estilo dórico, en donde los libros están colocados de una manera muy curiosa. El lomo esta orientado hacia adentro en vez de lo que normalmente se hace en las bibliotecas actuales. Los bibliotecarios dicen que es solamente para que las hojas se aireen, mientras que otros opinan que es esencialmente para que la gente no vea los títulos de los libros y así se preserve el contenido mágico a miradas curiosas. En total existen unos 40.000 impresos y unos 2.600 manuscritos de los siglos V-XVIII. También hay códices muy importantes como un ejemplar de Las Cantigas de Santa María de Alfonso X y otras obras de Santa Teresa de Jesús. Gran mística del siglo XVI. Este templo del saber estuvo regentado por Arias Montano que se encargó en 1570 por orden del Duque de Alba de establecer un catálogo con el título Index Librorum Prohibitorum de los libros confiscados en toda Europa. Tras hacer el encargo y recopilar y acumular mucha información se hizo cargo de la biblioteca en 1577. En verdad que aquel encargo fue muy oportuno.
d) La alquimia fue uno de los hechos en que más se involucró Felipe II. Aunque siempre la tomó como algo material para conseguir sus fines tanto monetarios como médicos, el hecho de que acogiera a cualquier alquimista en las estancias del monasterio es bastante significativo. Mandó construir un laboratorio que fue alojado en la llamada Torre de la Botica. Allí no solo se procedió a los más fantásticos hallazgos sino que ésta también fue utilizada para usos médicos tanto en beneficio propio de la regia figura como para el reino, introduciéndose de esta manera grandes logros médicos y saberes químicos. Pero aquella aventura acabó en desgracia pues en el aciago año de 1577, año de grandes tormentas y perros negros del infierno, aquel laboratorio en donde se perseguía la Piedra Filosofal estalló provocando un gran incendio y graves destrozos en la estructura. La versión oficial dice que fue por un rayo, muy propio de aquel año de tormentas, pero otras fuentes afirman que se trató de una explosión interna dentro de la zona donde los alquimistas preparaban sus mezclas. Otro misterio que el tiempo enterró entre sus arenas.
Como les he indicado antes, desentrañar y explicar todos los misterios del Monasterio de San Lorenzo de El escorial sería labor de toda una vida. Muchas personas los estudian con detenimiento sacando a relucir continuamente nuevos datos, como la extraña conexión de la cruz oculta del Patio de los Reyes con los puntos cardinales; la terrorífica Boca del Infierno que se halla en el interior del edificio religioso y que algunos dicen que la construcción del monasterio sirvió para sellarla a modo de talismán; las enigmáticas bolas situadas en cada torre y que albergan, como no, reliquias para evitar males tanto terrenales como ultraterrenales… Un auténtico mundo de misterios que vale la pena descubrir y que les hará ver aquella magna obra con otros ojos.
Antes de acabar no me quisiera olvidar de hablarles de otra peculiaridad que se halla a lo lejos del Monasterio. Es la llamada Silla de Felipe II. Mucha gente cree la historia legendaria de que era allí donde se sentaba el rey a observar como iba la marcha de las obras. Ésto en verdad es falso, pues aunque tiene buenas vistas, la colocación de instrumental y enseres era bastante imposible, impidiendo la correcta apreciación de la construcción. En verdad La Silla es meramente un altar de sacrificios vetón, de origen celta del siglo IV a.C. Aun así, si alguna vez paran en aquellos lugares, déjense llevar por la imaginación y crean que alguna vez estuvo allí un rey que quiso aunar tanto el bien y el mal en un edificio que se recordara por los siglos de los siglos.