Uno de las cosas
que más mortificaban a los Reyes Católicos era que muchos de los mensajes
cifrados que enviaban a sus agentes repartidos por media Europa eran
interceptados por sus enemigos y leídos sin ningún problema. Así pues, hartos
de esta situación, decidieron crear un sistema de encriptación que hiciera
imposible descifrar sus mensajes. Consistía simplemente en convertir las
palabras en números romanos, pero el servicio de espionaje de sus católicas
majestades complicaron tanto este sistema, y lo hicieron tan enrevesado, que no
solamente los agentes extranjeros no lo descifraban sino que también los
propios eran incapaces de leerlo. Es por ello que las cancillerías españolas
recibían continuamente mensajes pidiendo explicaciones sobre lo que les habían
enviado. Era común encontrarse frases de este tipo: “No se entiende”, “no tiene
sentido”, “por favor, manden otro más claro”. Así pues, el diplomático Rodrigo
González de la Puebla, con el fin de ayudar a sus agentes se le ocurrió la felicísima
idea de adjuntar al mensaje cifrado el libro de claves para que la
transcripción fuera más sencilla. Como diría Forges “¡Pais…!”
viernes, 30 de enero de 2015
jueves, 29 de enero de 2015
LEONOR DE INGLATERRA - Miguel Romero
A día de hoy,
hace 803 años en la Península Ibérica se produjo una de las batallas más
importantes de la Historia Universal: La Batalla de la Navas de Tolosa (1212).
Una fecha fácil de recordar pero que al Estado español se le debe atragantar
pues aunque a nivel regional si hubo alguna celebración conmemorando el octavo
centenario no se le dio mucha publicidad a nivel nacional. Y a diferencia de
otros países de otras latitudes que hubieran celebrado esta batalla de manera
espectacular, aquí fue al revés a lo mejor debido a lo delicado que es herir susceptibilidades.
A pesar de que aquella victoria espectacular cerrara el cerrojo a cualquier
futura conquista musulmana. Pero bueno… estas ideas son harina de otro costal. Lo
interesante de esta batalla no es solo el impacto geoestratégico que produjo
sino también los personajes que en ella intervinieron, destacando sobre todo la
figura del rey castellano Alfonso VIII, auténtico promotor de aquel choque de
ejércitos. Aquel monarca, también conocido como “el de Las Navas”, fue uno de
los grandes reyes de la Edad Media Española, ya que consiguió uno de los
grandes hitos de aquel tiempo: unificar a todos los reinos cristianos para
luchar contra el infiel. Y aunque perdió Alarcos (la leyenda popular lo achaca
a la judía Raquel), supo ganar en Las Navas de Tolosa y anteriormente la ciudad
de Cuenca. Gracias a ello pudo hacer grandes repoblaciones cristianas en tierra
musulmana, fundaciones, y otorgamiento de fueros municipales.
Pero como dice
la expresión, detrás de un gran hombre
siempre hay una gran mujer, en este caso la dama que hacía de apoyo al
monarca era la famosa Leonor de Plantagenet.
miércoles, 28 de enero de 2015
LA RELACIÓN LABORAL DE UNA REINA Y UN ABOGADO
Tras abdicar en
1868 la reina Isabel II tuvo que iniciar una nueva vida en París, y como suele
ocurrirle a todo el mundo alguna vez en su vida necesitó un abogado para
resolver un pleito. Como no se fiaba de los abogados franceses hizo llamar a Nicolás
Salmerón, quien años antes había sido uno de los cuatro presidentes de la
Primera República. En cuanto le vio Isabel le comunicó sus necesidades, pero éste le
respondió lo siguiente: “Señora, soy republicano, no seré, pues, el abogado de
una reina, sino que tendré una clienta española.” Y así lo hizo desde el primer
minuto. Al terminar el proceso judicial, Salmerón no le cobró nada, pero la
antigua monarca quiso que por lo menos se llevase un recuerdo suyo, así que le
hizo llegar un retrato enmarcado con un marco de plata y piedras preciosas.
Días después Isabel recibió de vuelta el lujoso marco pero no la imagen que Salmerón
se había quedado.
martes, 27 de enero de 2015
REVERDECIENDO VIEJOS LAURELES
Según parece el
archiconocido Fernando el Católico era un hombre al que le gustaban bastante
las mujeres. Y es que a pesar de que la historiografía antigua lo tomaba como
un dechado de virtudes, en concreto la fidelidad a su esposa Isabel, lo cierto
es que le atraían las personas del sexo opuesto de una manera bárbara. Así pues
cuando murió su mujer en 1504, rápidamente buscó a alguien que le calentara de
nuevo la cama. Mediante un hábil juego político, gracias a un acuerdo sellado
por Fernando y el rey de Francia Luis XII en Blois en 1505, ambos soberanos no
solo se cedían tierras y dineros sino que también el monarca aragonés conseguía
una segunda esposa: Germana de Foix. Después
de casarse por poderes en Francia, los dos esposos formalizaron su relación en
Valladolid en 1506. Como se puede ver poco le duró la pena por la muerte de
Isabel.
Germana era el tipo de mujer que le gustaba a
Fernando. Alegre, entradita en carnes, frescachona e insaciable en la cama.
Esto último es lo que decían sus súbditos que añoraban a la antigua reina. Pero
algo debía haber de cierto en todas estas habladurías ya que Fernando estaba
continuamente encamada con ella. Estos lances de plumas debieron ser altamente ruidosos
y placenteros para Fernando ya que gracias a su nueva esposa pudo volver a revivir
viejas glorias de juventud. Y lo de ruidoso no es algo que me invente, pues ya
en aquella época quedó registrado como en aquellas jornadas festivas se llegó incluso a romperse una cama. Atención a
lo que comenta Francesillo de Zúñiga:
Una noche, estando Fernando el Católico con
ella en la cama, tembló la tierra, y otros dicen que la antífonas de la reina.
Como quiera que sea, con el miedo del temblor de tierra, esta señora saltó de
la cama y del golpe que dio hundió dos entresuelos y mató a un botiller y dos
cocineros que abajo dormían. Y como esta alta y gruesa reina viese el estrago
que por ella se había hecho, por descargo de su conciencia y de las ánimas de
los muertos, les mandó decir dos responsos a casa uno.
Después de leer
esto uno se pregunta ¿cuántos kilos debía de pesar esta mujer? y ¿cuán
escandalosos deberían ser estas cópulas nocturnas? Pero lo que si debemos
entender es que para seguir el ritmo de ella (18 años) Fernando, que a sus 53
años no debía tener ya la musculatura de un garañón, no dudó en tomar
reconstituyentes sexuales que le permitieran estar todo el día con la lanza en
ristre. Para ello se hacía traer todo tipo de brebajes que le mantuvieran en lo
más alto, destacando sobre todos ellos los preparados con turmas (genitales) de
animales como por ejemplo el toro, rociados con el viagra de la época: polvo de
cantárida hecho con moscas y escarabajos machacados. Pero de resultas de esta
continua ingesta su cuerpo se resintió provocándole la muerte en 1516.
A pesar de este
terrible desenlace, esta historia no termina aquí, pues al año siguiente (1517)
un nuevo monarca llegó a la Península: Carlos I de España y futuro V de
Alemania. Parece ser que la viudedad le había sentado bastante bien a Germana
pues en cuanto el nuevo monarca la vio se quedó prendado de ella. Ambos tenían
una edad parecida lo que hizo que a no mucho tardar estuvieran retozando entre
las sabanas de palacio. No sé si se dan cuenta pero Carlos V… ¡mantuvo
relaciones con su propia abuelastra! Incluso algunos historiadores sospechan
que hasta pudieron haber tenido un hijo. Esta tesis no está del todo confirmada
pero lo que sí se sabe es que Germana no acabó sus días junto a su nieto pues
pasado un tiempo acabó casándose con un noble alemán, y después con el duque de
Calabria.
lunes, 26 de enero de 2015
LAS TRAVESURAS DE UNA NIÑA SANTA
En el año en el
que escribo esta historia se conmemora el Quinto Centenario del nacimiento de
la gran mística española Santa Teresa de Jesús. Quien más quien menos conoce
sus grandes obras y el numero de conventos de inauguró en vida. Pero a pesar de
todas sus bondades y milagros es poco conocido el lado travieso que tenía
cuando solamente era una niña. Teresa de Cepeda y Ahumada (1515 – 1582) tenía
nada menos que doce hermanos, pero con quien mejor se llevaba era con uno que
se llamaba Rodrigo. Solían jugar juntos y a ambos les encantaba leer historias
de santos. Se les hinchaba el corazón al rememorar las prédicas y martirios que
habían tenido que soportar estos santos varones al difundir el mensaje cristiano
por el mundo. Así pues, cuando Teresa tenía siete años, convenció a su hermano
para que se fugaran de casa y marcharan a Jerusalén para buscar la palma del
martirio. Y de esta manera, equipados con un simple hatillo, y sin ningún
miedo, ambos se echaron a los caminos. Pero cuando solo habían recorrido un par
de kilómetros, a las afueras de Ávila, se encontraron con un tío suyo, hermano
de su padre, el cual se extraño mucho de verlos tan temprano andando por el
campo. Le dijeron que no se preocupara pues iban a “tierra de infieles” a
convertir a “los moros” a la religión verdadera. El tío, dándose cuenta que
todo era una pillería infantil, cogió a los dos aprendices de mártires por las
orejas y se los llevó de nuevo a casa mientras les echaba una buena reprimenda.
viernes, 23 de enero de 2015
QUEMAR LAS NAVES
¿Sabías que el
origen de la expresión quemar las naves, como
sinónimo de jugarse el todo por el todo fue acuñada en el siglo XVI a causa de una arriesgada acción protagoniza por Hernán
Cortés? En Agosto de 1519, en la ciudad mexicana de Veracruz el capitán
extremeño exigió a sus hombres un
esfuerzo más para conquistar la ciudad de Tenochtitlan y así poder derrotar
definitivamente al emperador azteca Moctezuma. Pero sus soldados parecían que
ya estaban un poco cansados de tanta batalla y deseaban volverse a España con
las pocas riquezas que habían conseguido. Aquella decisión no le gustó nada al conquistador
que de un plumazo decidió eliminar cualquier conato de rebeldía mediante una
acción sorpresiva. Para ello ordenó hundir sus propios barcos haciéndoles una vía
de agua que los arrastrara irremediablemente al fondo de las aguas. De esta
manera mandó un mensaje a sus hombres diciéndoles que solo había una salida
posible: o matar o morir. Lo curioso del asunto es que las narraciones
posteriores cambiaron un poco la historia, haciéndola un poco más dramática y literaria
cambiando el hundimiento de unos barcos por un incendio efectuado por un
pirómano Cortés con una tea en la mano.
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