Una de las imágenes
que más ha popularizado la Historia del Cine es la de cientos de apurados
accionistas e inversores que debido al crac económico de 1929 deciden tirarse
desde la ventana de su despacho a la calle. Incluso existen películas cómicas
en las que hasta aparecen colas de estos desgraciados arrojándose en riguroso
orden. Pero hay que decir, en honor a la verdad, que esta escena ha sido exagerada
al máximo, convirtiéndose en una leyenda típica de la época. Según parece entre
el 24 de Octubre de 1929 y hasta el final de año de unos 100 suicidios que se
produjeron solo cuatro se debieron al hecho de arrojarse al vacío desde una
ventana o azotea. E incluso para ser más precisos solamente dos de esos cuatro
se produjeron en Wall Street, en concreto se trató del contable Huida Borowski
que se arrojó desde una planta 40, y de un empresario de productos agrícolas,
G. E. Cutler que igualmente se tiró pero desde el despacho de su abogado. Aun
así hubo muchos otros suicidios de toda índole, pero no como nos lo ha descrito
el cine, ya que parece darla impresión de que esos días había que andar con
cuidado por el centro financiero de Nueva York no fuera a ser que te cayera
alguien encima.
domingo, 28 de agosto de 2016
sábado, 27 de agosto de 2016
UN TWITTER DE ENTONCES
A finales del siglo
XVI, precisamente en 1589, una persona escribió en un muro esta advertencia
pública, destinada, sobre todo, a la nobleza inglesa:
“No se permite a
nadie, quienquiera que sea, antes de las comidas, durante las mismas, o después
de ellas, ya sea tarde o temprano, ensuciar las escaleras, los pasillos o los
armarios con orina u otras porquerías”.
Esto demuestra
que alguien debía estar cansado de ciertas costumbres higiénicas que existían en
las comidas de aquella época.
lunes, 22 de agosto de 2016
LAS BRUJAS DE LA NOCHE
¿Sabías qué
durante la Segunda Guerra Mundial aparecieron brujas en los cielos del Frente
Oriental? Pues sí, las hubo, aunque muy distintas a las que nos presenta el
imaginario popular: ni hacían pociones mágicas, ni encantamientos, y por
supuesto no tenían escoba ni gato negro… aunque sí volaban en aviones de
combate ruso. Para ser más preciosos militaban en el 588º Regimiento de
Bombardeo Nocturno. Se trataba de una unidad de aviadoras rusas conocidas como “Las
Brujas de la Noche”, que en el año 1943 paso a rebautizarse como el 46º
Regimiento “Taman” de Guardias de Bombardeo Nocturno.
Estaba compuesto
por unas 400 mujeres y tenían como única misión hostigar y bombardear en los
oscuro de la noche los campamentos alemanes con el fin de interrumpir su
descanso y desmoralizarlos psicológicamente. Dos aviadoras (piloto y navegante)
solían utilizar el avión más versátil del Ejército Rojo, el Polikarpov Po-2 de
la siguiente manera: debido a sus características cuando el aparato se estaba
acercando a la base enemiga ponían el motor en ralentí y planeaban en silencio,
casi a ras de suelo, hasta arrojar las bombas. Es por eso que los soldados
alemanes también las llamaron “Brujas de la Noche” (nachthexen) debido a que el susurro del motor en la noche les
recordaba el vuelo de la escoba de una bruja.
Durante toda la
guerra efectuaron alrededor de 23.672 misiones de vuelo y a pesar de la
peligrosidad que conllevaban estas acciones (fíjense que no portaban paracaídas
para poder así transportar más bombas) solo murieron unas 30 mujeres. Este
regimiento, de hecho, se convirtió en la unidad femenina de combate más condecorada
de la Segunda Guerra Mundial, llegando algunas de ellas a recibir la más alta
distinción del ejército ruso: Héroes de la Unión Soviética.
domingo, 21 de agosto de 2016
EL LADO DESCONOCIDO DEL SEVERO CATÓN
Marco Porcio
Catón, más conocido como Catón el Viejo (234 - 149 a. C) fue sin duda alguna la conciencia
de la antigua Roma. El bisabuelo de aquel otro Catón que luchó contra Julio César,
fue una persona incorruptible, austera, que viendo peligrar el modo de vida
romano frente a la influencia cultural griega quiso siempre que sus
compatriotas volvieran a los valores tradicionales que practicaban sus
antepasados y que tan grandes les habían hecho. Es por eso que a Catón el Viejo
siempre se le ha pintado como una persona dura, severa con su familia, e
incluso algunas veces antipática. Recuérdese que incluso en el diccionario de
la RAE catón aparece como sinónimo de
censor severo. Pero también hay que decir que siendo justos con la verdad esa fama que la eternidad le ha otorgado sea
de puertas para afuera pues dentro de su casa el carácter de este Catón era
bien distinto. Por ejemplo, siempre decía que el matrimonio era un vínculo sagrado
y que quien osaba poner la mano encima a su mujer o a sus hijos era un sacrílego
que ofendía a los mismos dioses. Siempre estaba preocupado por sus hijos,
siendo el mismo quien se ocupaba personalmente de su educación pues opinaba que
eran los padres y no los esclavos quienes debían hacerlo. Además muchas veces
abandonaba rápidamente el foro para acudir al hogar para estar con su mujer y
poder observar con cariño como ésta lavaba a sus hijos y amamantaba al bebe.
sábado, 20 de agosto de 2016
UN CAFÉ CON MUCHO CUERPO
Uno de las cosas
que más le gustaba al filósofo francés Voltaire (1694 – 1778) era beber café.
No es que fuera un adicto a esta bebida, pero una tacita de vez en cuando le
despertaba los ánimos cuando estaba algo fatigado. Un día que estaba en la
corte del rey de Prusia Federico el
Grande, nuestro humanista, sintiéndose un
poco cansado, le dijo a un camarero que por favor le trajera un poco de café pues
tenía que ir a ver al monarca y no era plan que se desmayara en su presencia.
Acto seguido le trajeron en una bandeja una taza calentita de café y sin mediar
palabra se la tomó. Pero antes de darse cuenta comenzó a sentirse mareado, con
nauseas, pareciéndole que estaba borracho. Le comentó al camarero cómo era esto
posible y éste le dijo lo siguiente: “En efecto, señor, puede haberse embriagado
con el café. Su majestad, que, como sabéis, es un experto bebedor de café, nos
obliga a prepararlo con whisky en lugar de con agua para intensificar su aroma”.
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