A veces las palabras pueden jugar una mala pasada a los periodistas, y por ende si son extranjeros más aun. A los reporteros que vinieron de fuera de nuestras fronteras en la Guerra Civil les pasó en alguna ocasión, produciendo no solo confusión sino además alguna nota humorística.
Un periodista norteamericano que estaba en medio del Madrid asediado por las tropas nacionales acudió un día a ver a Régulo Martínez, presidente en la capital de Izquierda Republicana, pues había oído que los milicianos habían encontrado una nueva forma de neutralizar a los tanques enemigos. A Régulo no le importó acompañarle al lugar donde se habían producido los últimos ataques y se encaminaron a ver esa novedad que tanto intrigaba al corresponsal americano.
Cerca de la Cuesta de San Vicente vieron que había sentado un miliciano fumándose un pitillo de manera pausada. Se acercaron a él y le preguntaron cual había sido la forma de neutralizar a los acorazados con tan pocas armas. El soldado les explicó que no había sido nada, que ellos llenaban latas con dinamita, corrían contra el tanque echándole cojones, y luego lanzaban la lata debajo de la barriga del tanque para que volara. El presidente de Izquierda Republicana le fue traduciendo al americano todo lo que había dicho el miliciano y con un apretón de manos cada uno se fue por su lado.
Días después Régulo casi se quema con el café caliente pues cuando desayunaba había leído la prensa y se había encontrado el artículo del amigo americano diciendo que los españoles habían encontrado una manera fulminante de acabar con los tanques y que esa técnica tan sofisticada debería ser copiada por los demás ejércitos del mundo.
La técnica se llamaba… ECHANDOLE COJONES AL ASUNTO