La primera serie de su obra Goyescas se presentó en el Palau de la Música de Barcelona en 1911 y fue todo un éxito. Enrique la volvió a interpretar en 1914 en París cosechando un número mayor de aplausos, y debido a esta circunstancia el director de la Opera de la capital gala convenció a Granados de que podría convertir la suite en una obra operística. Pero al producirse el comienzo de la Primera Guerra Mundial el proyecto se cancela sin visos de que vea la luz en un futuro. Granados se impacienta y no ve solución, hasta que un amigo pianista suyo, Ernest Schelling, le comunica que ha hablado con el responsable del Metropolitan Opera House de Nueva York y que ha aceptado continuar con el proyecto.
En 1915, Granados y su esposa parten a América en el vapor Montevideo, y el 28 de Enero de 1916 estrena Goyescas con gran éxito. Tanto que incluso el presidente Wilson y una cámara de políticos le ofrecen un concierto presidir un concierto privado. Después de cosechar alabanzas allá por donde iba, decide volver a Europa y recala en Londres, en donde vuelve a serle ofrecido un nuevo concierto. Pero esta vez no accede ya que junto a su esposa, Amparo, tienen ganas de volver a Barcelona y ver a toda su familia.
Y llega la cita fatal. El 24 de Marzo de ese mismo año la pareja se embarca en el Sussex, buque correo que navega por las aguas del Atlántico haciendo el trayecto entre Folkestone y Boulogne sur Mere. En el buque hay 380 pasajeros y 50 tripulantes. Cuando están a la altura de Dieppe es torpedeado por un submarino alemán que creía haber visto un barco minador, y aunque el impacto es fuerte y aparatoso la nave no se hunde. Aun así, Granados ve como su esposa se cae al agua y llevado por el pánico se arroja a las gélidas olas atlánticas. Ambos murieron
Lo curioso del asunto es que en esta muerte confluyen varias desgracias, que podrían rayar con el humor negro. Uno, que Enrique Granados no sabía nadar; dos, que su mujer se llamara Amparo; y tres, que en ese momento el compositor estuviera pensando en introducir elementos de la música germánica en su repertorio. Los funerales, presididos por sus hijos, se hicieron en Barcelona en la Casa Provincial de Caridad y como acompañamiento de los difuntos se interpretaron músicas de Pallestrina, Victoria, Cesar Franck, Mozart, Haendel... Todo muy emotivo para los dos únicos fallecidos del torpedeado Sussex.