Hoy en día en España es normal que el color que lleven los dolientes en un funeral sea el negro, pero ¿y si les dijera que antiguamente el color oficial de luto era blanco? Ocurrió durante la Edad Media cuando en la Península Ibérica convivían tres culturas, más o menos bien avenidas: musulmanes, cristianos y judíos. A pesar de las diferencias y de las disputas entre reinos conservaban un rasgo en común, pues durante los enterramientos los familiares del difunto iban siempre de blanco. Los musulmanes conservaron esta costumbre pero los cristianos fueron modificándola a lo largo de la Edad Media. Son curiosas las impresiones del historiador y poeta francés Baudry de Bourgueil (1046 – 1130) el cual al ir de viaje por la Península Ibérica se dio cuenta de que los cristianos de estas tierras iban de color negro en los entierros. Tiempo después el Papa Inocencio III (1160 – 1260) al regular las directrices de la Iglesia Católica redujo a cinco los colores que tenia que haber en la liturgia, otorgando el negro y el morado al luto oficial.
Aunque los musulmanes siguieron utilizando el color blanco en sus territorios esta regla se instaló definitivamente en España cuando los Reyes Católicos culminaron la Reconquista en 1492 e impusieron el color negro como símbolo de luto por varias razones: la primera para diferenciarse de los musulmanes; la segunda porque era un color menos sucio que el blanco; y finalmente porque la tela con la que se confeccionaba era más barata.