A comienzos de
la Guerra Civil Americana, también llamada Guerra de Secesión (1861-1865), hubo
muchos países extranjeros que se interesaron por este conflicto armado que no
dudaron en enviar algún contingente de tropas a uno u otro bando según fueran
los intereses que tuvieran éstos en aquella confrontación. Tanta pasión
despertó esta guerra que los ecos de las armas llegaron a todos los rincones
del mundo, como por ejemplo al lejano reino de Siam. Su rey seguía con gran
intereses esta guerra y un buen día de 1862 le dijo a su hijo que se decantaba
por el bando unionista (es decir el del Norte) Así que sin dudarlo un momento
escribió una fervorosa carta al presidente Lincoln ofreciéndole para su causa
el servicio de sus elefantes, ya que estos le podían ser muy útiles tanto en el
campo de batalla como acarrando material en la retaguardia. Junto con la carta también mandó al
Presidente de Estados Unidos un buen número de exóticos presentes esperando que
su propuesta fuera aceptada.
Pero a Abraham
Lincoln, en cambio, no le pareció tan buena idea, así que escribió al rey de
Siam una sincera carta de agradecimiento a la vez que una cortes negativa a su
ofrecimiento. La misiva decía así:
“Recibí también en buenas condiciones los
regalos de la realeza que acompañaban esas cartas —me refiero a una espada
hecha de materiales costosos y exquisita manufactura; un retrato fotográfico de
Su Majestad y la amada hija de Su Majestad; y también dos colmillos de elefante
de un largo y una magnitud que indican que sólo pudieron pertenecer a un animal
nativo de Siam.
”Aprecio sumamente la delicadeza en los
buenos oficios de Su Majestad para enviar a este Gobierno una reserva a partir
de la cual tuviéramos un suministro de elefantes criados en nuestra propio
suelo. Este Gobierno no dudaría en avalar una oferta tan generosa si el objeto
pudiera tener una utilidad práctica en las condiciones presentes de los Estados
Unidos.
”Nuestra jurisdicción política, sin embargo,
no alcanza una latitud tan baja como para favorecer la multiplicación del
elefante, y por tierra, y por agua, el vapor ha sido nuestro mejor y más eficaz
agente de transporte en el comercio interno”.
¿Se imaginan
ustedes a una manada de elefantes cargando contra las filas sudistas en la batalla
de Gettysburg?