La Revolución
Industrial no solo trajo al mundo un futuro mejor, sino también un montón de
miedos y recelos por parte de los trabajadores que veían como una sola maquina
podía hacer el trabajo de diez hombres a la vez. Hasta los mismos caballos
también supieron ver que con el tiempo serían sustituidos por potentes
engendros de hierro a vapor. Pues bien, de estos recelos nació uno de los mitos
más importantes de los Estados Unidos: la historia de John Henry y su lucha
contra las máquinas. Cuenta la tradición que John nació como esclavo en
Missouri en 1840 y ya desde su más tierna infancia quiso trabajar en el acero,
sobre todo construyendo ferrocarriles por toda América. Y lo consiguió, ya que
cuando se acabó la Guerra de Secesión consiguió un puesto de peón en una
empresa ferroviaria, siendo el mejor y más rápido clavando al suelo los rieles
por donde pasarían las futuras locomotoras.
En este punto la
historia se bifurca según quien la cuente. Así que optaré primeramente por la
narración más común y finalmente les pondré la historia alternativa. Se dice
que una vez que estaba trabajando en la línea férrea entre Chesapeake y Ohio el
dueño de la empresa, para agilizar el trabajo, consiguió comprar un martillo a
vapor pues pensaba coloraría los clavos en menos tiempo ahorrándose a la vez un
montón de salarios. Los trabajadores viendo el problema que se les venía encima
decidieron protestar, pero el dueño no les hizo caso, hasta que un día John
Henry se presentó ante él y le retó a
una competición: él contra la máquina. Si ganaba no habría suplantar a ningún
trabajador, y si en cambio perdía la empresa podía hacer con ellos lo que deseara.
La competición consistía en que ganaría aquel que martilleara el mayor número
de rieles y los clavara al suelo fijamente. Según parece John Henry consiguió,
gracias a sus brazos de hierro, fijar más rieles, pero cuando terminó murió de
un ataque cardiaco (algunos dicen que de un derrame cerebral).
En cambio otros
opinan que cuando la empresa Talcott (pues así se llamaba) estaba colocando la línea
ferroviaria entre Chesapeake y Ohio se toparon con una gran montaña conocida
como El Gran Ben (Big Ben Mountain). Al intentar excavarla murieron más de 1000
trabajadores además de que se estaba tardando tres años en intentar llegar al
otro extremo. Un día se presentó en la obra un vendedor de martillos a vapor y
consiguió convencer al capataz de las maravillas de aquel invento. Al igual que
la historia anterior los trabajadores sintieron temor por sus puestos de
trabajo y John Henry aceptó también el reto de vencer a la máquina. Ya no solo
se trataba de fijar rieles sino también de terminar de perforar la montaña.
Aquel titán de ébano ganó e igualmente murió al final, aunque aquí esta versión
añade una nota melancólica ya que cuando sus compañeros aupaban el cuerpo sin
vida de su compañero el martillo a vapor seguía trabajando hacia delante
emitiendo un lúgubre pitido simbolizando de esta manera como las máquinas no
tienen corazón.