Junto con la
pata de palo, el parche en el ojo y la bandera de tibias cruzadas, el loro es
uno de los iconos más famosos en las historias de piratas. Estas aves no son un
capricho de novelistas o pintores sino que en verdad era muy habitual verlos en
hombros de aquellos aguerridos lobos de mar. A los piratas les gustaban los
animales exóticos y preferían los loros porque eran muy vistosos, les podían
enseñar hablar, se podían conseguir a buen precio en los puertos caribeños o
ingleses, y además eran menos sucios que los monos o los perros. Un testigo de
la época nos relata la gran abundancia de loros que existían a bordo:
Eran de colores amarillo y rojo, mezclados
de un bastante tosco, y tenían un parloteo muy gracioso; pocos eran los hombres
que subían a bordo sin la compañía de uno o dos de ellos. Así que con nuestras
provisiones, los baúles, las jaulas para gallinas y las de los loros, nuestros
barcos estaban repletos de cachivaches, con los que pretendíamos navegar.