A pesar de que
se dice que los antiguos faraones eran la representación viva de los dioses,
parece ser que esta cualidad no era muy apreciada por los animales que moraban
en el Nilo. Hubo momentos en que hipopótamos y los cocodrilos se convirtieron
en el enemigo público de la tierra de las pirámides. En la actualidad, muerte
arriba muerte abajo, se estima que este mamífero mata a unas 3000 personas al
año en África, y en la época de los faraones también eran igual de mortíferos.
Se dice que una de los primeros personajes importantes en morir por culpa de un
hipopótamo fue Narmer, el primer faraón del antiguo Egipto. Un día cuando iba
de cacería con los suyos fue embestido
por uno de estos animales (otros opinan que el hipopótamo se sentó
encima suya) y a raíz de las heridas sufridas murió entre terribles dolores.
En cambio fue
otro animal, en concreto un cocodrilo, el que acabó con la vida del fundador de
la IX Dinastía Jety I, alias “El Cruel”. Cuenta la leyenda que le encantaba
matar a la gente cuando se aburría y que se excitaba en grado sumo cuando
torturaba a sus enemigos. De él se dice que fue “el lamento de todo Egipto”.
Pues bien, entre torturas y derramamiento de sangre, un día que iba distraído
pensando seguramente en su siguiente fechoría se acercó tanto al Nilo que en un
visto y no visto fue devorado por un cocodrilo ante la mirada horrorizada de su
guardia personal. La creencia popular opina que fue el propio Ammit, el diablo
devorador de almas humanas del Mas Allá, quien se introdujo en aquel animal y
devoró al faraón como castigo por tratar tan mal a su propio pueblo.